Capítulo 10.

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—Te dije que Max no iba a decirte nada —reprendió Kim cuando estábamos en clase de Historia.

            El profesor Matthew había dicho que nos reuniéramos en equipo y que encontráramos el modo en que murieron los presidentes más importantes de la antigüedad. Cuando mencionó la palabra «equipo», prácticamente todos empezaron a moverse como animales de ganado por el salón. Yo apenas me había acomodado en mi asiento para cuando ya tenía a Kim y Claire en mi mesa, cada una a mi lado.

            —¿Y no le has dicho a tu hermano? —preguntó Claire mientras subrayaba los párrafos del libro de texto con su marcador verde fosforescente.

            —No tengo pensado decírselo. —Consideré que sería demasiado tarde, sabiendo que eran varias cosas que le había estado ocultando.

            —¿Por qué no?

            —Porque se agarraría a golpes con Max de nuevo. Usa tus neuronas, Claire —exclamó Kim, golpeándose la sien con el dedo índice.

            —¡Bien! No te exaltes. —Se defendió ella.

            —Necesito encontrar la manera para que me dejen en paz —murmuré. Tenía que dejar de hablar con ellos y dejar de pensar especialmente en Max.

            —Si quieres yo puedo intentar hablar con Jordan.

            Fruncí el ceño y miré a Kim.

            —¿Estás bromeando? —dijo Claire.

            —¿Qué? Puedo hacerlo. —Se encogió de hombros, mostrando indiferencia.

            —No quiero implicarte en esto, Kim. —Hice que mi voz saliera lo más convincente posible.

            —Guarden silencio —sentenció el profesor Matthew desde su escritorio.

            Pretendimos estar en silencio, pero luego de unos segundos, Kim continuó la conversación.  

            —Yo también quiero respuestas. Necesito saber cómo consiguió mi número de teléfono.

            Claire resopló y dejó de subrayar.

            —Eso es lo de menos. Pudo haberlo conseguido con algunas de tus compañeras. Así que no busques pretextos.

            Y entonces, tuve la sospecha.

            —A menos que te guste Jordan —susurré, esperando su negación. Abrió los ojos como si hubiera adivinado sus emociones y luego bajó la mirada a los apuntes. Claire hizo un gesto de sorpresa, y cuando hablé, mi voz salió un tanto fuerte y aguda—. ¿Es eso? ¿él te gusta?

            —señorita Brown, guarde silencio. —Me advirtió el profesor y sonreí inocentemente mientras algunos compañeros reían por lo bajo. Inmaduros.

            Decidí enfocarme en lo que tenía qué hacer y realizamos el trabajo en silencio. Deseaba invadir a Kim con preguntas. No sabía si estar feliz o molesta acerca de su confesión muda. Por un lado, me alegraba que se viera interesada en alguien, pero ¿de Jordan? Siempre lo juzgaba, decía que era el «pisa-talones» de Max y que odiaba su actitud reservada. Tal vez su odio no era exactamente cierto, después de todo.

Cuando terminó la clase, Kim fue la primera en salir y de ninguna manera iba dejar que se escapara. Le dije a Claire que la vería luego y me deslicé por los pasillos, equilibrando mi mochila en el hombro. Me disculpé con los demás cada vez que topaba con ellos. Seguí trotando y aumenté la velocidad cuando vi el cabello cobrizo de Kim volando por los aires mientras huía. Se desvió hacia lo que supuse era su otra clase y gruñí. Iba a perderla y yo necesitaba saber qué pretendía.

            Apresuré el paso y cuando doblé la esquina del pasillo, choqué con un cuerpo masculino. Hubiera caído de manera vergonzosa sino me hubiera sujetado de sus hombros. Sus manos viajaron a mis caderas, y como la cobarde que era, lo solté. Lo miré y por un momento tuve la esperanza que fuera Max. Tuve que sacudir la cabeza ante tal pensamiento innecesario.

            El chico sonrió con simpatía y me aclaré la garganta. No lo había visto antes. Tenía el cabello corto en color negro y sus ojos eran de un castaño oscuro.

            —Lo siento —dije, sintiendo las mejillas ardiendo.

            —No hay problema —respondió amablemente.

            Asumiendo que la conversación había concluido, asentí y lo esquivé, pensando en que Kim se había salido con la suya.

            —Oye, ¿podrías ayudarme? —lo escuché decir y me giré hacia a él. Hizo una mueca y acomodó la mochila en su hombro—. No tengo idea de dónde está la clase de física.

            Fue entonces que entendí. Era el nuevo estudiante. Había tropezado y tocado al nuevo estudiante. A parte de pensar que Claire iba a morir de celos cuando se lo dijera, me di cuenta que no era arrogante o tenebroso como esperé que sería.

            —Claro, yo también tengo esa clase en la siguiente hora. Sólo déjame voy por mis libros. —Me siguió y abrí el casillero. Guardé y saqué lo necesario. Lo cerré y busqué por última vez a Kim con la mirada. Íbamos a tener una conversación pendiente—. Me llamo Emily, ¿y tú? —pregunté cuando comenzamos a caminar por los pasillos mientras otros estudiantes hacían lo mismo.

            —James. Un gusto, Emily. —Volvió a sonreír y le devolví la sonrisa.

            Miré hacia al frente y lo primero que vi fue a Max. Tenía el cuerpo descansando rígidamente contra su casillero con una mirada dura en su rostro. No me miraba. Sus ojos estaban enfocados en James. Pasamos a su lado y siguió mirándolo amenazadoramente hasta que nos alejamos.

            Llegamos al salón justo antes de que la profesora Leyva entrara. James tomó asiento detrás de mí y me contó por qué había ingresado a ésta universidad. Dijo que había venido a Zyville con el propósito de visitar a sus familiares. Luego de varios días, el clima templado, la tranquilidad de las calles y la naturaleza que nos rodeaba lo convenció en mudarse. Estaba acostumbrada a escuchar cumplidos como ése. La ciudad era pacífica y los bosques predominaban en el lugar. Sinceramente, me gustaba vivir aquí.

            —Finalmente terminó la última clase —dijo, una vez que dieron el timbre.

            —Me alegro que hayas sobrevivido este día. —Guardé mis cuadernos y tomé la mochila.

            —Sí, pensé que no lo iba a lograr. —Rió y salimos del aula.

            —Eres todo un ganador —bromeé mientras los pasillos volvían a llenarse de estudiantes.

            Se encogió de hombros y me sonrió.

            —¿Volveré a verte?

            —Tenemos física todos los días de la semana, además creo que compartimos otras tres clases juntos, así que sí, volveremos a vernos.

            Era agradable hablar con James. Era simpático y amigable.

            —Genial, me alegrarás las clases con tu compañía.

            Me sonrojé y sacudí la cabeza. La sonrisa se esfumó de mis labios cuando vi a Max. Venía acercándose con expresión furiosa. Los demás, como buenos obedientes, se apartaron disimuladamente. Me convencí que no tenía por qué sentirme asustada, él no podía golpear a James sin ninguna razón.

            Pensé que nos esquivaría, pero luego se interpuso en nuestro camino. James, ajeno a la situación, frunció el ceño confundido por su presencia repentina. Max lo observó de arriba a abajo con repugnancia y me miró con un destello indescifrable reflejándose en sus ojos.

            —¿Podemos hablar? —susurró, con desesperación.

¡Feliz día del libro!
Aprovecho para recordarles que las actualizaciones serán los martes, jueves y sábados.

Atracción Mortal ✅ [ Disponible en físico ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora