XXXII. Un refugio familiar

444 18 0
                                    

He corrido por un buen tramo y no he vuelto a escuchar un disparo o algo que me haga suponer que me siguen persiguiendo. Paro un instante a descansar.  El sol está comenzando a salir y eso va a jugar en mi contra.  Por un lado, eso quiere decir que tengo menos de un día para todo lo que tengo que hacer.  Por el otro, seré un blanco más fácil.

En fin.  Aquí lo importante es que necesito descansar aunque sea unos 30 minutos.  No podré aguantar mucho más a este ritmo.  Sin pensarlo mucho escojo una de las casas que están en la calle en la que me encuentro en ese momento.  Una de las buenas cosas de Barranco es que está llena de casitas pequeñas estilo antiguo.  Eso las hace ideales para ser un refugio de unos minutos para alguien como yo.  No me demoraré mucho en revisar que la casa no tenga zombies adentro y cuando lo haya hecho, reforzar las puertas y las ventanas para estar tranquilo ahí será fácil.  Es más, la mayoría de estas casas tienen acceso a sus techos, por lo que si me veo rodeado mientras descanso, podré subir y pasarme al techo del costado sin mayor problema.

Al final me meto a una casa de dos pisos.  Se ve vieja, pero no me importa.  Lo relevante es el grueso de las paredes, la protección que ya tiene en las ventanas y que el ingreso por el garaje está cubierto por una fuerte puerta de madera.  Reviso rápidamente los cuartos con sumo cuidado, armado de mi machete.  No quiero que un balazo revele mi posición otra vez.

Por suerte se trataba de una casa que había sido desalojada.  Las conocía bastante bien de mis días recorriendo la ciudad buscando refugios.  La familia que vivía aquí decidió salir de Lima cuando llegaron las primeras advertencias.  Suena tonto hoy en día, pero en ese entonces casi nadie le hizo caso a las alertas y a las noticias de las masas de muertos vivientes avanzando y arrazando con todo lo que se encontraban en su camino.  Por suerte esta familia sí salió a tiempo.

Si sobrevivió fuera de Lima ya es otro tema.  Pero por lo menos se fueron de aquí.

Encuentro una foto de ellos en la sala.  Es un señor de unos 60 años bajo en estatura y algo gordito.  Pelo rapado y canoso.  Sonriente.  Ojos grandes.  Está abrazado de dos jóvenes que supongo que eran sus hijas.  Las dos también están sonriendo.  Flacas y pelo negro.  Atractivas en una manera poco convencional.  Una familia de tres.  Ojalá hayan podido ponerse a salvo.

En la sala hay un sofa viejo y empolvado.  Usualmente lo evitaría, pero en este momento estoy tan cansado que cualquier cosa sirve.  Me siento en él, me acomodo y me dispongo a descansar máximo unos 30 minutos.  

Por supuesto que estando tan cansado y sin un reloj a la mano, esos 30 minutos se extienden una hora y media, por lo menos.  Para cuando me despierto por la ventana está entrando un sol fuerte.  Me levanto de un salto y entro en pánico.  Cada vez tengo menos minutos que perder y estoy aquí tirado sin hacer nada.  Ya tendré suficiente tiempo para descansar cuando regrese.  Antes tengo que correr al Club Regatas a ver qué puedo usar para interceptar al velero.

Corro a la calle y antes de irme de ahí anoto en dónde está esta casa.  Me ha gustado y puede que regrese algún día.  Luego comienzo a avanzar hacia el sur.  Aun tengo que pasar de Barranco a Chorrillos.  Y tengo menos de un día para hacerlo.  

Con machete en mano corro unas cuantas calles antes de escuchar una explosión detrás de mí.  Me volteo y veo humo a lo lejos.  Luego escucho disparos, también lejanos.  Parece como que el enfrentamiento entre militares y Halcones ha comenzado.  Luego escucho movimiento más cerca a donde estoy.  Me asomo a la siguiente cuadra y veo un grupo de cinco zombies avanzando hacia el norte.  Hacia el origen de la explosión.  Aparentemente el sonido los está atrayendo.  Y si están yendo desde aquí, la cosa no deberá ser muy buena dentro de un par de horas.  Una razón más para seguir alejándome de este lugar.

Lo bueno de la situación es que los zombies van a estar distraídos en llegar a la fuente del sonido.  Me prestarán menos atención a mí.  Esto, por supuesto, no quiere decir que deba descuidarme por completo.  Igual debo avanzar con mi machete en la mano y atento.

Por las próximas calles no hay problemas.  De hecho, comienzo a sospechar que esto es demasiado bueno para ser verdad.  Que hay algo que no cuadra.

De pronto otro sonido llama mi atención.  Se trata de gruñidos.  Es un sonido que conozco bastante bien.  Se trata de la bulla que hacen aglomeraciones de zombies en grupo.  Cuando se pegan a alguna fortificación o refugio al que no pueden entrar.  La frustración y la desesperación que expresan cuando saben que dentro hay carne viva, eso que tanto los motiva.  Carne a la que no pueden acceder.  Esos gruñidos que emiten mientras razgan la barricada o las tablas o lo que sea que esté en su camino.

Sé que desviarme de mi camino es un peligro innecesario que no debería estar corriendo, sobre todo si se considera que estoy con el tiempo limitado, pero considero que es importante averiguar qué es lo que pasa.  Sobre todo si tengo el plan de expandir mi área de acción a Barranco.  Así que bajo unas cuantas calles en dirección al mar, que es hacia donde me parece escuchar los gruñidos a lo lejos.

Faltando un par de cuadras ya me imagino qué es lo que pasa.  Me asomo por una esquina y lo veo: Una gran masa de zombies alrededor de un edificio.  Están tratando de entrar, pero éste se encuentra bastante bien resguardado.  Me imagino que dentro debe de haber humanos vivos.  Una colonia de unos cuantos.  Quizás una familia.  Me extraña que estén aún ahí.  Después de todo, la Horda debe de haber pasado por aquí varias veces desde que estos sobrevivientes se instalaron.  Y cuando la Horda pasa no hay qué los pare.  

Decido no quedarme más.  No deseo correr el riesgo de ser descubierto por uno de los muertos vivientes.  Eso sería catastrófico, porque haría sonidos que alertaría a los demás y podría terminar con cientos de zombies detrás de mí.

Requiem por LimaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora