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Amelie se sentó en la silla de Claudeen, pasó la mano encima de la laptop y se mordió el labio. Apoyó el codo en la mesa, la mejilla en la mano.

 —Ame —la llamó Ashton a unos pasos de la mesa, con los brazos cruzados—. ¿En qué piensas?

 —En Henry... —murmuró, hizo un espiral con el dedo sobre la laptop—. Es muy raro verlo interesado en una chica...

 —Distinta a ustedes dos, digo, se preocupa mucho por ustedes —señaló a May y ella con la barbilla—. ¿Celosa?

 —¿Un poco? —Amelie sonrió, bajó la vista a la mesa—. Creo que podrían terminar siendo algo, al menos él lo intentará... no sé si Cliché vaya a aceptarlo.

 —Cliché no le da mucha importancia a Henry —observó Ashton, apoyándose en el estante de libros—. ¿No te gustaría estar en el lugar de ella?

 Amelie se ruborizó.

 —Obviamente, cualquiera desearía tener la atención de un chico como Henry —hizo una pausa, cargó aire para sus pulmones—. Cliché es lo que Henry necesita, lo mantendrá con los pies en la tierra y lo hará feliz. Henry podrá ser un maldito mujeriego, pero se preocupa por las personas que le importan.

 Ashton la miró con una mezcla de sentimientos, ¿cómo podía decir que Henry terminaría con otra? Desde que tenía memoria, Amelie había tenido sentimientos muy profundos hacia Henry y nunca había dicho nada como aquel día. Prácticamente se estaba rindiendo.

Luego de ver su rostro, Ashton se dio cuenta de la paz interna que reinaba en la chica, incluso podía decir que Amelie estaba contenta en el interior. Repasó las palabras de su amiga y después de darle vueltas, se dio cuenta que estaba poniendo la felicidad de Henry antes que la suya. Sin poder hacer nada, mantuvo silencio.

 —Si lo hará —intervino May, pasándose el cabello por el pecho—. O sea, Claudeen terminará estando con Henry. Solo hay que esperar, el tiempo pasará y lo verán.

 —¿Eres adivina o algo así? —inquirió Ashton, mirándola con curiosidad. May sonrió ampliamente—. No me respondas.

 —Algo así —dijo, ignorando las últimas palabras del muchacho.

Los nervios se abrían paso en Claudeen, bastante claro quedaba al ver que no podía dejar de mover el dedo índice, ese era su tic y Henry no tardó en darse cuenta. No dijo nada, por la expresión que tenía Clau en el rostro podía deducir que estaba pensando. En realidad no pensaba, sino recordaba una ocasión similar a la que estaba viviendo, Frank había ido por Molly a petición de su madre.

En ese entonces las cosas no estaban tan tensas entre ellos, Claudeen podía salir con Frank sin preocuparse de su seguridad o temer ser víctima de un ataque de ira. Ahora todo era distinto. Saber que Frank rondaba alrededor de Molly le asustaba, pues no estaba segura de sus intenciones a pesar de saber que Frank no tenía inclinaciones por las niñas.

 —¿No podemos ir más rápido?

 Henry hizo sonar el claxon cuando una motocicleta se le metió. Molesto, soltó una maldición.

 —Justo hoy tenía que haber mucho tráfico —masculló antes de cambiar de carril.

 —¿Si corro llego más rápido? —preguntó, pegando la nariz al vidrio. Contó los autos que la separaban de la escarpa.

 —Probablemente —dijo, restándole importancia.

 Sin avisar o importarle el hecho de estar a la mitad de la calle, Claudeen abrió la puerta del coche y empezó a correr, dejando a Henry con la boca abierta. Se asomó por la ventana y le gritó que regresara, Claudeen no lo escuchó o lo ignoró. Henry no supo cuál de las opciones era la adecuada.

Soy tu cliché personalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora