Cap 50: Alianza

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Como si de un imán se tratara sin mirar a nadie caminó con paso presuroso en dirección del muchacho.

―¡Zafrán! ―gritó llamando al aludido, pero este pareció no escucharla ―¡Zafrán! ―volvió a llamarlo, intentando desesperadamente llegar a él, pero el bullicio alrededor y la cantidad de gente que se le interponía demoraban su llegaba e incrementaban su desesperación.

Ése era su mentor. Su maestro. El mejor amigo de Kay. Si él estaba allí, implicaría algo ¿verdad? Eso podía significar alguna pista de Kay, algo de él, alguna información, alguna noticia verdadera, necesitaba llegar a él. Saber, y él era el único que podría decírselo.

Su mente era un caos, su enfoque era solo un punto, sus oídos estaban sordos, no escuchaba nada, no escuchaba a nadie, solo intentaba llegar a él, debía llegar a él.

―«¿Qué es lo que pasa?» ― preguntó Ian.

―No lo sé, M… tu hermana parece atraída por ese americano ―dijo Lenard sorprendido siguiéndola de cerca incapaz de poder hacer algo más.

«¡¿Americano?!» ―preguntó más que intrigado.

Ian no se explicaba quién podría llegar a ser ese sujeto que llamaba la atención de su hermana al punto de negarse a escucharlo. No lo sabía, pero no pensaba arriesgarse.

«¡Sácala de allí!» ―ordenó por el interlocutor ―«llévala a cualquier lugar de lejos de la fiesta, nosotros los seguiremos»

―De acuerdo ―dijo Lenard no muy convencido y logrando alcanzar a Melina la tomó del brazo deteniendo su carrera jalándola hacia atrás ― ¡Detente mujer!

Melina lo miró sin ver, con un grácil movimiento se liberó de su agarre y siguió su camino. El joven al cual intentaba alcanzar pareció percatarse de las intenciones de la muchacha y mirando a ambos lados se dirigió a la salida más cercana, que daba con el jardín lateral.

―¡No! ―casi gritó Melina apresurando su carrera ― ¡Espera! ―gritó corriendo hacia el final del pasillo.

«¡¿Katniss que te pasa?!» ―preguntó alguien por el auricular ― «¡Reacciona!» ― pero ella no escuchaba razones.

―Espera, espera… no te vayas… ―susurraba empujando a todo aquel que se interpusiera en su camino.

«¡Lenard detenla! ¡No debe salir de la mansión!»

―¿Por qué? ¿Qué pasará si sale? ―preguntó en su carrera por alcanzarla nuevamente.

«¡Tú solo hazlo!»

Intrigado por la orden la tomó del brazo nuevamente y la arrastró en contra de su voluntad hacia uno de los corredores que parecía estar vacío. Un par de ojos curiosos siguió su camino.

―¡Carmelia basta! ―gritó inventando un nombre ―sé que parece ser tu hermano, pero no lo es, entiende que él está muerto, falleció hace más de un año mi amor, ¡por favor entiéndelo!

Melina sintió un baldazo de agua fría, sus palabras le habían dado donde más le dolía, tenía los recuerdos del pasado tan frescos que dolía, la fiesta había sido simplemente un recordatorio de sus días con él. De los momentos con él, un recordatorio de él, de Kay, de su ausencia… y de su muerte.

―¡NO! ―lloró. Ella se negaba a aceptar esa verdad, ella no quería aceptar, aunque todo apuntaba a que era cierto, ella se negaba a creer que Kay estuviera muerto― ¡no es cierto! ―gritó tapándose los oídos en un afán desesperado ―¡No está muerto! ¡CALLATE! ―gritó.

Enamorándose del demonio #BNEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora