Capítulo 01: Arte mortal

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La galería de arte de Carmen Basaure era un lugar minimalista y finamente trabajado, pensado para ser la puerta al mundo del arte en donde se exhibían las obras de su dueña, quien era una de las más afamadas artistas plásticas de su generación. Adán había conseguido el empleo de asistente personal de la pintora, y a dos días de la inauguración, todo estaba en la etapa culmine, por lo que era necesario revisar hasta el más mínimo detalle; siendo el asistente personal de la artista, el hombre no sólo se ocupaba de gestionar su agenda, sino que debía estar al pendiente de que toda la maquinaria humana alrededor de la galería funcionase como un mecanismo finamente aceitado, de forma de no causar ruido ni distracciones para una persona que requería concentración al máximo. En los últimos días, había estado ocupado gestionando al personal nuevo, la entrada de cualquier trabajador o material para realizar trabajos, contestar a los medios de prensa, y contactar a todas las personas adecuadas para dar publicidad a un evento que debía estar en primera plana de sociales, y desde luego, de entretención y cultura. Adán era un hombre de 24, de casi un metro ochenta de estatura, y tenía una figura proporcionada y atlética; era un hombre sumamente atractivo y bien formado, y sabía muy bien quién era y lo que tenía, tanto a decir de su físico como de sus facciones, que enmarcaban una mirada profunda e hipnótica. Sin embargo, no sólo era un hombre atractivo a nivel físico, sino que además, era inteligente, rápido a la hora de tomar decisiones, encantador y siempre preparado para cualquier cosa; a su edad, casi ningún hombre sin una fuerte red de contactos habría llegado a ser asistente personal de una artista de alto nivel, pero en su caso, todo se trataba de su gran capacidad.

—Adán, ven aquí por favor –dijo la artista por el comunicador.

—En seguida.

Carmen Basaure era una mujer de estatura mediana, de cabello corto entrecano y rasgos severos, dados por su carácter temperamental; en el mundo artístico, una persona no es sólo el resultado de su trabajo, también es el fruto de la combinación de su imagen pública, y lo que las personas perciben de su comportamiento. Una artista voluntariosa, que se niega a, por ejemplo, trabajar para una galería comercial, ayudará con eso a crear la imagen de alguien que se opone al sistema, y eso atraerá a determinado tipo de público. Basaure era conocida desde hace tiempo por trabajar a su propio ritmo, lo que hacía que la pronta inauguración de la galería llamara la atención sin necesidad de hacer publicidad. Adán fue directamente al taller que estaba en la parte de atrás de la galería, y entró sin golpear, un derecho tácito que se había ganado demostrando poder adaptar sus acciones al volátil carácter de la artista. Vestida sencillamente bajo el manchado delantal, la pintora estaba sentada en un piso alto, mirándolo, junto a un atril del que el hombre no podía ver la imagen.

— ¿Sabes cuál es el nombre que reciben las personas que toman bajo su propiedad las obras de arte de otras?

Si a Adán le sorprendió esa pregunta, ni el más mínimo rastro lo delató. Respondió con la misma tranquilidad y seguridad con la que hablaba normalmente.

—Son usurpadores.

—Exacto. Usurpadores —repitió con una expresión indescifrable en el rostro—, eso es lo que son. Pero hay algo más, que seguramente tú desconoces porque no llevas tanto tiempo como yo en éste mundo. Además de los usurpadores, existen los desafortunados, personas que han creído tener una imaginación dotada y que han dado origen a una obra que por casualidad o por destino, ya había sido creada por otro, antes.

Ésta última parte había sido dicha con un tono de voz inquietante, como si en sus palabras, la mujer de 52 años quisiera prepararse para decir algo que no quería, pero que no podía evadir.

La traición de AdánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora