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Me quedé toda la tarde pensando en Valeria y en Noah. No dudé un segundo en la noche e ir a su casa a visitarlos. Me detuve en la pizzería para llevar la cena y en la heladería para el postre; fui al supermercado y compré todo tipo de alimento para llevar. No quiero dar una impresión cuando llegue, sino una buena.

Me dirigí a casa y toqué el timbre. Valeria no tardó en abrirme, tenía un camisón puesto y unas simples bragas, no le despegué los ojos de las tanguitas y tuve un deja vu, hice lo mismo hace dos años.

— ¿Qué se te ha perdido en mi trasero Richard?— Valeria ríe.

— Noah— contesto rápidamente—. ¿Dónde está Noah?

— Está dentro— ríe por como cambié de tema tan fácilmente—. Ven que te ayudo con los paquetes.

— ¡Qué eficiente!

Valeria me ayuda con los paquetes de la compra. Cuando terminamos busco a Noah por toda la casa y no lo encuentro.

— ¿Dónde está Noah, Valeria?— le pregunto.

— No está— ríe—. Salió hace rato.

— ¿Cómo que no está? ¿A dónde fue mi hijo? ¿Valeria que hiciste?— me enojo.

— Tu hijo se dio cuenta venías— queda riéndose por un buen rato—. Se ha escondido en el armario— me dice en el oído.

— Ya verá lo que le voy a hacer— voy a buscarle—. ¡Noah! ¡Ya se que estás escondido!

Abro el armario y lo encuentro riéndose con las manos en la boca.

— Así que acá estabas pequeño demonio— lo cargo de cabeza—. Ya me la vas a pagar.

— ¡Ya sueltame papá!— me muerde la barriga y lo dejo caer—. ¡Auch!

— Para que no me molestes— reviso mi barriga y estaba a punto de tener una hemorragia por culpa de esos dientes del demonio de Noah.

— No llores papi— me abraza la pierna—. Yo solo quería darte una linda bienvenida.

— No fue muy grata tu bienvenida— me echo al suelo y él se sienta encima de mí.

— ¿Puedes llevarme mañana al colegio? Para que así mis amiguitos te conozcan y los niños malos no me relajen por no tener un papá— se recuesta sobre mí pecho.

— ¿Quién es capaz de relajar a mi niño?— lo levanto y le doy un beso.

— Es que me relajan por no tener papá. Yo siempre les decía que tenía uní pero que está muy lejos y ninguno me creían, solos mis amigos me creen y los malos se ríen de mí por eso— pone cara de tristón.

— Ya de ahora en adelante nadie se va a burlar de mi pequeño porque iré a dar la cara y le callaremos la boca a todos los niños malos.

— ¡Sí papá!— me abraza—. Eres el mejor.

— ¿No crees que ya es bien tarde? Vamos a la cama— le cargo y le llevo a la cama.

Le cobijo bien, ya que la noche estaba bien fría y no quería que se resfriara. Baje a lo de Valeria y estaba durmiendo en el sofá. Busqué una cobija en su habitación para taparle. Me senté al lado del sofá para observar cómo duerme y de repente terminé dormido.

-

Amaneció. Me di cuenta porque Valeria me había levantado a las 6 de la mañana para que prepare al niño para el colegio.

— ¿Por qué a las 6, Valeria?— camino detrás de ella rascándome los ojos.

— Quiero que mi hijo esté seguro— dice empacando sandwiches y echándolos en la mochila—. No voy a dejarte durmiendo sabiendo que en una hora tiene que empezar a cambiarse.

— ¿No podías darme esas instrucciones anoche? Porque ahora no podré dormir por tu culpa.

— Noah necesita estar bien cuidado el día de hoy y como no confío mucho en ti por eso te levanté ahora y te instruyo porque tengo que ir al trabajo.

— ¿Trabajas?— me quedo sorprendido—. ¿Haciendo qué?

— Soy profesora de música.

— No sabía que te gustaba la música.

— No me conoces del todo.

— Me gustaría conocerte más— me voy acercando a ella lentamente.

— Esta tarde Noah necesita ir a la pediatra— me cambia de tema y se aleja de mí.

— No volveré a encontrarme con esa mujer, no sabes la vergüenza que pasé la vez esa que fui— ni loco vuelvo.

— Lo siento, pero es tu nueva responsabilidad con Noah— toma su bolso y se va.

Me senté en el sofá y terminé totalmente dormido.

Siento mi cara fría y que mi piel empezaba a erizarse. Abrí los ojos y Noah estaba con un vaso en la mano.

—¡Por fin te levantas!— me dice.

Me levanté y estaba todo mojado.

— ¿Por qué me mojaste Noah?— se va corriendo y cierra la puerta de la habitación—. ¡Ábreme!

— Necesito cambiarme, vete a bañar apestoso.

— Voy a castigarte Noah.

— Veremos quien castiga a quien primero.

Me voy a matar con este niño.

Me duché y me vestí rápido. Cuando salí encontré a Noah vestido y ya listo. Me pasa su mochila y salimos. Cuando llegamos a la escuelita, Noah le dice a todos los niños que soy su padre y todos le aclaman. Noah es el popular de la escuela.

Me senté a esperar por horas a que saliera. Después de esperar 5 horas aburrido, le llevé a casa, le di “arroz”; no se lo comió con mucho gusto pero la culpable es Valeria por dejarme a cargo de un niño tan exigente.

Lo vestí no sé cómo, porque la ropa que le elegía no le gustaba. Lo llevé al médico en el auto que tenía alquilado. Quiso de comparón subirse de copiloto y estuvo a punto de dañarme el aire metiéndo los dedos y encendiendo y apagando.

— Llegamos— observo con terror edifico, me acuerdo cuando estuve aquí hace dos años—. Vamos— tomo a Noah.

Hicimos la cita de una vez, por mala suerte éramos los primeros. Quería que la tierra me tragara en ese instante en el que la secretaria nos llamó.

Tomé a Noah de la mano y entramos.

— Hola— saludo.

— Hola, ¿qué tal?— la doctora me recibe con mucho amor, creo que yo no se acuerda de mí.

— Pensaba que no te iba a volver a ver.

Ok, retiro lo dicho.

— Te echaba de menos.

Me sonrió para proseguir con Noah. Le hizo su chequeo y el pequeño solo estaba pendiente al frasco de paletas que la doctora tenía en su escritorio.

— Bien, terminamos— le dice a Noah—. Estás en excelente estado, te has ganado una paleta.

— ¿Me puede dar otra?— le hace pucheros.

— Bueno, pero solo por esta vez— le da 2 más.

— Gracias doc— la abraza y viene hacia mí.

— De nada amiguito— le revoltea el cabello—. Richard— se acerca a mí—. Soy Ivonne, tenía mucho deseo de verte, si quieres podemos vernos— me guiña el ojo y entra un papel adentro de mí camiseta.

Una Fan Más |Richard Camacho| Where stories live. Discover now