I

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Comencé a caminar lo más rápido posible buscando un lugar donde esconderme, no tenía un plan, no sabía que hacer.

La casa era demasiado grande, no tenía idea a donde me dirigía ya que no veía absolutamente nada. 

¡Idiota! ¿Por qué acepté venir a casa de alguien que ni conozco su nombre? Solo a mi se me ocurre tal estupidez. 

Seguí caminado en la parte baja de la casa, se veía de unos tres pisos, no me arriesgue en subir las escaleras. 

Procuraba que mis pisadas no sonaran, me quité los tacones y  los lleve en mi mano. 

Mi respiración era agitada, podía sentir como mi corazón palpitaba de una forma que nunca había sentido. Miedo no es nada a lo que sentía, yo sentía a la muerte detrás de mi. 

No veía ningún lugar donde esconderme, opté por abrir un cajón y meterme ahí, cupe perfectamente. Apenas cerré la puerta con mucho cuidado comenzó a sonar una alarma.

Los vellos se me pusieron de punta, decidí ponerme las manos en la boca para no generar ningún sonido, pero era imposible aguantar las ganas de llorar.

¡Conejita, ya voy por ti! - Escuché su grito y sabía que estaba cerca, demasiado cerca. 

Pasó un tiempo y hubo un completo silencio, mi respiración ya se había calmado, pero no por completo. Aún podía sentir mi corazón, estaba más tranquilo hasta que se empezaron a escuchar unos chiflidos. Cubrí mi cara con mis manos, aguantando las lagrimas de desesperación. 

Eres tan mala para esconderte conejita - en cuestión de segundos me sacó y me estaba acorralando en la pared, mire su rostro y había un toque de demencia, aparté mi mirada y vi mi tacón en mi mano, no lo pensé dos veces y se lo enterré en el hombro, me soltó y con su otra mano se cubrió el hombro que estaba sangrando. La adrenalina en mi salió y tomé el otro tacón y con la fuerza que me quedaba se lo enterré en su pierna derecha. - ¡Maldita coneja, de esta no sales viva! - Le di una patada y salí corriendo, no tengo idea de a donde corría, pero solo corría para salvar mi vida. 

Estaba subiendo las escaleras para llegar al segundo piso y en la cuarta puerta que vi me metí sin saber a donde llegaría. Entré y puse el seguro, me gire lentamente y había muchas velas con fotografías de chicas de la misma edad que yo, en una de las fotografías aparecía yo. Limpié mis lagrimas con la manga de mi vestido.

Una gota cayó en mi pie descalzo haciendo que me asustara y diera un salto, mire mi pie y estaba rojo, no era agua lo que cayó, era sangre. Dirigí mi mirada al techo y había una gran mancha de sangre, se veía que provenía del tercer piso. Quité el seguro de la puerta y me corrí a una habitación más lejana, pero al cruzar la puerta unas manos taparon mi boca, me giré y pude ver a una chica con los ojos rojos y un moretón en el lado izquierdo de su ojo. 

Colocó su dedo indice en su labio indicándome que guardara silencio. Reconocí a la chica, su fotografía también estaba en la habitación, pero se veía como si se estuviera muriendo, estaba muy pálida, con sangre en su labio. - Ven conmigo, debemos ocultarnos. - apenas podía entender lo que decía, su voz sonaba muy débil. 

Confié en ella y comenzamos a caminar de manera cuidadosa para no causar algún sonido, llegamos a un camino muy obscuro donde apenas se lograba ver una puerta, la abrió con mucho cuidado, al entrar pude ver a otras dos chicas, eran las otras dos de las fotografías. 

Una se levantó de donde estaba escondida y abrazó a la chica que me trajo aquí. - Tardaste mucho, pensé que algo malo te había pasado, Sally. 

Tranquila, estoy bien. - trató de sonreír, pero no lo logró gracias a la cortada que tenía en el labio. - Ella es la que faltaba, no tengo idea de lo que vendrá después. 

Necesito que alguien me explique todo lo que esta ocurriendo - Susurré alejándome de la puerta. 

Tampoco tenemos idea de lo que esta ocurriendo, lo único que se es que ese chico nos engaño a cada una de nosotras para traernos aquí, ¿para qué? no tengo idea, pero el está dispuesto a matar para conseguir lo que quiere. - se limpió un poco de la sangre que derramaba su labio - Por cierto, soy Sally. La chica que me abrazó es Pam y la que está llorando allá atrás es Lora, ¿cómo te llamas? 

Mi nombre es Mia - Tenía miedo cada vez que decía alguna palabra, no quería que alguien supiera que estábamos aquí. 

Nos quedamos mucho tiempo calladas, de pronto unas pisadas hicieron que nos escondiéramos detrás de la pared poniendo un cuadro en el hoyo en el que entramos. 

¿Mi conejita ya consiguió amigas? - No pude soportar las lagrimas y las deje caer, pero Sally colocó sus dos manos en mi boca y me amenazo con la mirada haciendo que las lagrimas desaparecieran. 

Esperamos en silencio jurando que ya se había ido, pero nadie se lo espera fue de impacto, él quitó el cuadro de un jalón y tomó mi cabello para arrástrame por el piso, mis gritos no lo detenían, traté de agarrarme de alguna mesa o lo que viera, pero era imposible. 

Cuando ya estábamos lo suficientemente lejos y mi garganta ya no podía gritar más, me soltó. Traté de levantarme, fue en vano, mis piernas estaban sangrando de las astillas que me iba enterrando mientras él me arrastraba. - Esto te va a doler conejita - cerré mis ojos al ver como su puño se acercaba a mi cara, fue a parar a mi ojo. Sentí demasiado dolor, más al intentar llorar y mis ojos se fueron cerrando poco a poco mientras él solo se iba de la habitación, lo último que escuché antes de desmayarme fue como cerraba la puerta con seguro. 

No aceptes a un desconocido.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora