Cap2: Atrapada

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Corrí como alma que lleva el diablo, no sabía dónde estaba, sabía que tenía que volver, pero no me animaba, temía que ese sujeto aun estuviese rondando por allí.

Ya había pasado un buen tiempo desde que me separé de mis amigos, de seguro estarán preocupados por mí, pero no tenía forma de comunicarme con ellos, ninguno de esos idiotas tenía su celular con ellos, yo me incluyo en el grupo, tampoco traje mi celular. Cuando pude recuperar un poco el aliento sin sentir tanta paranoia, busqué una cabina telefónica para llamar al hotel y averiguar si alguno de mis amigos ya regresó.

Pero al abrir mi bolso en busca del número telefónico, me extrañó de sobremanera no encontrar mi billetera, intenté recordar que había hecho con ella, ¿la habría olvidado en la tienda? ¿Se me habría caído en el camino? ¿Dónde estaba? No podía recordarlo, mi mente aún se hallaba aturdida, y mientras más intentaba recordar, más me dolía la cabeza. Comenzaba a marearme, lo cual no era una buena señal.

Decidí preguntar, vagamente recordaba la ubicación del hotel, así que como preguntando se llega a Roma, fui preguntando por la ubicación del hotel a las personas con las que me topaba, luego de un buen tiempo logre dar con el lugar, mis amigos estaban seriamente molestos conmigo, porque me creían perdida, y por poco que si lo estaba, no estaba de humor para discutir, así que con una muy cálida y tierna mirada los mande a callar a todos.

Era de noche para cuando había logrado llegar al hotel, estaba completamente agotada y sin mirar a nadie más, me dirigí a mi alcoba, tome una ducha relajante procurando no pensar en los acontecimientos previos y me metí a la cama; mañana teníamos una presentación en la cantonata, y luego de eso una semana libre para descansar o mejor dicho para practicar hasta el siguiente festival en el que participábamos.

Ya en mi cama recostada y a contra de mi voluntad mis recuerdos me llevaron a lo sucedido en la tarde, un escalofríos me recorría la columna vertebral cuando analizaba la situación. Porque si lo pensaba con la cabeza fría, pude haber muerto, o haber sido secuestrada, ese tipo no se venía con juegos, ¡era verdaderamente un gánster! ¡como el de las películas! ¡Y lo peor de todo es que este lio comenzó por un estúpido comentario!

¿Y si vuelve a buscarte? ―otro escalofríos recorrió mi espina dorsal ―definitivamente, tienes que controlar tu mal genio ―me repetía suspirando de tanto en cuando.

― ¿Que sucede? ― me pregunto Ariel.

― ¡¿Que?! ― pregunte sorprendida, estaba a mi lado y no me di cuenta en qué momento se acercó a mí ― Nada ―mentí.

― No me mientas, sabes que me doy cuenta cuando lo haces.

― Lo se… ―suspiré nuevamente ―es solo que no quiero hablar de ello por ahora, ¿te molestaría preguntármelo luego? Porfa ―sonreí.

― Esta bien― y se quedó callado a mi lado viendo el cielo nocturno.

A lo largo de los años, Ariel y yo habíamos desarrollado una muy buena comunicación, era una de las pocas personas con las que podía contar para todo, y con las cuales me sentía más… yo, una de las pocas personas con las cuales podía ser yo misma sin necesidad de estar escondiendo nada, no me animo a decir que nos contábamos todo, pero si la gran parte, compartíamos muchos secretos y nos ayudábamos entre nosotros cuando estábamos en problemas.

―Estas segura que estarás bien hasta mañana ―volvió a preguntar, mi estado anímico de seguro no era muy prometedor, pero no quería preocuparlo con cosas que de seguro, lo alterarían mucho.

―Estoy bien Ariel, estaré bien, es tarde, ve a descansar, mañana tenemos un festival antes de tomarnos un merecido descanso.

―Está bien ―dijo y se retiró a la alcoba de chicos donde descansaba ―buenas noches brujita.

― Buenas noches Ariel ―le respondí.

― ¿Brujita? ―preguntó Laura, ella era una de las pocas chicas de la delegación, bueno, para ser más exactos, la única aparte de mí, era una chica sociable, alegre, un poco reservada, curiosa y renegona, en resumen muy parecida a mi, asumo que por eso nos llevábamos bien.

― Sep, brujita, es un sobrenombre que me dieron en casa, él lo adopto también, y suele llamarme así cuando está preocupado por mí, o cuando sospecha que estoy escondiendo algo.

― Y… ¿que estas escondiendo? ―me preguntó, la mire divertida y sacándole la lengua le respondí.

―Si te contaría, ya no sería secreto, ¿no te parece? ―me reí ―vamos a dormir Lau, mañana tenemos muchas cosas para hacer, y nuestros pobres pies no van dar.

Con recelo me siguió inconforme con mi respuesta y nos fuimos a dormir.

Al día siguiente muy temprano como siempre nos despertó el director, así que nos levantamos y cambiamos para el nuevo festival de hoy, el festival de Ferrada es uno de los más grandes festivales de Italia, caracterizado por ser festival callejero, todos los participantes tocan los instrumentos de su país, en las calles como si fuera una demostración callejera, así que por ello, tener la oportunidad de participar es un gran logro, estuvimos dos semanas enteras bailando y cantando por aquí y por allá, y hoy nos tocaba el ultimo, luego deberíamos esperar a ver las elecciones finales, donde solamente 10 grupos de los más de 350 que participan serán seleccionados como los mejores por los jurados.

―Hoy es el último día para demostrar que tan buenos somos ―le dije a Laura.

―Así es Mel, ¡vamos a por todas! ― me dijo mientras salíamos del departamento.

Cuando ya nos encontrábamos en la calle, pude sentir que alguien me observaba, con una mirada penetrante, busqué por todas partes con el mayor disimulo posible, pero no encontraba nada.

―¿Que buscas? ― me pregunto Ariel.

―¿Eh? ¿Yo? Nada ―le respondí rápidamente pero sin dejar de buscar por los alrededores con la mirada.

―Mentirosa… ―me dijo punzándome la nariz con su dedo índice ―me estas mintiendo pinocho, anda dime ¿que buscas?

― Nada, ¡en serio! ―le conteste divertida ―yo solo… ― y cuando estaba por agregar algo más lo vi.

Allí sentado en la banca del frente del edificio medio escondido entre las sombras estaba el sujeto de ayer que me miraba con una sonrisa burlona, un escalofríos recorrió mi espina dorsal.

― Mel, ¿estas bien? ―Ariel me zarandeaba levemente ―te pusiste pálida, ¿te encuentras bien? ¿Que viste? ―me pregunto preocupado.

Lo mire sin ver, no lo podía creer, ¿me había seguido? Era un sueño, debería ser una pesadilla, no podía ser verdad. Volví a fijar la vista en el mismo punto pero no vi nada.

Estas paranoica Mel, ¡contrólate! ―me dije a mi misma.

― Llego el bus, ¡vámonos! ―nos ordenó el director.

Ante mi imposibilidad de movimiento por la impresión, Ariel me tomó por los hombros y me empujó hacia el bus, mientras que de las sombras de un árbol, un hombre alto de pelo castaño sonreía mientras miraba el bus que se perdía en la lejanía.

― Te encontré conejita.

Continuara….

Enamorándose del demonio #BNEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora