VII

6.2K 623 157
                                    

¿Dónde estabas? - Preguntó la chica de la cara quemada, se siente la que manda aquí. No respondí, no tenía que darle explicaciones y menos a ella.- ¡Te pregunté algo, respóndeme!

Me di la espalda y escuché sus pisadas acercándose, estaba muy cerca cuando sentí su mano en mi hombre girándome con demasiada fuerza, estaba preparando su puño para pegarme, pero al escuchar la voz de Mateo lo bajó. - Yo que tú no harías eso, Paloma.

Quedan nueve, eso significa que ocho de ustedes morirán en las próximas horas. - Volvió a hablar por el otro lado de la bocina. - Su siguiente fase consistirá en su rapidez y destreza, es por eso que pasearán por la casa con un arma cada una y matarán a las más que puedan. Cuando queden seis vivas tendrán que dejar de matar a las demás. Las dejaré escoger su arma con tranquilidad. - La pared se abrió movió dejándonos ver muchas armas al igual que la vez en la que Lora fue la asesina. Muchas tomaron pistolas, pero para mí sería muy complicado oprimir el gatillo. Un cuchillo era más fácil, por alguna razón siempre confié en los cuchillos.

Las puertas se abrieron y todas salieron corriendo, pero yo me quede ahí parada. No iba a correr sin tener un plan en mente, ellas conocían este lugar mejor que yo. Lo malo es que por más que intentaba planear algo, nada llegaba a mi mente. Caminé, no tenía fuerzas para correr, sentí que cada paso me cansaba más. Iba tan despacio que mis pisadas no se escuchaban.

Me mantuve alerta por si no había nadie cerca mío, revise cada rincón en busca de alguna persona y la encontré, mi primera víctima. - Hola, cara quemada. - Pensé con una sonrisa malévola en mi rostro. - Vamos a ver quien manda aquí.

Me acerqué lentamente a ella, estaba distraída disparándole demasiadas veces a una chica que nunca había visto, de seguro estuvo escondida. No se dio cuenta de que estaba detrás de ella hasta que sintió el cuchillo en su cuello. - A mí nunca me vas a volver a amenazar, pareces más fuerte, pero al parecer yo soy más inteligente que tú. - En cuestión de segundos el cuchillo ya estaba atravesando su cuello haciendo que demasiada sangre comenzara a salir de ahí, sin darme cuenta estaba riéndome, ¿qué me está pasando? Vi mi mano y no soltaba el cuchillo que seguía enterrado entonces lo solté y toma mi mano estaba cubierta de sangre, comencé a temblar, nunca creí que me sentiría así después de matar a alguien, mejor dicho, nunca creí que mataría a alguien. Un golpe me derrumbó dejándome en el piso inmóvil, era la chica que había salido primero del reto anterior.

Tenía una pistola pegada a mi lado derecho de la cabeza, aunque por dentro me estaba muriendo de miedo, no me iba a dejar ver inferior a las demás. -  Al parecer la conejita de Mateo logró matar a la reina de la colmena, bien hecho. Ahora morirás tú. - Comenzó a sonreír mostrando sus dientes haciendo que sus ojos se abrieran demasiado que daba mucho miedo. Comenzó a acercar más la pistola, pero antes de que lo apretara una alarma comenzó a sonar fuertemente, las dos nos tapamos los oídos por el sonido tan fuerte.

Alto ahí, Brenda. - Era la voz de Mateo, la alarma dejó de sonar e intenté pararme, pero Brenda me volvió a tumbar dejando la pistola nuevamente en mi cabeza. - Ya murieron tres, si matas a Mia enviaré a nuestros hombres a matarte por romper las reglas. 

Antes de quitar la pistola de mi cabeza dijo una palabras que se quedaron en mí mente. - ¿Con que Mateo está enamorado de ti? No te preocupes, hizo lo mismo con Marie y ahora está muerta, gracias a él. Te esperará lo mismo, te ocupará y luego te dejará como carnada para las demás, indefensa. - Todo esto lo susurro en mí oído para que Mateo no escuchara, quitó la pistola de mí cabeza y se volteo a ver a la cámara que había al lado de la bocina para alzarle el dedo...esperen un segundo, ¿esas cámaras estuvieron todo este tiempo? Asombroso, si hay una, deben haber más.

Ahora regresarán a su cuarto para ver lo que piensa él jefe de cada una de ustedes, solamente Mia no irá. Tendrás un castigo por haber ganado injustamente. - Me sorprendieron las palabras de Mateo, me quede en donde estaba esperando a que las demás salieran de ahí y cuando todas salieron de ahí la puerta se volvió a abrir dejándome ver a Mateo, él se acercó a mí, pero yo veía todo demasiado borroso, antes de que cayera al piso él me atrapó en sus brazos y me cargo delicadamente.

Con lo poco de voz que me quedaba le pregunté - ¿ Qué hice mal, Mateo? - mi cuerpo se estaba desvaneciendo, ya no tenía nada de energía.

No hiciste nada mal, conejita. - Fue lo único que escuché antes de desmayarme en sus brazos.


-

Abrí mis ojos despacio para encontrarme en una cómoda cama en un cuarto donde no había ventanas y todas las paredes eran negras, la colcha de la cama era en color vino y al lado de mí estaba Mateo dormido en mis piernas, se veía demasiado incómodo la forma en la que estaba acostado. Intenté levantar el brazo, pero lo sentía demasiado pesado, esperé un poco para recuperarme y mire a mis lados encontrándome con una bandeja con comida, no pregunté y solo tome la comida que había en el para darle una grande mordida a la manzana verde que estaba al lado de una botella de agua, me faltaba el alimento para seguir adelante. Sin querer me moví haciendo que Mateo se despertara y rápidamente se acercara a mí para tocar mis mejillas acariciándolas con su dedo pulgar. - Creí que te estabas muriendo, te traje un poco de comida que al parecer ya te acabaste.

¿Por qué dijiste eso de mí? - Pregunté ignorando su comentario anterior, no me importaba su cariño.

Tenías que descansar, conejita. - Dijo apartando su pulgar de mi mejilla. - Sabía que estabas demasiado agotada y no quería que algo malo te pasara, no tenía planeado que te desmayaras.

¿Cuánto tiempo estuve dormida? - Pregunté levantándome de la cama, pero me caí en el intento de caminar.

Ocho horas y en esas horas una chica murió de estrés. - Comentó ayudándome a levantarme con cuidado regresándome a la cama.

¿Por qué no te importó su salud como lo haces conmigo? - Pregunté sin dejar de mirarlo fijamente a los ojos.

Porque solo me importas tú. - Se encimó en mí y comenzó a besarme y a dejar besos en todo mi cuerpo, sus besos se iban volviendo cada vez más salvajes y lo único que yo podía hacer era seguirle la corriente, meterme en su juego, fingir que lo amaba cuando no era así y aunque es el chico más guapo que he visto, nunca tendría algo serio con alguien que tiene sed de sangre. - Me importa solamente la salud de mí conejita.

¿Quieres dejar de besarla? - La voz de Nathan hizo que Mateo dejara de besarme. - Recuerda que ha sido mi chica favorita y no pienso perderla, Mateo.

Hay muchas más chicas, Nathan. - Mateo se levantó para quedar enfrente de Nathan quien no mostraba ninguna expresión en su rostro, solo estaba recargado en la puerta. - Ella es mía.








Hola

Comenten personas, me encantan todos sus comentarios.

Espero que les guste este capítulo y quiero que sepan que amo y amaré todo el cariño que le están dando.

Lex

No aceptes a un desconocido.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora