XXIX. Un plan imperfecto

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XXIX.     Un plan imperfecto

Si nadar desde la Costa Verde al bote a remos no era una opción, tenía que llegar al velero antes o después de que recogiera a los demás Caminantes.  Eso implicaba que tenía que llegar al velero mismo.  Que no podía simplemente nada hasta la mitad del camino, como lo habría hecho en la Costa Verde.

Eso, a su vez, quería decir que necesitaba un bote o alguna otra forma de llegar.  Nadando no podría alcanzarlo.  Necesitaba algo más.  Una embarcación más pequeña que me permita interceptarlo, quizás.  Pero, ¿en dónde iba a encontrar un bote a motor en un día? Con un motor que funcione, me refiero.  

A lo mejor si bajase al Club Regatas e inspeccionase sus almacenes encontraría un kayak o algo por el estilo.  Algo que pudiese utilizar.  Luego, cuando el velero llegue del sur a la especie de gran bahía que es la Costa Verde, debería ya haberme subido.  Debería interceptarlo a la altura del Club Regatas, sino es que es antes.  

En teoría suena razonale.  Sin embargo, a este plan le encuentro varios problemas.

Primero, nadie me asegura que en el Club Regatas encuentre alguna forma de entrar al mar e interceptar al velero a la velocidad que necesito hacerlo.

Segundo, para llegar al Club Regatas necesito salir de Miraflores, lo que puede representar un problema, si se considera que es posible que aún haya Halcones por ahí dando vueltas esperando a verme para matarme.  

Tercero, aún si pudiese salir de Miraflores vivo, luego tendría que entrar a Barranco, que es un distrito que no conozco bien y que siempre he evitado porque antes de la plaga tenía fuertes concentraciones de personas, lo que hizo luego que hubiese masas de zombie que habían de Barranco un distrito particularmente peligroso.

Cuarto, no estoy seguro de que el velero me recogería si es que me los cruzo en un bote pequeño.  Definitivamente no podrá frenar, porque no tiene esa capacidad.  Pero, ¿tendrá la capacidad de recogerme de alguna otra manera? ¿Quizás pasarme un gancho para arrastrarme a cubierta? No lo tengo claro.

Hay demasiadas variables fuera de mi control.  No me gusta para nada este plan, pero no me queda otra opción, aparentemente.  Me tomo un tiempo para pensar en una alternativa, pero nada se me ocurre.  Así que parece que tendré que hacer que ese plan funcione.

Así que ni modo.  El primer paso es llegar a mi refugio principal para dejar lo que haya que dejar en Lima y cargar con lo que haría más fácil los próximos dos días.  Esta parte será fácil.  Estoy a unas cuantas cuadras de distancia.

No obstante, si aún me están esperando afuera, me convenía salir de noche, aún cuando entonces los zombies estarían más agresivos.  Prefería enfrentarme a ellos frente a frente que a los Halcones a distancia.  Miro al cielo por la ventana.  Debe faltar un par de horas para que el sol se oculte.  Me echo en el suelo y pretendo relajarme esas dos horas.

Por supuesto que dormir no es una opción.  Estoy demasiado nervioso y ansioso.  Del próximo día y medio depende qué será de mí el próximo mes.  Si mi plan no funcionaba, me quedaría atrapado en Lima por otras tres semanas.  Eso implicaba, a su vez, buscar un refugio que me proteja de la Horda, que pasaría por aquí durante ese tiempo.  No, prefería hacer hasta lo imposible para salir de Lima en este día y medio.  Lo prefería de lejos.

Espero las dos horas mirando al techo y respirando profundamente.  Trato de relajarme y de descansar.  Apenas se ha puesto el sol y las calles están un poco más oscuras, bajo al primer piso, empuño mi machete y salgo a la calle.

Ahí me esperan cuatro zombies.  A dos de ellos los derribo fácilmente con mi machete.  Al tercero debo empujarlo hacia atrás de una patada, para luego darle el golpe final cuando ha caído al suelo.  Del cuarto ni me preocupo.  Simplemente me alejo de ahí caminando rápidamente.  El  cadáver  camina  detrás de mí lentamente por un rato gruñiendo y estirando las manos.  Al dar la vuelta a una esquina lo he perdido.

Usualmente me preocuparía por matarlo y arrastrar los cuerpo a un lado de la vía, como es mi costumbre.  No obstante, esta vez solo estoy pensando en una cosa: En que tengo que salir de las calles cuanto antes.  Cada minuto más que paso corriendo por las calles es un minuto más que me expongo a que un Halcón me pegue un disparo o que me acorralen.  Tengo que salir de las calles cuanto antes.

Cuando llego a la entrada al callejón que lleva a mi refugio principal dudo.  Si abro esta puerta ahora con la llave y alguien me está siguiendo, sabrá que al final de este pasillo están mis cosas.  Podrá entrar mientras descanso y matarme.  O esperar a que me vaya y robar todas mis cosas.  Me estaría exponiendo muchísimo.

Por el otro lado, necesito entrar.  Si quiero ejecutar mi plan, necesito entrar y preparar cosas.  Estoy corriendo contra el reloj y no tengo tiempo que perder.  Así que miro en todas las direcciones que puedo, saco la llave del candado y lo abro.  Entro tan rápido como puedo y luego cierro el portón.  Deseo que nadie me haya visto.

Corro a la casa de el fondo, en donde suelo resguardarme apenas llego a Lima.  Sin embargo, en el camino algo llama mi atención.  Las demás casas del callejón también se encuentran llenas de cosas que yo he dejado ahí por si acaso.  Suelen estar con agua, ropa, etc.  Todo convenientemente ordenado para que cuando llegue pueda prepararme para salir a buscar lo que tengo que encontrar en Lima.

Siempre me he sentido seguro en este callejón.  Pero no hoy.  Esta vez me siento indefenso.

Guardo mi machete y desenfundo mi pistola de inmediato.

Y es que dentro de las casas en donde usualmente todo está ordenado en cajas puestas obsesivamente una sobre la otra, hay ahora un desastre.  Todo está tirado por el suelo y revuelto.  Los Halcones han estado aquí.  O aún lo están.

Requiem por LimaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora