1: ¿Qué se hace aquí?

96.8K 7.7K 6.1K
                                    

CAPÍTULO 1: ¿Qué se hace aquí?

D A R I O

"Te engañé con Manuel porque coges del asco. Tu pene no me hace sentir nada, ¡el de él sí! Terminamos, ¿me oyes? ¡Terminamos!".

Finalizo la amarga historia mientras doy un sorbo a mi café que ahora está helado y sabe asqueroso.

—¡Pero qué cabrona! —Carlos se burla de mí abiertamente y no soy capaz más que de sentirme avergonzado—. Te lo pudo haber dicho con cariño la desgraciada, wey, chale.

—Cállate, Carlos. Si quieres te pongo un altavoz, reverendo idiota. —Pongo una de mis manos en la frente. No solo siento vergüenza de mi problema, sino también ahora de mi amigo que ya ha captado la atención de algunas personas en la cafetería. Me acerco un poco a él y comienzo a susurrar—: ¿Crees que había una manera bonita de decir "tu pene no me hace sentir nada" como ella lo dijo, cabrón?

—Sí, por supuesto que sí. —Asiente y se pone pensativo, luego logro ver que quiere reírse, pero se aguanta. Me preparo para una estupidez—. ¿Tu manguerita no avienta agua? ¿Tu boiler ya no calienta? ¿Tu chile es del que no pica? ¿A tu huevo le falta sal? ¿Tu pajarito ya no vuela? ¿Tu lápiz ya no pinta?

Le golpeo la nuca por ocurrente. Él vuelve a decirme otra cosa que no quiero ni entender y le pido que nos vayamos, porque está por anochecer y necesito dormir. Debo descansar, ya que mañana es mi primer día de trabajo en la universidad. Me siento tranquilo cuando acepta.

—Ya, perdón por mis babosadas. Espera. —Le llama a la mesera para pedirle la cuenta—. No te me agüites, carnal, sabes que esa mujer igual no era la indicada, debió pensar en cómo arreglar esto, no ir a las primeras de cambio a comerse a Manuel y...

—Ya, no me estás ayudando en nada.

—Ya sé, ya sé, por eso digo que esperes, porque tengo tu solución, es perfecta. ¿Te la doy mañana o ahora mismo? Te prometo que servirá, te van a curar el pito, te lo juro.

Me siento tan desesperado que le digo que lo diga ahora, sin pensar en las tantas estupideces que este amigo mío podría decir, nunca se le acaban.

***

Suspiro. Esto es completamente absurdo. Es como si estuviera por hacer algo realmente estúpido... Ah, esperen, lo es, es una locura. Como lo dije, mi amigo es un ocurrente. Carlos me dijo que esto podría servir de ayuda con mis problemas, pero entre más lo pienso más anormal me parece.

—Ahí te curan el pito. Solo dile qué tienes —repitió antes de burlarse más y por fin despedirse de mí.

Como si a una extraña le importara, aunque, claro está, esto no sea para desahogarme, porque de ser así, me hubiera servido con Carlos esta tarde. Cuando le hablé con la verdad sobre por qué me dejó Esmeralda.

—Vamos, tú puedes —me doy ánimo, no muy seguro. Miro de nuevo la tarjeta que Carlos me dio y rasco mi nuca.

¡No seas un cobarde, Darío! Me recrimino. Pero de verdad que lo soy, lo estoy siendo ahora mismo y no me llama la atención dejar de serlo.

Mi teléfono suena entre mis manos, es Esmeralda. Hija de puta, todavía tiene el descaro. No sé para qué llama, no la entiendo. Eso me desconcierta, aunque también es lo que me motiva a intentarlo de una buena vez. Le rechazo la llamada y me decido por marcar al número de la tarjeta. Está en rojo con rosado junto al nombre del lugar hecho con las letras en cursiva pero se leen claramente.

El virgen que llamaba a la línea erótica© [AYOD #1]Where stories live. Discover now