VIII. The truth

687 89 10
                                    

A ambos hermanos les dolía mucho el cuerpo por dormir en el suelo, con la mínima diferencia de que él estaba en el suelo del pasillo, y ella, durmiendo en las montañas con un chico desconocido.

¿Tu padre? preguntó Aria esa noche, con la luz de la vela que se movía por causa del viento y formaba luces en el techo.

Ajá. Venía solo, se había perdido y encontró el pueblo de casualidad.

''No fue casualidad'' pensó ella.

<<Cuando era más pequeño, me contó que Joseph no era mayordomo, si no que dirigía la casona. Todo era diferente aquí, la gente era... normal, o casi normal. Había vida en las calles, y la mansión sí era una mansión. Blanca, con pomos de oro y llena de cuadros. No sabía cuánto tiempo tendría que quedarse porque su auto de había fundido en el camino, y mi abuelo le ofreció una habitación. Ahí fue donde conoció a mi madre.

Ella era la hija de Joseph. Trabajaba de recepcionista, y mi padre siempre decía que fue amor a primera vista las comisuras de Dean se elevaron imperceptiblemente, pero Aria se dio cuenta. Nunca se fue del pueblo, consiguió trabajo como mecánico y se casó con mi madre. Solía decir que en los últimos años de su vida, veía algo triste en sus ojos, como si supiera que iba a morir y no pudiera hacer nada al respecto, ¿Sabes?

Después de que yo naciera, ella simplemente... desapareció. Sin funeral, sin lágrimas derramadas. Nada. Supe que había muerto años después, antes creía que se había ido de vacaciones, pero al crecer entendí que nadie se toma vacaciones de tres años una risa áspera salió de sus labios. Y bueno, luego sucedió lo que ya te conté.>>

Aria se quedó en silencio. Le costaba imaginar cómo había sido todo hace veinte años, un lugar alegre, o cercano a la alegría, donde una pareja de jóvenes repleta de sueños había sido feliz. Tampoco podía imaginar a Joseph en el pasado, y no con su moño y cabello blanco como la leche.

Pero cuando pensó en el hecho de que el padre de Dean tuvo exactamente el mismo problema que su familia con el auto, y que luego se hospedaron en el mismo lugar... se le pusieron los pelos de punta.

Tal vez fue una coincidencia... murmuró más para sí misma que para Dean.

Niña, las coincidencias no existen respondió él seco mientras movía en sus manos uno de los tantos cuchillos que estaban en la cocina.

¿Y entonces? Déjate de tantas vueltas y ve al grano de una vez.

Un hilillo de sangre comenzó a correr por la muñeca de Dean desde la punta del cuchillo, pero este parecía no darse cuenta Nunca podría llegar al grano. Los secretos que se esconden tras las paredes de esa casa son tantos... que moriré sin saber la mitad.

Hace un rato me dijiste que no entendías por qué aún no me atrapaban, explícame eso.

Dean respiró hondo y al exhalar el aire de sus pulmones formó una nube blanca. Se levantó de la silla y caminó alrededor de la mesa. Se puso detrás de Aria y apoyó las manos a cada lado de la silla.

No preguntes lo que no quieres saber... susurró en su oreja, con el aliento frío como un témpano.

Todo era oscuro. Escuchaba gritos sin cesar, lamentos, llantos de agonía. Sentía sangre correr por sus manos y su cuerpo temblaba demasiado. Cuando pensaba que no podría soportarlo más y que finalmente las sombras que inundaban sus ojos lo matarían, un haz de luz cegó su vista, y las sombras chillaron de horror. Su cuerpo se sentía cálido, y una mano se acercó y tocó su pecho...

Shadowtown ©Where stories live. Discover now