Capítulo 38

72.1K 2.4K 224
                                    

POV TRISH

Seguí conduciendo, sin importarme si me estaba siguiendo. Es más, conduje más rápido. No quería verle. No quería hablar con él porque acabaría llorando, justo como antes, y eso sólo me haría parecer más débil. Me sentía dolida por todo lo que había visto y por sus palabras hirientes. ¿De verdad pensaba que estaba intentando cambiarle? Pues estaba muy equivocado. Tan sólo trataba de ayudarle.

Pronto llegué al vecindario y a mi calle. Me adentré con rapidez. Estaba de los nervios. Aparqué justo enfrente de casa y salí del coche lo más rápido que pude, escuchando cómo su moto se aproximaba cada vez más. Corrí hasta la puerta mientras oí cómo la moto caía al suelo bruscamente, haciendome saber que se él había bajado y la había soltado contra el suelo sin cuidado. No tardé en apresurarme dentro, antes de que él pudiera alcanzarme, y cerré la puerta con llave.

-¡Abre la puerta!- gritó Louis desde fuera.

Esta furioso y yo asustada. Estaba borracho, drogado y cabreado. No tenía miedo de lo que pudiera hacer, sino de lo que podría decir, porque cada vez que estaba enfadado no se preocupaba en medir sus palabras y le daba igual si podían llegar a herir a alguien. Se volvía un verdadero capullo. Mi espalda chocó contra la puerta y me deslicé lentamente hacia abajo, quedándome sentada con la puerta a mis espaldas.

-Trish, ¡abre la puta puerta! ¡No voy a volver a repetirlo!- gritó enfadado. 

Podía imaginarme claramente cómo sus ojos miraban la puerta con repugnancia, como si le tuviera delante. No contesté.

-¡Trisha Parker, abre la maldita puerta o la tiro abajo!- me amenazó. 

Sabía que podía ser capaz de darle una patada pero también sabía que por mucho esmero que le pusiera, no podría echarla abajo. La puerta está blindada y es muy pesada para derrivarla. Mi madre estaba muy obsesionada con la segurida y se había encargado personalmente de tener una de las puertas más fuertes. 

-¡Abre la puta puerta!- emepezó a aporrearla con fuerza, haciendo que mi cuerpo, el cual estaba pegado a ella, retumbara. Lágrimas comenzaron a llenar mis ojos.

-¡Eh, tú!- escuché la voz lejana de alguien-. ¡Para!- le dijero. No sabía quién era. Era un hombre, eso sí. Debía ser algún vecino que pasaba por allí en ese momento.

-¿Quién coño te crees que eres para decirme que pare, eh?- le respondió Louis con frialdad. Esperaba que no comenzara una pelea con aquel hombre porque eso ya sí que no lo soportaría.

-Si no te vas, voy a llamar a la policía.

-¡Es la jodida casa de mi novia! ¡Deja de decirme lo que tengo que hacer, capullo!

Así que ahora era su novia. Louis siguió dando golpes en la puerta y gritando para que le abriera, haciendo caso omiso a las indicaciones de aquel hombre. No sé cómo pretendía que le dejara pasar en ese estado de rabia. 

-Tú lo has querido- escuché al hombre decir y me temí lo peor. No quería que la policía viniera a casa. Llamarían a mi madre, que es la dueña de esta casa, se enteraría de todo lo que ha estado pasando y Louis acabaría en problemas.

-¡Tienes que estar de coña!- se quejó Louis y escuché un coche arrancar. Me perdí en ese momento, hasta que lo capte. El hombre que había estado hablando con él estaba metido en un coche y ahora se estaba yendo, dejándonos de nuevo solos y con la policía al caer. No me gustaba cómo estaba acabando la situación.

-¡Trish, ábreme la puerta y demuéstrale a este gilipollas que tengo razón!- me mantuve en silencio.

Me sentía ahogada y las lágrimas no me ayudaban. No sabía si era capaz de escucharme pero esperaba que no. Oí al coche marcharse por la calle y me sorprendió que Louis, en ningún momento, hubiera tratado de enfrentarse a aquel hombre. Después de un par de minutos más de forcejeo, se empezaron a escuchar sirenas de policía.

Fast: IncinerationDonde viven las historias. Descúbrelo ahora