CAPITULO IV

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Alma estaba sentada a mi lado, cuando abri los ojos aquella mañana. Estaba tratando de despertarme, y aparentemente llevaba tiempo allí.

"Hablabas dormida, parecía una pesadilla, extrañas tu casa Aurelia? ".

"Si, ...... nunca dormi fuera de mi casa ", me incomodaba su presencia, pues me sentía en desventaja allí acostada.

"Supe que Murillo estuvo molestandote, no le hagas caso, es un inmaduro ". "Como lo supiste? " "El mismo Murillo me lo dijo, en realidad quiso contarme que lo habías maltratado, pero lo conozco bien Aurelia, siempre sería el, quien molesta, es un poco tonto pero todo parte de su inseguridad ".

Esto me enfureció porque de todas formas Murillo quedaba bien parado. "Como puedes ser tan tonta?  Murillo no tiene nada bueno, solo dice y hace lo que quiere sin pensar en nadie mas que el mismo ".

Alma se mostró molesta y solo dijo algo de mi carácter volátil y que debería pulirlo, abandonó el dormitorio diciendo que tenía que ayudarla con una fiesta que su padre organizó por su cumpleaños.

Esos primeros días fueron un tormento, me sentía miserable, obligada a ser amable por pedido de mi abuela, y para completar el cuadro, acosada por espíritus.

Bajé de mala gana, desayune con Alma, en silencio, y con la mirada de desconfianza de su ama de llaves.  Parecía creer que saldría corriendo con la platería, de un momento a otro.

Comenzamos por ir a la floreria para encargar un arreglo, luego le tocaba el turno a un servicio de comidas, lavandería y comprar cosas de una lista de víveres que no tenía fin. Fue allí que tuvimos la mala suerte de toparnos con Vitorio y Murillo,  ambos de estricto traje, no los reconocí al principio, Vitorio fue quien se hacerco y saludo a Alma, conmigo dudo un segundo, pero también me dio un beso en la mejilla. No note su altura, ni lo bien que le quedaba esa ropa, parecía mayor, seguro, mas hombre. Murillo en cambio era como un niño disfrazado de adulto, no es que fuera feo, no, pero tenía ese aire de inmadurez que en ocasiones parecía rebeldía.

Èl, solo me evitó, saludó a Alma de manera exajerada, y escuchó la conversación que su hermano mantenía con mi "jefa "?, en un momento, Vitorio me preguntó como pacé la noche, " bién, no pude dormir, pero ya me acostumbraré ", una risa se escuchó y Murillo aprovechó para meter su pùa, "claro que no pudo, tenía que hacer un conjuro con su abuela y no pudo, ¿ cuántos hombres comiste ya Aurelia? " Esto me encolerizó, " no los suficientes,  pues tu pequeño cuerpo sería un postre, nada para indigestar "

Su rostro cambió, y parecía a punto de saltarme encima, cuando Vitorio le dijo "Murillo, discúlpate,! Cómo puedes ser tan descortés con una dama! "

Casi giro para ver de quién hablaba, Murillo estaba rojo de furia, pero la mía no era menor.

Ese orgulloso joven me pidió disculpas con una cara que daba miedo, y se las acepté por Vitorio en realidad, porque me cansaba Murillo y su constante asedio.

Pero yo sabía como solucionarlo, no por nada mi abuela era doña

Alba.

Volvimos, el calor del mediodía era sofocante, comimos en un comedor fresco, junto al padre de Alma, era la primera vez que lo tenía enfrente, no era para nada lo que yo esperaba, no era un anciano, era un hombre en sus cuarenta y pocos, moreno, alto, pulcro y muy caballero.

Me dijo señorita Aurelia, casi me muero de la risa, y hablaba con tanta claridad y soltura, que el almuerzo fue muy agradable, no me sentí para nada incómoda. Cuando todos se levantaron todos, yo hice lo mismo, pero esa desagradable ama de llaves se atravesó en mi camino diciendo : "mi lady nos dará el honor de su presencia lavando los platos? "

Solo la miré y me dirigí con todo mi orgullo hacia la cocina .

Terminè mi trabajo y cuando entraba a mi dormitorio, Alma me salió al camino, " puedes ir a lo de tu abuela Aurelia, solo tienes que volver para las ocho, ya que a las nueve treinta tenemos una cena."

Volè a casa de mi abuela, Alma me prestó una vieja bicicleta, ( aprendí a montarla cuando me escapaba de la escuela y tomaba "prestada " la bici de una compañera), así que llegué en un santiamén, estaba feliz de volver, le conté absolutamente todo,  estaba feliz por mí, me pidió que no dejara de intentar buscar mi destino, que solo tenía que leer las señales.

No entendí, pero no le dí importancia.

Me llevé un par de cositas que necesitaba para Murillo y alguna que otra cosa, como amuletos y las piedras rosas (un juego de tres piedras de color ámbar, azul y rosa, que tenían la forma de.rosas y que, según mi abuela, eran volcánicas y muy antiguas, ella las usaba como amuletos de buena suerte) .

Así me despedí, y volví a tiempo para la cena como Alma me lo pidió.

Tenía tiempo extra gracias a la bicicleta y decidí realizar el conjuro para ese niño mimado.

Escribí su nombre en papel blanco, dibujéis un círculo con tiza alrededor del mismo y lo coloqué en medio.

Luego venían los símbolos, allí debía tener cuidado, solo quería domarlo como un caballo y tenerlo como un juguete para que hiciera el ridículo.

Tracé los dibujos,  cuatro, uno para cada signo cardinal, y luego, heché encima, cenizas de salvia. Todo escondido debajo de mi cama. Estaba muy excitada, era mi primer conjuro y quería ver los resultados. "Aprenderás Murillo, aprenderás".

Entré a bañarme y cuando estaba cubierta de jabón, me apareció escuchar una vos,  lejana, de hombre. Seguí con lo mío y esta ves se hizo mas fuerte,  "eso esperaba, eso, ahora sé,  de que lado estás, yo te ayudo y tú,  me ayudas "...

La sangre se me heló, pero cuando pude quitarme el jabón, ni había nada, ni nadie, pero sabía quien era. El mismo del muro, la noche anterior.

EL LAGO DE LAS ALMASTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon