Capítulo 14: Cosas elementales

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Despuntó el alba de aquel Domingo y en el departamento estaban Eva y Adán, abrazados reposando en la cama. Realmente parecía perfecto todo lo que sucediera entre ellos, hacer el amor era una nueva experiencia a cada momento, en la que las caricias eran precisas y quemaban con el placer máximo para los dos; pero no solo el sexo era fantástico, también lo era el después, el quedarse abrazados, siendo mecidos por el compás de sus corazones, hablando con alguien a quien conocían tan poco tiempo, pero tanto en experiencias.

–Siento que pasamos muy poco tiempo juntos.

–Son cosas del trabajo –comentó ella en voz baja–, no podemos estar siempre juntos, además a veces no hace falta.

–Tienes razón.

Rieron, cómplices. Adán se incorporó hasta quedar sentado, Eva se cobijó en su regazo.

–Las cosas van muy rápido en la Constructora –comentó ella, sacudiéndose el cabello–, solo me preocupa el Boulevard.

–Creí que lo habías solucionado.

Eva frunció el ceño; esperaba poder dar un final limpio y rápido a esa historia, pero contra sus pronósticos, no fue así.

–Intenté convencer a Esteban de sacar a la encargada en terreno, pero me soltó un discurso sobre las jerarquías, y dijo que aunque yo sea su jefa no puedo decidir con quién él trabaja, según él esa mujer es perfecta para el puesto.

–Si ese hombre molesta tu trabajo, elimínalo.

Estaba segura de terminar haciéndolo, pero no iba despedirse de él sin antes dejar en claro que era ella quien tenía la última palabra.

–No tengo ningún argumento sólido para hacerlo.

–Pero igual es un inconveniente que no necesitas, eso es más que suficiente —comentó, mientras entrelazaban los dedos—. Si te deshaces de él tendrás cientos esperando por su puesto.

–He estado buscando a quien lo reemplace, pero primero debo respaldar los archivos de los proyectos.

– ¿Por qué, crees que los va a destruir?

–No soy su persona favorita, y si lo despido está en su derecho de sentirse ofendido y querer llevarse su trabajo para que nadie saque provecho de él. De todos modos, ya me estoy encargando de eso, tengo a una persona protegiendo la información más vital.

–Me alegro, así no tienes que preocuparte de detalles como ese; ya estoy preparando algo en qué desarrollar algunas ideas, quiero darle forma para contarte.

Se besaron apasionadamente; esa electricidad, la sensación de estar por completo en la otra persona era algo que no tenía precio.

–Sabía que te traías algo, cuéntame cuando lo tengas listo. ¿Y has sabido algo de la hija de tu artista?

–Nada, está haciendo vida común por lo que veo, pero necesito averiguar más sobre ella, aún me parece un peligro que esté rondándonos.

–Tienes razón. Adán, por lo que me has dicho, ella es un riesgo latente.

2

Micaela y Esteban estaban tomando desayuno en el departamento de ella, y aunque la chica se ofreció a encargar algo preparado, él había insistido en preparar unos huevos con carne que se suponía levantaban muertos; el concierto de Replicantes al que habían ido resultó intenso, justo la descarga de adrenalina que la joven necesitaba para sentirse más animada. Respiró el apetitoso aroma mientras servía café.

–Y al final, el concierto fue mucho mejor de lo que esperé, fue buena idea ir.

–Un logro más en mi lista, genial –dijo él desde la cocina.

La traición de AdánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora