Capitulo 7 - Al borde del abismo (Editado)

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||Capitulo 7||

Después de esposarnos y subirnos a las patrullas de policía, L solo miraba sus manos y remotamente me miraba a mí. Me debe estar odiando por meterla en líos. 

Lo que aun no entiendo es porque nos arrestan cuando no hemos hecho nada. Es primera vez que me pasa esto y se siente divertido, aunque no debería estar así ya que esto es de alguna forma malo, pero me hace sentir rebelde.

Siento como se forma una sonrisa en mi rostro, pero esta se desvanece al ver como las lágrimas empiezan a caer por las mejillas de L. Quiero abrazarla, pero me contengo. En su lugar solo la miro y digo:

- Todo estará bien... no te preocupes.

Ella me mira, no con odio como antes, sino con vació.

- ¿Debo creerte? - dice fríamente.

Miro al frente, incapaz de mirarla a los ojos.

- Se que me odias y no te culpo - seria un cínico si no lo hiciera - te hice daño, dije cosas que te lastimaron...

Me detengo. No puedo decir una sola palabra más. Mis ojos empiezan a escocer y siento una lagrima caer por mi mejilla sin poder detenerla. Siempre pensé que lo que hacía y como me comportaba no le hacía daño a nadie, pensé que las chicas sabían que no quería nada serio, porque ellas también actuaban de esa manera. Pero ahora me doy cuenta que es todo lo contrario, que no solo puedo hacerle daño a los demás, sino a mí. L lo vio venir y aun así lo intento. Se arriesgo. Pero yo como una basura la deseche y eso es lo que más me duele saber, que ella creía en mí y yo la diseccione.

Mas lagrimas caen por mi rostro.

- Dejen de llorar... - replica el policía - hijos de mami.

Ahora sí que se paso de la línea.

- ¡Si no cierra la boca, juro que se la voy a cerrar de un puñetazo!

El policía no dice nada sobre mi reacción, pero eso seguro lo enojo.

La sangre sube a mi cabeza más rápido de lo normal. Me empiezo a sentir mareado, así que cierro los ojos para recuperarme.

- ¿Estás bien? - pregunta L con la voz entrecortada.

La miro con ternura. Esta chica es confusa, pero me gusta su personalidad. Hace dos meses la trate como... bueno, la trate mal y ahora me pregunta como estoy. Increíble.

- No, no estoy bien - soy sincero - me siento mal, como un idiota... ¿eso te hace feliz?

Las lágrimas empiezan a caer de nuevo, no solo en mí, también en ella.

- Eres un tonto - dice indignada - ¿Cómo puedes pensar que verte así me hace feliz?

Si me odia, creo que verme mal y lastimado le alegraría. Pero no es así, porque ella no tiene rencores. La tomo de la mano y la aprieto con fuerza, pero no tanta como para lastimarla.

El policía nos mira por el retrovisor e interrumpe nuestro silencio.

- Bien, ya vamos a llegar así que terminen los cariñitos - la palabra "cariñitos" incomoda a L, así que esta intenta que la suelte y lo hago - pónganse serios, a menos que quieran terminar en la cárcel - tengo ganas de meterle el puñetazo, pero no puedo.

****

- No robe nada, solo estaba buscando mi billetera - se la muestro y la pongo en la mesa frente a mí.

Me mira con la típica mirada de policía. Fría como el hielo, calculadora e "intimidante". Aunque para mí no lo es.

- Por supuesto, ¿pero no te parece casualidad que nos hallan llamado reportando el robo y justamente estabas en el bar cuando llegamos?

By aligning our worlds |Tristan Evans|Where stories live. Discover now