Cap33: Descubiertos

589 21 0
                                    

Lenard estaba que echaba chispas por todos los lados, había sido un día demasiado caótico, y lo peor era que aún no terminaba. Su curiosidad innata lo estaba matando, necesitaba por lo menos hallar alguna pista, algo que lo guie hacia su nueva presa, así que a pesar de estar ya muy entrada la noche, el aún seguía en su despacho buscando información en la red referente a Filippo, cualquier información relacionada con él, tanto en los informes policiales, como en los periódicos amarillistas desde hace cuatro años atrás. Uno nunca sabe la valiosa información que algunos llegan a publicar sin darse cuenta, o que fotografías claves pueden publicar sin enterarse siquiera.

Unos suaves golpes en la puerta lo sacaron de su concentración. En la puerta de su despacho una tímida muchacha llevaba una bandeja con lo que parecía café caliente.

―¿Dorothy? ―preguntó extrañado ―¿Qué haces aquí? Pensé que ya te habías retirado igual que el resto.

―Pensé que le gustaría tomar una taza de café ―sonrió tímida.

Lenard le devolvió la sonrisa agradecido. Ésta muchacha realmente podría llegar ser sumamente tierna y atenta por momentos, lastimosamente ella no entraba siquiera por poco a su lista de intereses, no por simplemente no ser su tipo, si no, porque ella a pesar de no aparentarlo, era muchísimo mayor que él. Aunque si lo pensaba con la cabeza fría, él se metió con mujeres muchísimo mayores que él, así que asumió que era una excusa para no mezclar trabajo con… placeres.

―Pasa ―le dijo e hizo espacio entre sus papeles para colocar la tasa.

―¿Le… molesta si lo acompaño a tomar el café? ―preguntó con un leve tono rosa en las mejillas.

―¿Me harías compañía? ―preguntó sorprendido, Dorothy nunca antes se había ofrecido a acompañarlo, se notaba que la muchacha se estaba volviendo más temeraria ―pero claro ―respondió ―sería un honor ―inmediatamente Dorothy salió del despacho y entró en menos de un segundo con otra taza de café humeante ―veo que ya venias preparada ―sonrió.

Ella no respondió, simplemente se sentó frente a él, y juntando todo el valor del cual se sentía capaz intentó formular frases adecuadas para iniciar una conversación.

―¿Se quedara hasta tarde nuevamente detective? ―preguntó mirando su taza como si fuera la cosa más interesante del mundo levantando la vista de cuando en cuando.

Lenard vio en su reloj de pared que daban más de las doce, y con un suspiro cansado tomo un sorbo de su café.

―Debes reducirle la cantidad de café que le pones a mi taza Dorothy ―exclamó haciendo muecas con la cara, nunca le gusto el café concentrado.

―Pensé que sería lo más adecuado para usted detective ―respondió un poco apenada ―ya que se halla tan ajetreado, estresado y con tanto trabajo, pensé que un poco de café cargado lo ayudaría a despabilar ―se defendió nerviosa.

―Bueno, pues… muchas gracias por la intención ―respondió con sinceridad ―Pero no está de más pedirte que para la próxima solo le pongas media cucharadilla no media docena ―sonrió amablemente ―de lo contrario estoy seguro que no podré pegar los ojos ¡En una semana! ―exclamó jovial, soltando una sonrisa divertida, a la cual Dorothy pudo acompañar.

―Lo tomaré en cuenta para la próxima vez ―respondió feliz.

―¿Vives sola? ―preguntó Lenard provocando que Dorothy casi se atragante con el café.

―¿P… por… q… que lo p… pregunta? ―preguntó roja hasta las orejas.

―Porque son más de las doce ―dijo Lenard señalando con el dedo índice el reloj de la pared ―y es peligroso para una mujer andar sola por las calles a estas horas. ¿Tienes coche?

Enamorándose del demonio #BNEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora