Cap11: Parecido

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Melina a diferencia de lo que hubo imaginado o esperado, tuvo una noche tranquila y relajante como no la había tenido en mucho tiempo, sin sueros veneno y demás traumas compartiendo de buena compañía y un placentero descanso.

Durante toda la noche Kay veló su sueño de una manera apacible, recostándose al lado suyo brindándole calor y acariciando su cabeza como si fuera un cachorro hasta caer dormida.

En resumen, una velada encantadora, pero el encanto termino al abrir los ojos y volver a la realidad. Cuando logró enfocar con claridad, lo primero que reconoció fue un par de hermosas orbes verdes que la miraban con curiosidad.

“Esa mirada…”―pensó, evocando vagos recuerdos, los cuales él esfumo ni bien abrió la boca.

―¿Sabías que roncas al dormir? ―preguntó sacándola por completo de su ensoñación.

―¡¿Qué?! ―preguntó entre sorprendida, molesta y somñolienta.

―Roncas… al dormir… ―repitió en tono burlón.

El comentario la desubicó, ¿es que acaso ese tipo no conocía los modales? ¡¿Qué manera de despertar a alguien era esa?!

―Que demon…

―Pero ese pequeño detalle hace que me den unas ganas locas de callarte a besos ―respondió acercándose peligrosamente.

Su cercanía y ese nuevo comentario fuera de lugar la dejó helada, nerviosa y congelada, pero antes de que pudiera acercarse siquiera lo suficiente, sus reflejos hicieron acto de presencia anticipando cualquier movimiento alejándolo de ella de un empujón.

―¡¡Quítate!! ―protestó roja hasta las orejas.

La carcajada que soltó Kay fue tan melodiosa, fuerte y sonora que Melina estaba segura pudo escucharse hasta el otro lado de la mansión

―¡¡Ya cállate!! ―reclamó avergonzada tirándole una almohada a la cabeza.

El muchacho andaba medio tirado en el suelo partiéndose de la risa sujetándose el estómago, Melina no pudo menos que sonreír con él, era cómico verlo en ese estado y de esa manera. Incorporándose nuevamente Kay se acercó al borde de la cama limpiándose una lagrimita rebelde que salió de sus ojos por tanto reír.

Sin decir una palabra más se apoyó en el borde de la cama y la contempló sin miramientos.

―Te vez mucho mejor ahora ―dijo ―ayer me diste un susto de muerte.

La intensidad de su mirada era tan penetrante que Melina sentía que la atravesaba por completo sonrojándola. De manera casi inconsciente Kay estiro la mano hasta alcanzar la de ella y se dedicó a observarlos con detenimiento jugando con sus dedos por un momento hasta volver la a mirarla fijamente.

―Me asustaste.

―Lo… sien…to… ―dijo completamente apenada ―no quise… preocuparte, lo siento ―volvió a disculparse mientras él seguía jugando con sus dedos entrelazándolos con los suyos sin quitarle la vista de encima.

La fuerza de su mirada la obligó a voltear la vista, pero pese a eso aun podía sentir sus ojos sobre ella como dos brazas ardientes envolviéndola por completo, sintiéndose repentinamente tímida y cohibida.

Al verlo distraído jugando con su mano, Melina cayó en cuenta de algo que la desubico por unos instantes. ¡¿Porque se estaba disculpando de algo que no fue culpa suya?! Era completamente ilógico, pero sentía la necesidad de hacerlo.

Kay se sentía extrañamente abatido y aliviado, incorporándose se acercó a ella y tomando ambas manos entre las suyas las besó lenta y pausadamente cerrando los ojos tornando las mejillas de Melina de un precioso tono rosa carmesí.

Enamorándose del demonio #BNEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora