Cap 18:Despertar

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Los avances en cuanto al nuevo suero eran lentos, pero la recuperación de Mel iba en aumento, aun no despertaba, pero su cuerpo ya se mostraba en mejor estado de salud.

― Hola bonita, ¿Cómo estás? ― sonrió dándole un beso en la frente.

Esa se había convertido en su rutina durante la última semana, cada que salía o llegaba, antes de acostarse y al despertar, pasaba a verla, ella solo dormía, cerrando los ojos como si solamente durmiera.

Y en efecto así era, el veneno la había dejado en un estado de coma, pese a que su cuerpo parecía reaccionar a todo, su mente se negaba a despertar.

― ¿Señor?, ― llamo Sebastián a la puerta.

― Que novedades me traes ― respondió Kay sin apartar la vista de Mel, a quien acariciaba el rostro con suavidad y adoración.

― La cura Señor, ― sonó emocionado ― la encontramos.

Kay volteo la mirada rápidamente hacia él, quien se mostraba claramente feliz, y luchaba por no mostrar una sonrisa de oreja a oreja. Sebastián se hizo a un lado, y tras suyo paso Sora, con una bandeja con algunos instrumentos quirúrgicos.

― Por fin la encontré señor, ― sonrió, complacida con ella misma.

Kay no respondió con palabra alguna, simplemente se apartó, y dejo que Sora le inyectara el antídoto, que devolvió casi de inmediato el color faltante a sus mejillas, y la vitalidad que parecía irse extinguiendo de a poco.

La reacción inmediata fue una tos seca que provoco espanto en todos y alegría a la vez, ya que hizo que todos los sentidos de Mel despertaran inmediatamente, debido a la intensidad de la tos, ella misma, por su propia fuerza se incorporó y siguió tosiendo buscando con la vaga mirada un vaso con agua o algo que aliviara esa molestia.

Inmediatamente entre sus dedos fue depositado un vaso con agua tibia que bebiéndola de un trago alivio sus pesares.

― Gracias ― fue la respuesta de Mel con una voz sumamente rasposa.

Los ojos de todos estaban sorprendidos, pero la mirada de Kay y la de Sora mostraban una alegría única, Sora estaba al borde de las lágrimas, y Kay no se quedaba atrás, el solamente pudo abrazarla, y sostenerla allí hasta que ella le pidió que la soltara un poco que se sentía mareada.

― Recuéstate ― era la voz de Kay que sonaba como la de un anciano agotado.

Mel lo miro de reojo, se veía cansado, con un aspecto que lo hacía lucir mayor, en un acto reflejo estiró su mano hasta tocar las líneas de estrés que se habían formado debajo de los ojos, que presentaba visibles muestras de cansancio.

― Estas cansado ― fueron sus palabras mientras le acariciaba el rostro.

Kay tomo su mano entre las suyas, se las llevó a la boca y le dio un beso.

― Pensé que te iba a perder… ― abrió los ojos y le sonrió ― gracias por volver.

Ella no sabía porque, pero se sentía acongojada al verlo así, ¿Porque le importaba tanto? No lo conocía mucho tiempo, pero aun así, este muchacho estaba dejando huella en su muy arisco corazón.

― Estoy bien ― respondió Mel con una voz apenas audible.

― Señor, perdone pero debo revisarla ― dijo Sora acercándose a la pareja, con un estetoscopio en el cuello, ― necesito verificar sus signos vitales.

Kay no respondió, solo asintió con la cabeza y le dio un poco de espacio, pero sin quitar la vista de ella, y sin soltarle la mano, Mel por su parte no podía quitar los ojos de él, el verlo cansado, agotado, la ponía extrañamente ansiosa, quería aliviarlo, relajarlo, sin quererlo, estaba realmente preocupada por el, nunca antes lo había visto así.

Enamorándose del demonio #BNEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora