La confesión del jinete de las estrellas

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"Antes que nada fui conciencia. Antes de esta carcasa de carne y hueso fui tan solo una conciencia, una energía flotando en la inmensidad del cosmos. Lo recuerdo. El impacto del Big Bang, el dolor del nacimiento. El fuego de un millar de soles. La forja de los planetas. El hambre voraz de un agujero negro. La milagrosa cadena de coincidencias que germinó la primera vida. Y la toma de conciencia paulatina de mi propia existencia, solitaria en la infinidad del universo, seducida por la perspectiva de que le perteneciera un cuerpo.

Quizás la única diferencia entre yo y el resto de los seres vivos, es que yo conservo las memorias, es que soy consciente de lo que olvida la mente despierta, como si la mía siempre permaneciera dormida y soñando.

Puede que tú y yo fuéramos fragmentos de una misma energía. No, no lo creo, estoy seguro. Por eso siento esta necesidad primaria de volver a encontrarte, de unirme a ti. Somos como imanes destinados a ser uno, incompletos el uno sin el otro. Por eso me atrae irremediablemente tu energía, por eso te encuentro y te reconozco en cada vida, no importa que forma adopte tu cuerpo mortal.

No me crees. Lo sé, lo leo en tus ojos, en esas pupilas cargadas de escepticismo. En el pragmatismo que la ciencia moderna ha impreso en tu mente. ¿Dime, cómo lo soportas? Esa eterna guerra que debes de librar con el misticismo innato de tu alma. Sí, creo que los seres humanos lo llamáis alma. Tal vez eso es lo que soy un alma. Y tú también, aunque te empeñes en no creelo.

Piensas que estoy loco. ¿No es cierto? Y sin embargo, tu corazón se rebela contra todo lo aprendido, todo lo racional, porque tú también lo sientes. La energía que fluye entre nosotros. Capaz de provocar un Big Bang en tu pequeño gran universo."

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