Capitulo 10: Aventuras en la ciudad

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Me encontraba en el baño lamentando mi existencia. Había venido mi periodo.

Oh por todos los diantressss. ¡Por todos los cielos! ¿Por qué? ¡Qué pesadilla! ¡Lo había olvidado por completo!

Salí del baño luego de cambiarme y alistarme y cerré la puerta despacio. Antonio me miró y recorrió mi cuerpo con sus bonitos ojos de verde destellante y pupilas rasgadas. Carajo, ¿lo sabrá?

Lo sabe, ¡carajo!

—¿Estás bien?

No lo sabe...

—S-sí... Sé que debemos llegar a la capital pero...

—Si no te sientes bien podemos esperar, no te preocupes.

Carajo, lo sabe.

—Solo... necesito la comodidad al menos por este día...

Sonrió levemente.

—Está bien.

Suspiré y fui hacia mi mochila por pastillas para el dolor. Caramba.

—Podemos ir a cenar más tarde. Te llevaré a un restaurante de carne, ¿te parece bien?

Sonrió todavía más.


***

Pasamos por las zonas residenciales, el cielo se volvió de un tono violeta para cuando llegamos al parque central. Antonio se sentó en una banca y me hizo señas para que me sentara a su lado, pero no lo hice, solo me acerqué y me quedé frente a él.

—Me estaba preguntando algo —comenté.

—¿Sí?

Me le acerqué más, tomé su rostro y como ya era casi oscuro, le retiré los lentes. Él me miraba fijamente con sus intensos ojos felinos. Apreté los labios y giré su rostro hacia la derecha y luego hacia la izquierda, volví a hacerlo mirarme a los ojos y sonrió.

—¿Hay algo en mi cara?

—Solo me preguntaba... tu cabello sigue igual, ¿no crece? —pregunté.

—Sí lo hace, pero demasiado lento... Demasiado —enfatizó.

—Oh. —Deslicé mis dedos y acaricié sus mejillas con mis pulgares—. ¿Y la barba?

—También crece lento, pero yo me encargo de ella —respondió con una leve sonrisa—. En unos años tal vez la dejaré en paz. —Tomé su mano para ver sus uñas que crecían en punta—. Es un raro detalle —murmuró—, solo las de las manos crecen así, y esto sí es rápido.

Lo miré sorprendida.

—Eres increíble, es como si hubieran sido programados genéticamente o algo así para superar a la raza humana. Completando todo lo que nos falta a nosotros, cubriendo nuestras debilidades.

A pesar de todo sentía cierta fascinación por su especie, me sentía como una loca científica fanática de algún depredador, sabiendo que eran asesinos natos. Quería saber todo sobre ellos, nuestros conocimientos nunca habían sido tan amplios.

—No sé qué habrá intervenido en la aparición de seres como tú pero... son geniales —agregué—, solo... ten cuidado, ¿sí? —Me miraba fijamente—. Hay que evitar las peleas...

Frunció el ceño levemente y miró a otro lado.

—Pides algo que no va a ser posible. Si alguno quiere lastimarte y logra alcanzarte te matará en un segundo. Fui entrenado para saber defenderme desde muy pequeño, créeme. —Cerré los ojos soltando un suspiro de frustración. Entonces esas marcas... ¿Acaso eran unos salvajes? ¿Qué sociedad criaba a los niños para ser unos...?—. No tienes que temer. Soy fuerte.

Ojos de gato Tentador [La versión de ella]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora