Capítulo 18

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POV LOUIS

Aunque me dijera que quería irse porque tenía frío, sabía que no era cierto. Estaba mintiendo. Puede que no estuviera estudiando Psicología como ella pero no era gilipollas. Sabía que había pasado algo que no me quería contar e iba a averiguarlo, aunque todavía no. Quería disfrutar de esta noche. Había ganado la carrera y en mi mente sólo había una cosa. Ella.

Nos montamos en la moto y cuando me aseguré de que Trish iba bien agarrada a mí, arranqué. La sensación de ir conduciendo y sentirla abrazada a mi espalda era jodidamente relajante. Ni la carrera de hoy me había relajado tanto como este momento. En verdad, había sido una puta mierda. No había corrido nadie interesante. Si hubieran estado Malik o Horan me lo hubiera pasado mejor. Les hubiera pateado el culo en el asfalto, pero era mejor así. No quería encontrármelos y menos estando con Trish. No quería que se enterara de nada de lo que había ocurrido entre nosotros. No podía descubrirlo.

De camino a casa me iba comiendo la cabeza. Quería saber qué coño le había pasado para que estuviera tan rara. No era mi Trish. ¿Había sido ese maldito Lucas? ¿O Martin se había vuelto a acercar a ella para tocarme los cojones? Como lo hubiera hecho le iba a partir la cara, e iba en serio. Gracias a que no llevaba casco, el viento me daba en la cara, la cuál iba al descubierto, y eso me hacía sentir mejor. Respiré hondo y giré la esquina, entrando en mi calle. Aparqué la moto enfrente de casa y quité las llaves del contacto. Por fin habíamos llegado. Había pasado un rato desde que había parado y Trish aún no se había movido.

-¿Qué haces?- pregunté sin moverme. Seguía abrazada a mi espalda y si me giraba era posible que la tirara.

-Estaba viendo las estrellas- respondió en un susurro de voz apenas audible. Alcé la cabeza para contemplar el cielo-. No hay tantas como la última vez- comentó.

-Eso es porque estamos en el centro de la ciudad, no en el parque de las afueras, como la última vez.

-Contaminación lumínica- susurró.

-Exacto.

-Es un asco. Si se apagaran las luces de las farolas estoy segura de que, con todas las estrellas que hay, podríamos ver de sobra.

-No creo que eso sea posible- ella me soltó la chaqueta y por fin pude girarme para mirarla a la cara- si no, no hubieran inventado las farolas- frunció el ceño, sabiendo que yo llevaba razón.

Se bajó de la moto molesta por haber perdido esta pequeña batalla. Empezaba a darme cuenta de que no le gustaba perder. Lo llevaba tan mal como yo. Se quedó quieta en el suelo mirándome.

-¿Estás cansada?

-No- negó con la cabeza-. Sólo estaba pensando.

-Menos mal- suspiré aliviado.

-¿Por qué?- se desabrochó el casco y me lo tendió para que lo guardara en el pequeño maletero.

-Porque te quería enseñar una cosa- murmuré desmontando del vehículo y guardándome las llaves en el bolsillo al mismo tiempo que sacaba las de casa.

-Pensé que me ibas a llevar a mi casa- confesó mientras le daba la mano para llevarla hasta la puerta. Sonreí dándole la espalda. No, aún no.

Abrí la puerta con cuidado. No quería despertar a nadie. Le di un suave empujón a Trish por la espalda para que pasara. Cerré la puerta delicadamente a mis espaldas y, cuando hube echado la llave, emprendimos el camino escaleras arriba.

-Louis...- susurró-. No veo- murmuró a medio camino en las escaleras.

-No me jodas, Trish- escuché como se estaba conteniendo la risa.

Fast: IncinerationDonde viven las historias. Descúbrelo ahora