Capítulo 4. Coincidencias.

34.6K 1.3K 431
                                    

No esperé más de veinte minutos y sonó el timbre. Abrí y era Marcos. Le di un abrazo.

-Eh, eh. ¿Qué te ocurre? - Preguntó él sorprendido.

-La casa se me hace muy grande, y... - Comencé a llorar.

Fue raro, empecé a llorar así de la nada. Estaba al fin libre y en vez de aprovecharlo andaba llorando, muy bien ______, eres muy inteligente. Le conté que me sentía raro, y era así. No sé como explicar aquella sensación, tenía como un vacío enorme dentro. Aunque dentro del orfanato, me llevaba bien con muy pocas personas, y con una de las monjas, Merche.

Nos tapamos los dos con la manta y nos pusimos a ver una película de miedo. Yo era una miedosa, chillaba con tan solo ver las caras. Me habían echado varias veces del cine por eso mismo. Y bueno, no tardé en asustarme y chillar como una idiota.

Rubius P.O.V.

Estaba tranquilamente dormido, de golpe oí a alguien chillar y pegué tal salto que me caí de la cama. Después me reí, la situación era muy rara ya que yo estaba solo en la habitación. Me levante del suelo. Los gritos seguían sonando con más intensidad, era la vecina. 

Salí de mi casa y me dirigí a la suya, llamé al timbre varias veces hasta que me abrió.

-¿Podrías dejar de chillar? Por favor, intento dormir. - Le dije, lo más simpático posible.

-Ahhh... ¿ahora soy yo la que se tiene que callar? - Preguntó ella de vuelta.

Dios mío, me empezaba a cabrear.

-Oye... ¿qué cojones te he hecho para que me hables así? - Pregunté.

-Pues no sé, por tu culpa casi pierdo mi trabajo, chillas como un loco.

-Eh, tu también chillas. Y lo del ascensor fue una broma, no es mi culpa que tengas tan mal carácter. 

-Mira, olvídame. - Me dijo fría, y se metió en su casa pegando un portazo.

-Esto no se quedará asi. - Dije tras el portazo, no me ha oído.

Me metí en mi casa, me había desvelado. Si, me molestaba caerle mal, pero porque ella no tenía razón. Fue una simple broma, una puta broma. O marujas o pijas, nunca tuve vecinas normales.

________ P.O.V.

Se pasa el maldito día chillando y encima viene a mandarme callar, era insoportable. 

Eran las tres de la mañana, y bueno... yo seguía de bajón. A las diez tenía que ir a trabajar, cosa que no me apetecía para nada, pero no estaba como para perder días de trabajo. Me despedí de Marcos, y me metí en la cama. Conseguí dormirme minutos después. 

La alarma no tardó en sonar, pues la puse a las ocho para poder ducharme. Me desperté y saqué de mi armario ropa limpia. Me metí a la ducha, la necesitaba. Ya estaba un poco más tranquila, tenía que acostumbrarme a eso de ser independiente, pero no estaba preparada...

Tras unos cuarenta minutos aproximadamente salí de la ducha, sequé mi pelo y me lo recogí en una trenza de espiga que caía por mi hombro casi hasta la cintura, tenía el pelo realmente largo, una de las pocas cosas que me gustaba de mi, tal vez la única. Me vestí con unos leggins y un jersey color rosa. Y mis queridísimas converse.

Al salir eran las nueve y diez, una maldita hora y diez minutos para ducharme, peinarme y vestirme. Desayuné y me salí pitando de casa al trabajo, ya iba más tranquila, pues llegaba a tiempo. Al llegar allí me puse el uniforme y comencé a trabajar, ya podía estar en la caja, y aunque parezca un trabajo fácil era bastante difícil, me ponía nerviosa constantemente. Me equivocaba con los precios y con algunos productos. No podía ser más patosa, acabé rompiendo hasta platos, creo que no me despedían por pena. Cosa que agradecí enormemente. 

Será cosa del destino. | Rubius y tú |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora