7. Delirios

1.2K 182 16
                                    



Nunca tenían los Iluminados problemas en llegar a Glory City, la ciudad de los Guardianes, pero aun así no eran lo suficientemente idiotas como para lanzarse en autos o jeeps. Lo hacían escondiéndose en alcantarillas, en pasajes secretos que sólo ellos conocían. Molly lo había hecho ya varias veces con Went y conocía los caminos a los que tenía que caminar. Estaba confiando en aquel hombre ciegamente, yendo a los lugares que anteriormente habían ido y creyendo que nada iba a pasarle por pisar sus propias huellas. Era la misión más suicida que había vivido en su vida.

Observó a los Iluminados que caminaban a su lado y no pudo evitar sonreír ante lo bien que lucían todos. Athena con su vestido diminuto parecido al que Molly llevaba, pero obviamente en ella lucía cien veces mejor. War estaba a su lado, pero sin ningún tipo de contacto, de camisa y pantalones de vestir parecía otra persona. Zeus se acercó a Molly, chasqueando la lengua al mirar su vestido corto y no necesitó la mirada furiosa de la chica para que dejara de mirar aquel borde.

—Es corto —comentó Zeus, como si no lo supieran.

—¿Qué haces aquí, Zeus? —le preguntó frunciendo un poco el ceño, bajándose un poco más el vestido aunque el muy maldito no cedía. Estaba cómodo en donde estaba, mostrando toda la piel de Molly.

—Hace mucho que no voy a una discoteca. Y no encuentro nada mejor que ir con un par de adolescentes con hormonas.

Ninguno comentó nada más, bastó con el resoplido de Molly para entender que su comentario estaba realmente fuera de lugar. Aun así, ella agradecía que estuviera entre ellos alguien mayor capaz de sacar el arma escondida en su espalda y cuidarlos. O unirse a ellos en el ataque. Todos llevaban armas, escondidas en el cuero de su ropa o en algún en especial para las mujeres. No iban a lanzarse a la boca del lobo sin estar equipados para malas situaciones, que todos temían que sucedieran. Molly quería creer que todos se encontraban equivocados y que saldrían sanos y salvos de aquel lugar. Quería creer.

—Muéstrame la tarjeta una vez más —le pidió Dexter acercándose a ella extendiendo las manos. Ella le entregó la invitación de Went mientras observaba lo extraño que lucía sin anteojos, no sabía si podía ver correctamente sin ellos pero no parecía molestarle. Blood estaba a su lado atenta a los movimientos de ambos chicos, como si lo estuviera investigando a Dexter—. Tiene que ser esta salida, si no me equivoco.

—Espero que no te equivoques, nerd, porque estamos pisando ratas desde hace rato ya —se quejó Blood levantando su bota del suelo pegajoso. Estaba en lo cierto, Dexter tenía una especie de mapa mental que reconocía las salidas de la alcantarilla, aunque Molly no estaba tan segura de aquello.

Las alcantarillas estaban vacías, como lo suponían, pero eso no significaba que no estuviera sucia y tuviera rastros de cadáveres de animales, sospechaban que algunos humanos. Blood llevaba perfume en su bolso, dispuesta a perfumar a todos con tal de no levantar sospechas en la discoteca. Molly aún no se lo creía. Iban a entrar a una discoteca de Guardianes, algo que jamás se imaginó en su vida con Moritz. Ella pensaba que iba a salvar al mundo, no disfrutarlo. Aparentemente iba a hacer varias cosas.

Subieron por las escaleras que Dexter les indicó, tratando de no caerse ni de pisar algo incorrecto, hasta llegar a la boca de alcantarilla que Zeus movió sin problemas. Al salir de aquel lugar, agradeciendo el aire fresco, Molly notó que estaban en una ciudad. Estaban en Glory City, ni ella lo creía posible. Los Iluminados, por las expresiones de sus rostros, tampoco lo creían. Estaban en tierra enemiga, vestidos como ellos, fingiendo ser ellos y esperando ser asesinados por ellos. Zeus fue el que reaccionó más rápido, como si conociera esa tierra de memoria, tomó el brazo de Molly y comenzó a caminar por las sombras de los callejones desiertos. Una de las personas que más corrían riesgo ahí era Molly, estaban buscándola por todos lados y seguramente si algún Guardián la viera estaría en problemas. Un civil no iba a reconocerla, ya que ellos ignoraban a los "rebeldes", como llamaban a los Iluminados. Así que trataban de ignorar a los soldados que custodiaban las calles, lo cual era bastante fácil cuando vestían como los Guardianes civiles.

Escuchó voces a lo lejos del callejón. Voces humanas, de personas hablando de temas normales, aburridos y simples. Del tiempo, de la música de la disco, de los estudios de la mañana o de clases. Gente normal. Molly observó estupefacta a dos chicos de su edad apoyados en una pared conversando sobre una difícil clase de algebra que habían tenido esa mañana. Esas personas eran Guardianes pero lucían exactamente como ella, como Dexter, como Went. Eran personas comunes y corrientes.

Nunca había observado a Guardianes civiles, ignorantes de la guerra e incapaces de lastimarlos por el miedo que les tenían a los rebeldes. En su mente no entraba la posibilidad de aquello y nunca se había cuestionado su vida. ¡Llevaban una vida más que normal! Iban a clase, iban a discotecas. Molly sólo comprendió aquello cuando los vio, vistiéndose como ella lo hacía pero de manera ordenada y limpia. Ninguno llevaba las ropas negras de Guardianes, ni armas, ni miradas frías llenas de asesinatos. Ellos eran como ella, salvo que no sentían.

—Ponte seria —le dijo Athena en su oído. La chica se había acercado a Molly rápidamente cuando ella comenzó a observar a todos boca abierta. Comprendió al instante que no estaba comportándose como un Guardián, de hecho, parecía ser todo menos eso. Athena había bailado en bares por muchos años, tratando de salvar su vida, por lo tanto conocía a los Guardianes más que nadie. Les había enseñado un par de trucos para fingir ser uno más, pero la sorpresa a Molly le había borrado las clases rápidas de Athena—. Sé que sorprende.

Claro que lo hacía.

Toda la vida creyendo que aquellas personas eran monstruos deseando asesinarlos todo el tiempo. Los imaginó en su casa planeando su muerte, hablando de guerras y cosas banales de personas que no sentían. Pero comprendió que ellos tenían una vida. Escondidos detrás de los muros, en una ciudad hecha y derecha. Se detuvo a pensar, si ella no estaba equivocada en quitárselas como si nada. Tal vez ellos eran los incorrectos, viviendo en un cuartel sucio, planeando vencer, planeando muertes y guerra. Ellos trataban de seguir viviendo y ellos trataban de salvarse.

La discoteca se llamaba originalmente "Glory" y según Athena era una discoteca que no conocía. Dexter tampoco había escuchado hablar de ella en la red de los Guardianes, a la cual solía entrar creando agujeros en la red sólo para complicarles la vida. Todos tenían la sensación de estar equivocados en lo que hacían, pero la curiosidad podía más que nada.

—Luce seria, más que nada. Sin sentimientos. No lo olvides. No demuestres ni ansiedad, ni miedo —le explicó Athena cuando se posicionaron en la cola de gente que esperaba para entrar. Molly se detuvo a ver a dos personas que estaban de la mano. Su estómago se revolvió al instante y estuvo segura que por dos minutos las náuseas subieron hasta su garganta—. No creas en todo lo que ves. Ellos están entrenados para ser como nosotros. Actúan, porque es lo único que saben hacer. Aplauden si creen que es el momento, ríen cuando nada es gracioso. Están entrenados para aquello para lucir como nosotros. Creen que así sobrevivirán.

Comprendió lo que le estaba diciendo Athena, pero aun así no pudo quitarse de la cabeza la pareja de la mano. No les veía el rostro, pero pudo ver como se sostenían fuertemente las manos. Por algo era aquello. Algo sentían que necesitaban aferrarse a ellos mismos.

—Baja la maldita cabeza, hoyuelos —gruñó Zeus notando que Molly no dejaba de observar rostros tratando de entender que estaba sucediendo en aquel lugar. Comprendió tarde que si seguía mirando a todos, con alguien iba a mantener contacto visual y la reconocería o permanecería en su mente hasta que viera el periódico de sus padres y notara que Molly Davies estaba infiltrada en Glory City.

—Invitaciones.

Molly iba a levantar la mirada, pero Zeus se interpuso entre ella y el hombre enorme que les había dicho aquello. Estaba siendo una idiota, si no abría los rápido iba a terminar siendo asesinada de la manera más tonta. Dexter dio un paso hacia delante mostrándose completamente tranquilo y le ofreció la tarjeta que Went les había dado. El hombre que custodiaba la entrada seguía observando a Molly pero tomó la tarjeta que el chico sin anteojos le dio. Alzó un poco las cejas al leer el papel y tomó la radio que reposaba en su cinturón, muy parecida a la que Molly y los Iluminados usaba.

—¿Morton está aquí, John? —preguntó por la radio logrando que Molly sintiera el estómago revolverse una vez más. Morton. No era un engaño, Went estaba ahí.

—Sí, me dio un par de indicaciones. Espera ahí —dijo alguien del otro lado de la radio.

—¿Sarah sabe de esto? —preguntó por la radio una vez más pero no le respondieron del otro lado. Molly perdió el equilibrio que tenía en esos zapatos al escuchar el nombre de la asesina de Lisa pero Zeus la mantuvo quieta sosteniéndola por su brazo. Se notaba la tensión en el lugar, se olía, pero el hombre lucía tranquilo a pesar de que miraba a Molly—. ¿Qué le sucede a la chica?

—Acaban de inyectarla —respondió Athena al instante, sin dejarle hablar a Zeus.

—Nunca es fácil la primera —admitió como si comprendiera lo que le pasaba a Molly. De todos modos, su tono de voz sonaba como informativo, no como si tuviera lástima por lo que pudiera provocar la inyección de la que hablaba Athena. Un nuevo Guardia apareció, vestido de un traje brillante que Molly pudo ver incluso con la mirada baja. Tenía una linterna pequeña en sus manos y lo primero que hizo fue apuntar a Molly—. Acaban de inyectarla, John. Puede que este mareada.

—Levanta la vista —le pidió el hombre sin ningún tono de voz extraño, solamente pidiéndoselo. Molly estaba soportando el deseo de temblar como enferma frente a todos estos y ni siquiera sabía cómo lo lograba. Los minutos pasaron mientras esperaban que Molly levantara el rostro ante el guardia de la discoteca, pero nunca sucedió lo que pidió. Todos se mantenían petrificados observando a Molly, esperando una reacción por su parte, pero ella estaba congelada ante el miedo y la tensión que vivía. Si levantaba la vista y la reconocían iba a ser su final. Lo último que vería era el rostro del Guardia disparándole con algún arma que no podía ver desde el lugar en el que estaba—. Me dijo Morton que te viera a los ojos, vamos, chica, si te contrato para acostarte con un hombre casado no finjas vergüenza.

Molly levantó la mirada pero no porque se lo había pedido sino porque no podía creer lo que estaba sucediendo. Vio por el rabillo del ojo que Blood se llevaba una mano a los labios como si estuviera bostezando pero Molly sabía que estaba muriéndose de risa por lo que creían de ella. ¡Era la zorra de Morton!

—Bien. Ojos azules. Ahora sonríe —le dijo alumbrándola con la linterna pequeña que dejó ciega por unos segundos a Molly. Ella intercambió una mirada con Zeus, quien asintió tranquilamente con la cabeza dándole permiso para sonreír. Lo hizo. Sonrió mecánicamente, como lo haría un Guardián practicando ante un espejo, ignorando como los hoyuelos se creaban en su mejilla incluso—. Hoyuelos. Muy bien. Es la descripción que me dio Morton, pasen.

Abrieron la puerta de la discoteca dejándolos entrar a un mundo diferente, por completo. Zeus apoyó una mano en la espalda de Molly empujándola levemente para que caminara, porque si fuera por ella permanecía asustada en la entrada. Era otro mundo. Era un mundo de luces, colores, gente y gritos. Era algo que nunca imaginó ver en su vida, y ahora estaba frente a ella. Como sospechó, se encontraba completamente oscuro pero las luces de colores invadían el lugar por completo. Las personas bailaban al ritmo de canciones que no conocía, ni creía conocer, con todo su cuerpo e incluso moviendo las manos en el aire como si lo necesitaran. Cuerpos pegados. Algunas personas se abrazaban mientras bailaban, moviendo su cabeza hacia atrás como si estuvieran en un trance que Molly desconocía. Otras levantaban los brazos moviendo su cabello en un baile sin fin.

—Mierda —soltó Zeus observando el lugar en sí.

—¿Qué sucede? —preguntó Molly sin comprender porque insultaba a aquel lugar tan malditamente perfecto. No sabía de lo que estaba perdiendo, no sabía que su vida era completamente aburrida sin aquel lugar. La música parecía una especie de electrónica, lista para bailar, incluso Molly sintió que sus pies que movían solos ansiosos de ser usados para combinar su ritmo con el de la música sonando.

—El aire —le avisó, pero Molly no comprendió de que estaba hablando. Se acercó a él para escucharlo por arriba de la música que parecía estar cada vez más fuerte. Vio a Blood adelantarse a ellos con Dexter en una mano y el Perdido de la otra para adentrarse a la marea de gente bailando con una nueva canción que sonaba—. Tiene algo. Ahora entiendo como todo el mundo está tan emocionado.

—¿El aire tiene que cosa? —le preguntó Molly sin poder escucharlo por la chica que cantaba, o la música que pasaban, estaba algo confundida. Sentía como si la voz de mujer estuviera en su cabeza o como si cantara sólo para ella.

Miró a Blood, el Perdido y Dexter bailar los tres juntos, con ella en el medio. Algo estaba mal, ella no dejaría que el momento le ganara ni mucho menos que ambos tuvieran las manos en donde las tenían. A su lado Athena tomó la mano de War y ella también tiró de él hacia la pista de baile entre las personas. War reía histéricamente con Athena, con sus manos en la cintura de la chica inclinándose para besarle el cuello o por donde llegaba. Ambos se reían y aquello estaba terriblemente mal, ella lo sabía. Pero misteriosamente, no hizo nada.

No hizo nada más que alejarse de Zeus, quien seguía hablando sobre cosas que no entendía y caminó hacia la pista de baile. No se unió al baile de Blood y los chicos, ni al pequeño mundo que tenían War y Athena, sino que siguió caminando entre la gente. Las personas bailaban a su alrededor como si no estuviera ella tratando de adentrarse en la multitud. Algunas trataban de bailar con ella, perdidas en su trance, otros tocaban su cabello y decían cosas que no entendía. La canción había cambiado una vez más y la que sonaba hablaba sobre no necesitar las palabras y disfrutar el silencio. O algo así creyó escuchar Molly pero le importó.

Una vez en lo que creyó el centro de la fiesta, la música de la canción comenzó a volverse más movida, con más energía, y Molly no pudo evitar moverse. Y bailó.



Ella estaba ahí. Se lo habían dicho los Guardias de la discoteca por el móvil que sólo los Guardianes soldados podían tener. A Went le costó mantenerse en calma al escuchar las palabras de los guardias. Molly estaba entre ellos, con un grupo de gente que creyó los demás Iluminados, incluyendo a Owen. Estaban en el club. Ella había ido, como prometió, le había hecho caso y había decidido entrar en la boca del lobo dispuesta a perderlo o ganarlo todo.


Aquella discoteca era especial, todos los Guardianes lo sabían pero no la consideraban peligrosa. Desde el momento en el que entrabas y hasta el momento en el que salías perdías el control de tus movimientos. Went lo sabía, lo uso la primera noche que llegó ahí junto a Sarah, engañado por la mujer. Bailaron varias horas hasta que se encontró acariciando su cintura, dispuesto a quitarle el vestido en medio de la pista. Desde ese momento comprendió que el aire lograba drogarte y sumergirte en un mundo nuevo. Lo habían planificado para los Guardianes incapaces de sentir absolutamente nada. La droga en el aire, en la bebida, en todos lados, los sumergía a aquel trance en donde el deseo de bailar los volvía como las personas antes del virus.

Went había pasado varias noches por ahí, tratando de acostumbrarse a aquel aire. Pero no lo logró, fue uno de los Guardias, John, que le recomendó una inyección. En la siguiente noche ya estaba caminando sin ninguna necesidad de bailar o de tocar a la primera chica que veía. Se encontraba sobrio, como los demás Guardias, pero fingía. Como siempre había hecho.

Entre la multitud de gente logró ver a Athena besándose con War, algo completamente peligroso en aquel lugar pero la imagen fue borrada de su mente cuando se encontró con Molly Davies bailando en medio de la pista de baile. Con un vestido corto negro, con encaje en las terminaciones, estaba seguro que si lo levantaba un poco más iba a terminar desnuda. Varios hombres se habían acercado a su lado, tratando de bailar con ella por el trance, pero Molly seguía bailando sola. Nunca se imaginó que el trance iba a lograr con ella aquel movimiento de cadera. Todo era rítmico, su cadera, sus hombros, a veces levantaba las manos para mover su largo cabello.

Cuando Went se dio cuenta en la situación en la que estaba, tenía a la chica frente a ella. Apoyó una mano en su brazo acariciándolo lentamente desde abajo hacia arriba, corriéndole un poco el cabello para besar aquella parte de la piel desnuda que nunca había visto. Aquella era una chica que nunca había visto. Nunca había visto tanta piel en Molly y no sabía si era capaz de seguir mirando sin querer llevársela de aquel lugar y que nadie más viera demasiado. Molly tomó su mano, bailando un poco más lento y entrelazando sus dedos con los de él para llevar una de sus manos a la cintura de la chica. Era tan pequeña que al hacer lo mismo con su otra mano terminó por rodearla completamente.

Sus movimientos eran cada vez más lentos, obligado a Went a imitarla por más difícil que fuera. Seguramente estaba haciendo el ridículo, pero no le importaba. Estaba pegado a Molly, sin necesidad de pensar, de confundirse, de preguntarse qué era aquello que sentía. Esa necesidad de bailar toda la noche a su lado, de besar la piel desnuda que podía y la que no podía ver. Ella inclinó un poco la cabeza hacia atrás aun perdida en el trance, pero Went sabía que estaba enterada quien bailaba con ella. Besó su cuello sintiendo la mezcla de sudor y perfume que lo mantuvo ahí por varios minutos con los labios pegados al cuello de la chica.

La canción cambió, pero no los despertó del ensueño, de hecho, Molly se dio la vuelta para enfrentarlo aunque lo único que vio él fue a la chica más preciosa que había visto en su vida. Los ojos azules brillaban gracias a las luces del club, pero él pudo reconocerlos como si fueran faroles en el abismo. Su cabello estaba despeinado pero parecía haber recibido un tratamiento antes del baile que habían tenido. Podía ver su clavícula, su cuello y un poco más de su piel llena de lastimaduras y cicatrices que la caracterizaban. Era la mujer más hermosa que había conocido incluso en aquel lugar, perdido entre la música y la adrenalina que había sentido al tener su cuerpo pegado al de Molly, comprendió lo que sentía por ella. Cuan simple y complicado que era.

Ella se pegó a él, uniendo sus frentes aun en aquel baile mortal que iba a matarlos a ambos. Molly no sabía pero también usaban esa discoteca y su peculiar aire para encontrar Iluminados y atraparlos. Si alguien comenzaba a tener algún tipo de encuentro con otra persona, era secuestrado y perdido para siempre. Molly había envuelto sus brazos en el cuello de Went, creando escalofríos en donde tocaba tan inocentemente y en un momento, hizo un ademán de acercar sus labios a los de él.

Went dio un paso hacia atrás tratando de disimular lo que había hecho la chica. Claramente el aire había podido demasiado con ella ya que no creía que consciente fuera capaz de hacer aquello. Molly nunca lo había besado, siempre había sido él quien lo había hecho. Besos rápidos, cargados de sentimientos y dudas, pero ella nunca lo había besado, así que temía en cierto modo que todo el trance los confundiera y encima los matara.

—Aquí no —le susurró él pero Molly no lo escuchó por culpa de la música. Frunció el ceño tratando de entenderlo y gritando que no lo escuchaba. Iba a romper el hechizo. Lo sabía, pero no quería que ella resultara herida. Iba a perder la vida si intentaba nuevamente besarlo, él lo sabía. Lo había visto. Secuestraban a la persona que había tratado de besar a la otra. Tomó la mano de Molly, entrelazando con fuerza sus dedos como si pudiera decirle con aquello que confiara en ella, y por la mirada de la chica comprendió que finalmente estaba confiando en él.

Misery City [Farewell City #2 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora