-o0o- Una solución "pacífica".

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—Vaya marrón que me has dejado—, dijo Eusebio cuando Irene nos acababa de leer su capítulo.

—Pues a mí me gusta—, dije yo. —Es imaginativo.

—No, si gustarme me gusta a mí también—, replicó Eusebio. —Pero nunca he escrito una reunión de un mozalbete con dos lesbianas… No sé qué voy a hacer, cómo lo voy a enfocar.

—Salte por la tangente—, dijo Paz.

—¿Cómo—, dijeron al unísono Irene y Eusebio.

—Fácil—, dijo Paz. —Al principio hay un guiño temporal. ¿Se os ha pasado a los dos? Mirad, aquí está: Rabadán había sido un modesto escribiente toda su vida. Es la primera frase del capítulo. Y luego habéis relatado los dos cómo habían sido sus comienzos. Tú puedes saltar a su momento presente, cuando ya es mayor, y contarnos lo que tú crees que ha podido hacer. Tienes total libertad para eso, pues si ya es cincuentón, han pasado 32 años. Los suficientes para haberse casado varias veces, o haberse quedado viudo, o de ser un soltero recalcitrante. Tienes toda una vida virgen por contarnos.

—Lo que tú quieres es "quedarte" con el encuentro de Rabadán con las lesbianas…

—Pues no me importaría, Eusebio. Aunque la decisión es tuya. Yo tendré que jugar con las cartas que tú me dejes.

—Y yo con las que me dejes tú, Paz—, dije yo. —No en vano seguiremos la rueda en este sentido siempre, a lo largo de las vueltas que decidamos…: Yo, Irene, Eusebio y tú, Paz.

—Bueno, pero me vais a tener que dejar dos o tres días, al menos. Esto no es tan sencillo como parece. Ahora Paz me ha abierto más posibilidades de las que yo iba a tener en consideración…

Sin embargo, dieciocho horas después me visitó mi amigo Eusebio y me presentó este capítulo, que pasé a leer a mis otros tres compañeros de "fechoría" cuatro horas después:

Un proyecto singular.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora