11 km

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—¡Hola, Lila! — Zac parecía entusiasmado. —Él es Justin, mi hermano ¿recuerdas? El Ingeniero.

Señaló el pequeño.

Lila titubeó. Le era difícil imaginar que Justin Bieber, la leyenda de las carreras ilegales en Mahogany, que se ganaba la vida con su brusca clandestinidad, podría tener algún tipo de formación académica elevada. En realidad, tenía el juicio de que todos los muchachos de ese ámbito ni siquiera habían terminado la escuela secundaria, como Green.

—Porter... — Oyó que Justin mascullaba, observando la placa donde estaba plasmado el nombre de Lila.

—Es un placer— Saludó ésta rápidamente, para aparentar. —¿Cómo te encuentras, Zac? — Se acercó y tocó la frente del niño.

—Estoy mejor. Anoche sentía que mi cabeza se estaba incendiando. De verdad creí que había fuego cerca de mí. Llamé a las enfermeras, pero no es lo mismo cuando tú no estás, Lila.

—Lo sé. Arreglaré mis horarios para tomar más turnos.

—La señorita también debe descansar, Zacky — Dijo el médico, afable, luego se dirigió a Lila. —Ya se encuentra estable. No hay mucha probabilidad de recaída, seguramente vuelva a su casa en unas semanas.

Cuando el doctor salió de la habitación, Lila aprovechó la oportunidad y se escabulló detrás de él. Se apresuró a la recepción y empezó a revolver los papeles hasta que encontró la planilla con el nombre de Zac. El apellido que lo acompañaba no era Bieber. Se quedó de pie, observando la información, confundida.

El ruido de los pasos de las enfermeras y pediatras que iban y venían llenaban el aire, por eso no fue consciente de que alguien se había acercado a ella hasta que vio una sombra caer sobre el escritorio. Levantó su cabeza, encontrando los ojos color ámbar de Justin cerca de ella. Su mirada volvía a ser inexpresiva así que ella la mantuvo igual.

—Eres su hermana — La voz de Justin jamás había sonado tan dura, desbordando tensión. —No se lo digas. No se lo digas a nadie.

—No pensaba hacerlo — La aludida no denotó ningún sentimiento, volviendo a concentrarse en sus papeles. —Este es mi trabajo, lo tomo en serio. Y francamente, Bieber, no me interesas tanto como para divulgar tu vida. Lo único que me importa es Zac.

Justin se mantuvo allí durante unos minutos, con la mirada clavada en Lila, mientras ella seguía su trabajo y fingía no prestarle atención. Finalmente se fue, dirigiéndose al ascensor.

Lila no habló de Justin con Zac aquel día. Aunque tuviera curiosidad evitó hacer cualquier tipo de preguntas, esa situación la ponía nerviosa y solo complicaba las cosas. Maldijo a la casualidad varias veces antes de lograr, con dificultad, concentrarse el resto el día.

Al llegar a su casa, una vez culminado aquel turno, aún le restaban fuerzas. En pediatría debía encargarse exclusivamente de Zac los días que él se encontraba allí, no como en la sala de emergencia donde corría de un lado a otro. Se ahorraba mucha energía y terminaba menos cansada. Se recargó contra la puerta de entrada apenas la cerró tras ella y cerró los ojos. Las cosas, por más extrañas que fueran, marchaban bien.

—Enana... — La voz de Green hizo que abriera los párpados de repente. —¿Te estás durmiendo en el umbral? Lila, por favor, ve a la cama.

—No, estoy bien ¿Cómo estás tú?

—Aburrido. Voy a beber unos tragos ¿Te apuntas?

—No. Prefiero dormir.

—Como quieras...— Se encogió de hombros y comenzó a subir las escaleras.

Lila echó un vistazo al comedor que Green acababa de abandonar y vislumbró las latas de cerveza esparcidas por la mesada. La forma en la que últimamente Green estaba bebiendo la preocupaba.

—Ah, pequeña...— Otra vez la sobresaltó la voz de su hermano. —Derek llamó preguntando por ti.

El corazón de Lila se detuvo, o al menos eso sintió. Luego reanudó sus latidos con furia, logrando que se estremeciera.

—¿Derek llamó?

—Sí. Me preguntó si estabas mejor, le respondí que definitivamente estabas muy animada. Eso pareció aliviarlo.

—¿Él sabía que yo estaba aquí?

Esa pregunta sorprendió a Green.

—¿No le habías dicho que viniste aquí?

—No, no lo hice ¿Cómo lo supo? — Su hermana sonó frustrada.

—No te alteres así, Lila. Derek es un buen tipo. Sé que después de la ruptura habrán quedado dramas entre ustedes, pero pronto se resolverán. No olvidaré todo lo que él hizo por ti, tampoco lo olvides tú, Lila... Eran la pareja de oro o algo así.

Lila suspiró.

—Lo sé. Lo éramos. Solo quiero ir a dormir ahora...

El día siguiente pasó en cámara lenta. El llamado de Derek la había impresionado. Se convenció de que no era la gran cosa, pero quería dejar el pasado atrás en su totalidad, cuando repente sucedía aquello.

Fue bueno para ella volver al trabajo la noche siguiente, y en la mañana, al concluir su jornada, cuando estaba a punto de irse, Justin entró al tercer piso sosteniendo dos tazas descartables de algún local de desayuno cercano. Lila estaba recogiendo sus cosas en el box. Ambos se vieron, sin embargo apartaron la vista de inmediato, ignorándose. La chica se fue y él entró en la habitación de Zac.

A partir de entonces, los días que siguieron, cuando ella llegaba o se iba de la clínica (dependiendo si tomaba el turno nocturno o diurno), ellos se cruzaban en la recepción y sus reacciones eran las mismas. Un vistazo rápido y luego seguían sus acciones fingiendo no haberse visto. Hasta que un jueves aparecieron los padres de Zac. Éstos se acercaron a Lila con rostros sonrientes. El Señor Bieber le estrechó la mano con ánimo, y la Señora Bieber la abrazó con fuerza.

—Zac no ha dejado de hablar de ti en el teléfono. Me ha contado todo lo que haces por él. Estamos más que agradecidos contigo, encanto...

Por encima del hombro de la mujer, Lila divisó a Justin pasando detrás de ellos con sus dos tazas descartables. Zac le había contado que le pedía un chocolate caliente con extra caramelo a escondidas de los doctores porque detestaba el té insulso de la clínica.

Al hacer contacto visual, Justin asintió con la cabeza hacia la chica, quien le devolvió el saludo de igual manera. Lila pensó que aquel gesto era una formalidad debido a la presencia de sus padres, pero a la mañana siguiente Justin la volvió a saludar de la misma forma. Al tercer día incluso escuchó que murmuraba un "Hola".

Finalmente Zac, semanas después de pasar horas junto a Lila realizando ejercicios físicos que probaran su estabilidad, fue dado de alta. Sus padres lo recogieron, volviendo a llenar de elogios a la enfermera, y se fueron más que agradecidos y emocionados. Ella y el niño habían creado un fuerte vínculo y, a pesar de estar feliz por el avance, también percibió un vacío al verlo alejarse.

De todos modos, ese sentimiento fue opacado por la sorpresa que le causó ver a Justin Bieber dedicarle una sonrisa amigable antes de marcharse detrás de su hermano menor. No lo había visto sonreír así antes y, por algún motivo, eso provocó que ella le sonriera devuelta a modo de despedida.

Por otro lado, Green Porter estaba nervioso. Lila se enteró que había perdido las carreras de ese mes en la segunda ronda, sin llegar siquiera a competir la de mayor importancia. La muchacha sentía fuertes ganas de avisarle cuanto tenía que ver su excesiva ingesta de alcohol con esa derrota, pero se abstenía de hacerlo. Cada vez pasaban menos tiempo juntos y, tal vez, era lo mejor.

No había vuelto a tener noticias de Derek. Ahora se ocupaba de otros niños en pediatría hasta que Zac volviera a su control. Mary y Kim le hacían bastante compañía al pasar los ratos recreativos. Parecía tener todo bajo control...

Hasta que llegó esa fatídica noche. 

-TatianaRomina

ClandestinosWhere stories live. Discover now