La tierra muerta

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Blaise y Roman pasaban las horas en la bodega. No había momento en el que Roman no dejase de tratar de continuar con el interrogatorio de Blaise, pero ya ni le negaba hacerlo. Lo vivido en El Canal del Bretón dejó en Blaise una pequeña herida en algo más que su orgullo.

–Blaise–Dijo Roman–Tienes que olvidar todo lo que ha pasado en el puerto.

–Qué más da, si somos los más buscados de los Familiae.

–¿Y qué? ¿No era eso lo que queríamos?

–Queríamos un golpe de estado silencioso. Sin que ellos lo supieran. Y ahora nos persiguen todos en el continente. No se hasta qué punto habrá llegado en Soror.

–En Soror estaremos a salvo. La política del Santíssimo no ha durado mucho en esa tierra de libertad.

–Te equivocas. Según registro que "confiscaba" a mi padre, se enviaba muchos agentes de culturalización de Soror. Se enviaban misioneros, aliados económicos, ministros selectos, e incluso se envió a los "Guerreros de tinta".

–¿Guerreros de tinta? ¿Quiénes son?

–Pregúntate qué son–Dijo Blaise–Nadie, ni siquiera el Santíssimo los ha visto. Son asesinos personales de Mater. El Santíssimo los contrata firmando una carta escrita en tinta muy líquida; Cuando los guerreros de tinta la recogen y matan a su objetivo, la devuelven al Santíssimo envuelta en sangre de una arteria de la víctima, es decir, sangre muy densa.

–¿Cómo sabes eso?

–En los nombramientos, el Santíssimo se hizo cargo de entregar los títulos en su palacio en Mater. Yo estuve allí y vi la ceremonia de tal siniestra solicitud.

–¿Conoces al Santíssimo?

–Y todo lo que le rodea–Responde–Por suerte para nosotros, los guerreros de tinta han sido duramente criticados públicamente por el Santíssimo, y sus servicios han comenzado a disminuir porque sus encargos iban siendo o demasiado efectivos o lo incumplían sin motivo conocido.

–Pero eso es bueno.

–Tal vez para nosotros y para la campaña publicitaria del Santíssimo. Aunque nunca los he visto actuar solos.

–Entonces, no hay que tener miedo.

–Ya no sé hasta dónde hemos llegado.

–Por ahora, a la costa de Soror.

–¿Ya llegamos?

–En breve–Responde Roman y cambia de tema–Blaise, ¿qué buscaremos en Soror?

–Según demostró la historia, Soror es una tierra de libertad. Una pequeña adaptación del nuevo mundo, pero en las fronteras del continente. Las plazas suelen ser sitios de referencia para empezar, como en Pater.

–Tuvimos suerte.

–¿Nosotros? ¿Suerte? Te dispararon, mataron a los caballos, casi me matan en París y se nos está acabando el oro. Y para más colmo, nos somos lo más buscado en el continente.

–¿Volvemos a lo mismo, monsieur?

–No. Salgo a ver si hemos llegado.

–¡No me evites Blaise!

–No eres mi padre para mandar en mí.

Blaise salió de la bodega antes de que Roman pudiera detenerlo o seguir hablándole. Blaise tenía la mala costumbre de no seguir una pelea en la que él pudiera verse afectado moralmente; Siempre que hacía esto, contaba un motivo u otro y rara son las veces que coincidían. No quiere herir a nadie, tenía miedo, no merecía la pena... Cosas dispares.

La cruzadaWhere stories live. Discover now