–Me gustaba más el final de Pío–, dijo Eusebio. –¿Por qué no lo dejamos como estaba?
Ante la cara de desconsuelo de Irene, que se lo había currado, le eché un cable:
–Dijimos que bastaría con dos votos para que el capítulo se quedara en el libro. Pues bien: yo voto a favor del de Irene.
–Es que no sé si voy a estar a la altura–, matizó Eusebio.
–Bueno, puedes renunciar a tu final, si quieres. Aunque no sería lo más deportivo...
–Vale, venga, Pío, me has convencido. Pero quiero más tiempo.
–Tómate todo el tiempo que quieras, Eusebio. Va a ser tu última colaboración–, dijo Paz con una amplia sonrisa.
–Pero léenos lo que tengas. Quedamos hace un mes en juntarnos hoy para ver los otros tres finales. Y yo quiero ver el tuyo–, dije yo, sin perdonarle la lectura.
Eusebio me miró con un poco de rencor. Se puso en pie, abrió su carpeta, y nos leyó lo siguiente:
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Un proyecto singular.
ActionEsta novela presenta una obra dentro de otra obra. Es un recurso que hemos visto en el teatro muchas veces, desde el siglo 16, al menos, y modernamente en el cine, pero no es un recurso que haya inventado yo en la novela, pues en la primera de la qu...