CAPÍTULO II

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Esa mañana, me levanté temprano, casi no pude dormir, comenzaba el verano y los días eran perfectos, excepto por la sensación de derrota que tenía.

La abuela estaba sentada separando hierbas silvestres, decidí hablarle sobre lo ocurrido.

Me acomodé a su lado y pasé a relatar todo y también la ira que sentí y aún sentía.

"Aurelia, sos tan joven para sentir tanta ira, esos chicos son solo pueblerinos tontos, no les hagas caso, en cuanto a la chica, conocela, es la hija del médico del pueblo, parece buena chica, a parte, su padre me pidió que lo fueras a ver, está interesado en que trabajes para él, ayudando a Alma, creo que desde que su madre murió, la pobre chica se hace cargo de la casa y entre escuela y casa no da abasto."

"Abuela! No puedo! Ellos me humillaron, y esa chica, con esa mirada de lástima, ni podría".

"Aurelia! Solamente ve y conócela, luego hablaremos, no podes seguir con esta vida que no te lleva a nada, sos una señorita y pareces un chico! La verdad Aurelia, lo que te pude enseñar hasta este momento, de nada te va a servir, ya la gente no cree en estas cosas y solo te puede ser útil de manera particular, para ti."

Agaché la cabeza y con mucha pena me comí el orgullo y caminé despacio hacia el pueblo, estuve tentada de ir hacia el lago, pero no debía, la charla caló hondo en mi ser, no quería ser pobre, fea y encima no tener futuro ni como esposa de nadie.

Soñaba con una casa grande, como donde vivía Vitorio y su hermano, ellos pertenecían a la familia mas acaudalada del puebli, sus padres eran los dueños de la mina Torres, al ser tan anciano su padre, este año,

Vitorio se iso  cargo de los negocios.

En cuanto a Murilo, solo justificaba su existencia yendo a la escuela y pasando su estupidez por el pueblo, tratando de acostarse con cuanta mujer pudiera.

Al llegar a la casa del dr. Pedroza, el padre de Alma, toqué y una mujer mayor me hace pasar, me pide que aguarde y mirando de manera desdeñosa mis viejas zapatillas, pide que no embarre las alfombras. Me siento y trato de no ensuciar, mis piernas eran muy finas y siempre tenían un color blancuzco, a pesar de mi piel oscura, debido a la resequedad, mis manos de dedos largos y huesudos, y mi pelo, que no había forma de mantenerlo en su lugar, todo desencajaba con ese lugar que parecía una iglesia, y ahora tendría que escuchar del buen doctor, algún sermón sobre la juventud perdida, la caridad y todo aquello que me sacaba de quicio.

De repente, una puerta se abrió y apareció la silueta de Alma, me sonrió y me hablo con una duzura exasperante, " cómo estás Aurelia? Mi padre pidió que te explicara el trabajo, y quiero que aceptes, ya que creo seremos muy buenas amigas."

"Solo tenes que mudarte acá, podrás ver a tu abuela cuando quieras y me vas a ayudar con la vida social sobre todo, ya que al tener dieciséis, se pone muy interesante, pero no puedo sola y como vos y yo tenemos la misma edad, será más fácil, no?"

" Alma, te agradezco pero no acepto caridad, está muy bien, le diré a mi abuela de la amabilidad de tu flia."

"Pensalo por favor, es por nuestro bien, el de ambas".

Asentí, y me fui sin más miramientos.

Al llegar con mi abuela, tuvimos una gran discusión, prácticamente me obligó a aceptar todo eso,  como un mendigo que debe aceptar las monedas.

Salí de ahí, corrí hacia el lago, lloré renegando de mi vida, mi origen, de tener que pasar por esto.

Me tiré en el pasto y quedé dormida, cuando desperté los rayos del sol se estaban yendo.

Me asomé a la orilla para lavarme la cara, todo estaba muy calmo, quedé mirando mi reflejo y sorpresivamente, apareció una sombra en el agua, quedé perpleja, tuvo que ser un pez, salte un poco asustada y comencé a irme muy rápido, retumbaba en mi cabeza las frases de mi abuela sobre el lago, su energía y la oscuridad.

Troté por el campo, casi sintiendo que algo me seguía, que se pegaba a mi espalda, paré un par de veces solo para asegurarme que era una psicosis mía, pero siempre que paraba un escalofrío recorría mi espalda.

Llegué agitada, ya de noche, entré a la cabaña y la abuela dormía junto a la ventana. Recostada en mi cama, miraba la ventana, con la mirada perdida. Tenía una sensación rara, el vientre me dolia y la cabeza punzaba. No creía tanto en esas cosas raras como mi abuela pensaba. Pero lo que allá en el lago senti, no era normal, y la sensación que ahora tenía tampoco. Mientras pensaba en esto , no me dí cuenta, que seguía con la mirada una pequeña esfera de luz que bailoteaba en el patio hacia donde daba mi ventana.

Cuando caí en la cuenta la esfera se detuvo y quedó apoyada en el cesped...

No daba crédito a mis ojos, lentamente fui acercándome a la ventana y esa luz daba la impresión, me estaba observando también,  cuando logré verla de frente esa luz se volvió de un rojo intenso que la tierra absorbió, solo quedó una mancha roja, sali corriendo de mi dormitorio hacia el patio, el olor de los árboles en verano era mas intenso, y todo parecía embriagarme. Llegue al lugar de la luz y no vi nada, me arrodille y tantee el piso y nada. Solo comencé a pensar en un error causado por ese malestar repentino. Cuando comencé a marcharme, un sutil movimiento detrás de un árbol me inmovilizar, lentamente giro y antes de hacer contacto una sombra se desliza hacia el campo, muy velozmente, tanto que no puedo enfocarla, siento un escalofrío de la cabeza a los pies, decido entrar rápidamente.

Casi llevo por delante a mi abuela, la había despertado en mi carrera y quería una explicación, trate de ser lo mas sutil posible, para que no tuviera un efecto dramático, pero ella ya tenía sus propias conclusiones. Esta de mas decir que esa noche tuve el sermón de los sermones, de como ella me advirtió sobre estas cosas y que jamás debía quedarme allí, de noche, sobre todo con tanta carga emocional. Y luego, lo que me faltaba, para ella, yo tenía la capacidad de atraer todo tipo de energías, cosa que no era buena, si uno no desarrolla técnicas adecuadas para eso.

En un dia, demasiadas emociones, demasiado para pensar, para digerir.

Amaneció, caluroso, húmedo, tedioso, con toda la pereza del mundo me levanté, debía ir a lo de Alma, pues no tenía otra opcion, camine con toda la lentitud que pude.

A medida que avanzaba pensaba en los acontecimientos de la noche anterior, a la vez un sentimiento amargo, mezcla de envidia y vergüenza, no se por que, no podía manejar bien mis sentimientos.

Ahora tendría que tolerar esa mirada de lástima que alma tenía para mi, ella, con su peinado prolijo, su ropa nueva, impecable, su aire de santa ....

Como me torturaba eso, pero si era astuta, todo saldría a mi favor, no podía ser tan malo, después de todo si era tan santa, debía tener en cuenta algunas necesidades mias,  a ver,  otra vez mis pensamientos, no eran buenos, otra vez mi corazón se pintaba una mancha oscura.

No quiero ser mala, pero sin darme cuenta iva pintando mi corazon con pequeñas manchas de envidia y bronca. En fin ya lo compensare de alguna forma, debo hacer lo que tenga que hacer, ja ja ja.

EL LAGO DE LAS ALMASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora