CAPÍTULO VIII

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Los días son muy lentos en Cruz de Papel, los mineros esperan las fiestas de fin de año para celebrar y olvidarse por un tiempo, de la monotonía de sus vidas.

Fue en una de esas fiestas que conocí a Baltasar, un chico humilde, hijo de mineros, que sobresalía por su voz, ya que gustaba de cantar en el ùnico bar del pueblo, tenía la capacidad de transportar a las personas, a aquellos lugares de los que hablaba en sus canciones.

Yo había llegado a la edad de veinte años y me había esforzado por aprender todo lo que pude, gracias a la ayuda de Alma, nos habíamos hecho muy cercanas, y la vida se puso mejor luego del amuleto que mi abuela confeccionó, por lo menos las apariciones dejaron de avisarme y Alma.... bueno, Alma siguió siendo ella misma, aunque un poco mas reservada.

En vísperas del cumpleaños número veinte de mi anfitriona, salimos a divertirnos, llegamos al bar, allí, nos encontramos con Murillo y Vitorio, ambos eran amigos míos, por lo menos salíamos seguido los cuatro.

Vitorio, seguía teniendo ese aire de madurez, esa actitud fria, que no dejaba ver su alma.

Murillo, en cambio, se había convertido en todo un secuencia símbolo, al encargarce de los negocios con su hermano, los Torres fueron una formula ganadora tanto en los negocios como en lo personal.

Aquella noche, festejamos y cantamos alegres, las canciones de Baltasar, pero pude ver una tención entre Alma y Vitorio, como si flotara en el aire un secreto conocido solo por ellos.

En momento de la noche, ambos salieron al patio del bar y yo me quedé con Murillo, hablábamos de todo, pero yo no podía despegar mis ojos de Baltasar.

Ya había dejado de insistirme con tonterías sobre el amor y yo había desecho mi hechizo, aunque siempre lo pescaba mirandome, como si no se animara a decir algo.

Al darse cuenta que no me interesaba mucho su charla, dijo algo de altanera y presumida y simplemente se marchó.

No le presté mucha atención, pues la banda había dejado de tocar y Baltasar se estaba acercando a mi mesa.

"Hola, veo que te han abandonado, puedo acompañarte? "

Reí muy nerviosa, no esperaba que se diera cuenta que lo miraba.

" Claro, mis amigos regresan en un minuto ".

Hablamos toda la noche y mas tarde, cuando ya nadie regresó a mi mesa, decidió acompañarme.

Era un chico fantástico, dulce y tranquilo, esa noche nos despedimos con un beso y a partir de ahí nos seguimos viendo.

Aquella mañana, Alma me acosó con preguntas, quería saber todo lo acontecido con Baltasar.

Le relaté todo de una manera monótona, a ver si se aburría, ya que me tenía intrigada su escapada al patio del bar.

"Es terrible Aurelia, Vitorio, anoche, me declaró su amor y hasta nos besamos, pero luego me pidió disculpas, diciendo que era un error, pues su padre lo obligaba a buscar una esposa de su misma clase económica".

Increíble!  Por eso tanto misterio, pero no me esperaba lo siguiente,  "ayudame Aurelia, realiza un hechizo como el que usaste con Murillo, hasta hoy, el pobre esta enamorado de vos."

Casi me caigo, cómo sabía Alma que ese hechizo era para Murillo, y cómo supo que era de amor?

"Alma, estas equivocada, aparte es una locura, que diría tu padre si lo supiera, de ninguna manera ".

"Vamos Aurelia, se muy bién que tienes muchos conocimientos de brujería, como amigas que somos podrías ayudarme ".

Su mirada se oscurecio, quedó un minuto en silencio y después me pidió que la acompañara al lago, cuando me negué, solo se retiró.

Estuve pensando toda la mañana en eso, y se me ocurrió hablar con ella

para hacerle cambiar de parecer.

En el almuerzo, solo estaba Alonso, luego de la desaparición de Lia, se había vuelto mas callado, y lo había escuchado discutir mucho con Alma, su relación había cambiado paulatinamente, de manera imperceptible, pero, en retrospectiva, se notaba la incomodidad de el hacia ella, era .... distante.

"En que piensas Aurelia?  Tienes algún problema? "

"No Alonso, usted sabe que siempre estoy pensando en mi abuela, nunca pude dejar de extrañarla ".

No se porqué dije eso, pero al momento que lo dije sentí la necesidad de verla, mas aún, una urgencia, solo habían pasado dos días de la última ves que hablamos, pero sentía que debía hablar con ella.

Terminado el almuerzo, Alonso propuso la idea de que esperara a Alma y salieramos juntas a ver a mi abuela, pero lo último que quería era llevarla cerca del lago.

Cuando me dirigía al bosque, pensaba porque Alma no había almorzado en su casa, si bien, ya no tenía buena relación con su padre, eso no impedía que comiéramos en un silencio incómodo.

Llegué a la cabaña y al entrar había una silla en el piso, una bolsa con hojas secas, desparramadas y nada mas.

Era una imagen muy alarmante y mi abuela no estaba por ningún lado. Comencé a asustarme y sentir que algo malo estaba ocurriendo. Las lágrimas comenzaron a rodar por mis mejillas, la llamé y la llamé, pero solo la desesperación crecía.

Al llegar al umbral de la puerta de su habitación, la pude ver, tirada en el piso, con los ojos muy abiertos, pero el horror se apoderó de mí al observar que su cabeza estaba separada de su cuerpo.

Alguien desalmado le había hecho esto, pero eso no  era todo, su cuerpo estaba lleno de cortes, la imagen era abominable.

Corrí hasta el frente de la casa, las náuseas recorrían mi cuerpo, quién, quien?

Tomé la bicicleta, pedalee, hasta que mis piernas endurecieron, y solo en ese momento observé a mi alrededor.... el lago.

Me tiré al pasto y lloré como no tengo recuerdos, no importaba ni el lago, ni mi vida, nada.

Luego, me padeció por que alguien hablaba, pero no podía precisar de donde, era como un susurro bajo.

Me incorporé y caminéis hacia la entrada de la cueva, silencio, gotas, frío, de nuevo el susurro, pero esta ves, puedo distinguir dos voces, me acerco con mas sigilo, y al llegar a un hueco detrás de una roca me asomo a espiar.

La sorpresa fue enorme, Alma sentada en la tierra, murmurando algo que no podía entender, su cabello revuelto y su rostro pálido, con las facciones endurecidas y cambiadas, era su rostro, pero ligeramente cambiado.

El miedo me congelo el corazón, la angustia se apoderó de mi.

Comencé a retroceder, lentamente, pero en ese instante, sus ojos se posaron en mí.

Era una mirada vacía, dura, fría.... muerta. Necesité de todo el valor para correr y salir de la cueva, tomaba mi amuleto de manera inconsciente, y trataba de orar,  tomé la bicicleta y volví, lia mas rápido que pude al pueblo....

A la casa de Alma!

EL LAGO DE LAS ALMASWhere stories live. Discover now