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— ¿Pasaras la noche aquí o te llevo a tu casa? —preguntó, viendo la hora en su reloj despertador—. Te pregunto, porque aún son las once de la noche y puede que tu madre se preocupe...

Acarició la cabeza de Sasuke, aún seguía escondido por debajo de la sábana. Ambos tomaron una ducha, cada uno en un baño diferente porque así lo decidió el azabache, parecía que era el único que la estaba pasando mal y es que Naruto no lo entendía, claro que le daba vergüenza, no podía excusar su comportamiento con el celo ya que no lo tenía. Además de que llevaba puesto una enorme camiseta de un alfa para cubrir su cuerpo y eso lo hacia notar que tan pequeño era.

—Mi madre no notaría mi presencia aunque estuviéramos en la misma habitación —respondió y se removió en la cama—. Le dije a mi guardaespaldas que pasaría la noche aquí, así que me quedaré en tu departamento —declaró.

Naruto se acomodó en la cama y dejó caer su cabeza en una de sus cómodas almohadas, aún no podía creer que estaba compartiendo momentos con un omega cuando siempre los detestó por todo lo que vivió con su madre.

Su madre siempre lo odió, porque su padre los abandonó cuando aún era un pequeño niño y todos los días decía lo mucho que se parecía a él con aquel cabello rubio, golpeándolo incontables veces. La situación empeoró cuando su padre salió en las portadas de las revistas más prestigiadas del país, su madre comenzó a culparlo y a decir que era el causante de su separación, comentando que todos los alfas eran iguales, que solo utilizaban a las personas y que los omegas tenían que vivir aceptando eso, ella al ser un omega le enseñaba lo que era el celo, llevando a un hombre diferente cada tres meses para saciar su apetito sexual.

Incluso se deshizo de la puerta de su recamara para que Naruto escuchara sus gemidos al igual de que lo viera si pasaba por el pasillo, al baño o a beber agua, gracias a eso, Naruto aprendió a encerrarse durante tres meses y dormir lo más que pudiera para no escuchar lo que sucedía en el cuarto de su madre.  Ni siquiera él mismo sabía porque una omega era tan mala con su propio hijo y tampoco entendía cuando su vida se volvió un desastre, en que momento comenzó a repudiar a toda clase de omega.

Detestaba saber que alguien pasaba por su celo ya que le recordaba a su madre gimiendo y también odiaba ver lo frágiles que eran, porque le recordaban a él cada que su madre lo golpeaba.

Su infancia fue de ese modo durante dos años seguidos, nunca podía salir a jugar al parque porque los moretones en su cuerpo asustaban a los demás niños y por ser el hijo de la prostituta del vecindario todos lo denigraban y tachaban como el peor ejemplo para sus hijos. Las miradas de desprecio de las personas se debían a que utilizaba el apellido Uzumaki porque no recordaba el de su padre y tampoco deseaba buscarlo en alguna revista, eso generaba que su madre lo recordara y por ello lo golpeaba hasta cansarse, gritándole una y otra vez que también iba a abandonarla como lo hizo el bastardo millonario de su padre.

Un día, cuando comenzaba a pensar que no tenía esperanza de salir adelante ya que su madre lo había golpeado tanto que perdió parte de su conocimiento, policías irrumpieron en su casa y fue llevado en brazos fuera de aquel lugar por un hombre de cabello rubio de quien ya había olvidado su nombre en ese entonces pero, reconocía su cara. Sus ojos estaban cristalinos y sus mejillas empapadas por un camino de lágrimas, comprendiendo en ese instante que se trataba de su padre.

Namikaze Minato, fue quien lo sacó de aquel hoyo lleno de sufrimiento y le dio un apellido que las personas comenzaron a respetar, un alfa le enseñó a superar el pasado y a vivir de nuevo. Gracias a eso, una enorme felicidad lo invadió tras enterarse que también era un alfa como su padre y empezó a olvidar que su madre, una pobre omega, algún día llegaría a tocarlo de nuevo.

Sentimientos recónditos. Where stories live. Discover now