16. Perdida.

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¿Cuántas veces iba a tener que hacer eso? ¿Cuántas veces iba a cavar tumbas de amigos? ¿Cuánto faltaba para que eso dejara de suceder?

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¿Cuántas veces iba a tener que hacer eso? ¿Cuántas veces iba a cavar tumbas de amigos? ¿Cuánto faltaba para que eso dejara de suceder?

Molly observó a sus compañeros, ayudando a enterar a Blood, pero ella no les había dejado hacerlo. Les había gritado y había tratado de resolver todo sola. Pero no podía, simplemente no podía controlarlo. Había perdido a su amiga, había dejado morir a esa persona que la había acompañado en todo momento.

Aún llevaba su vestido de gala, a diferencia de los demás porque no podía simplemente darse la vuelta y pensar en otra cosa. No podía dejar de pensar en las cosas que no había hecho, en las cosas que podrían haberla salvado.

Si sólo hubiera pensado en ella en vez de Went, si sólo la hubiera escuchado más, si sólo... si sólo...

Había perdido a una amiga una vez más y no había logrado salvarla. ¿No ella la salvadora? ¿No era ella la que debía salvarlos a todos? Pero en cambio morían por ella, se sacrificaban y no encontraba el porqué.

Sus manos se encontraban llenas de barro, sus uñas aún mantenían la sangre del ser querido que había perdido y las lágrimas no dejaban de caer. Se perdían con la suciedad de su rostro y su olvidado maquillaje. Molly aún podía escuchar las palabras que habían compartido, su discurso y sus intensas ganas de conquistar Glory City.

¿Y ahora? ¿Qué iba a hacer en ese momento? Blood había muerto y ella seguía ahí. Malditamente vida. Seguía de pie cuando ella ya no respiraba, seguía respirando cuando ella ya no lo hacía. Cuando lo había de hacer desde hacía tiempo.

War tenía razón, él siempre lo había tenido y eso dolía más que nada. No valía la pena, no merecía esa guerra ser peleada. A fin de cuentas, siempre iba a perder. Iba a perder cada batalla cada vez con más dolor. Molly quería dejar de sentir dolor, quería dejar de sentir. Pensaba en su padre, privado de sus sentimientos y de la necesidad de ellos. Molly quería sentir lo mismo, quería quitarse todos los demonios que la acompañaban por las noches.

Simplemente quería cerrar los ojos y no sentir a los fantasmas observándola. Quería dejar de sufrir, quería que nadie más muriera por su culpa. Porque en ese lugar no tenía la culpa los Guardianes, ni Sarah, ni Blood o Went. Ella era la culpable, Molly era la persona que había arruinado sus vidas desde el día que llegó. Nunca había muerto hasta que ella llegó, hasta que volvió al cuartel un lugar de guerra.

Aún podía recordar los rostros de las personas que gritaron junto a ella en el cuartel, en busca de un destino, de luz y sentimientos. Ahora Molly no entendía la razón de eso, no entendía cómo podía pelear por algo que dolía tanto. ¿Qué sentido tenía?

Escuchó pasos y levantó la mirada rápidamente, odiando a la persona que se atrevía a molestarla. Había muchas personas cerca de la tumba improvisada de Blood, pero nadie se atrevía a tocar a Molly. La única persona que lo había tratado era Zeus, en ese momento frente a ella. No lo veía desde el momento que había sucedido todo lo de Athena. Él también había perdido mucho y ella no lo dudaba.

Misery City [Farewell City #2 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora