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Piensa en los días pasados, Magda, me dijo papá.

¿Y eso qué chingaos viene a resolver? Papá me pide que recuerde cuando estábamos juntos, y éramos familia. Piensa en los días de ayer, Magda, si, ajá, cómo no. Cómo puedo decirle que hay cosas malas en este pueblo y, para colmo, mamá anda viajada todo el tiempo, que es su culpa por dejarnos ir tan fácil y que yo nada puedo hacer porque soy una escuincla de quince años. ¿Voy a ser así de estúpida cuando tenga su edad?

Luego de la vivencia adivinatoria de la otra noche, decidí registrarme en Skype y buscar el usuario de papá. Estaba conectado en ese momento y aceptó mi solicitud de llamada transcurridos algunos minutos. ¿Tanto trabajo tiene que le cuesta dar click en aceptar frente a su computadora?

Iniciamos la videollamada con algunos problemas de transmisión. Al parecer, mi Internet portátil no es lo más efectivo para esos casos. Sin embargo, al cabo de un rato, conseguimos que la transmisión no se interrumpiera tanto y el sonido llegara de manera entendible. Al parecer, la solución estaba en poner el módem en un lugar alto de la casa. La cornisa de una ventana fue la solución.

Lo primero que me llamó la atención fue descubrir a papá tan cambiado. Supongo que a él le afectó también la separación, aunque se manifiesta de forma diferente. Papá se había rapado por completo (¿qué habrá hecho con esa cabellera tan chida que era lo único guapo que tiene papá?) e iba vestido de traje blanco. No llevaba corbata porque usaba una filipina como la de los chefs. Además había engordado un poco. Por un instante creí ver al Kingpin, el jefe de la mafia al que combate Daredevil en los cómics. Sólo que Kingpin usa un bastón coronado por un diamante exageradamente grande, incluso para una historieta. Además Kingpin era el malo de la historia. Mi papá es el bueno, ¿no? El bueno con actitudes estúpidas que lo echan todo a perder. Seguro papá no sería el protagonista de ningún cómic. Carece de madera para eso.

No le comenté el cambio de su look, porque quería contarle otras cosas. Le dije que mamá raras veces estaba en casa, y cuando andaba por acá parecía zombie y sonámbula por las noches. Le dije que me sentía absolutamente sola y desesperada y lo peor es que todavía no me había inscrito en ninguna escuela.

Papá escuchó mi perorata, y pronto descubrí que no me estaba haciendo caso, sus ojos leían algo en la pantalla en lugar de verme. ¡Maldito, mil veces maldito!

Sin embargo, al escuchar la palabra escuela, papá hizo una pausa y entonces sí, volteo a ver la cámara, dirigiéndose a mi.

Mamá lo está pasando rudo, me dijo, debemos ser pacientes con ella. Pero tú no la quieres, le interrumpí, ¡qué te importa! El hecho de que ella y yo, me respondió, estemos divorciados, no significa que no nos queramos, después de todo han sido muchos años juntos; además te tenemos a ti, y eso es suficiente para preocuparnos el uno por el otro.

Ajá, dije yo no muy convencida.

Bueno, con respecto a la escuela, tengo una propuesta que hacerte. Por eso mamá no ha hecho ningún movimiento al respecto. Quedamos en que te lo preguntaría y después tomábamos una decisión.

Por un lado, ¡wow!, mis papás seguían hablándose entre ellos. Eso ya es una ventaja. Por otro lado, ¿wow?, ¿papá iba a pedir que me fuera a vivir con él para estudiar en su país ruso o escandinavo? Pasaron muchas cosas por la cabeza. Quería largarme de este pueblo horrible, bueno no tan horrible, pero donde pasan cosas espantosas. Lo que no quería, de ninguna manera, era largarme del pueblo y dejar a mamá aquí, sola. ¿No podría papá pedir que nos fuéramos las dos con él? Lo dudaba.

¿Qué tienes en mente para mi escuela?, pregunté por fin a papá.

Bueno, pues mamá me ha contado que cada vez te la pasas más tiempo en Internet, y está algo preocupada; de ahí mi propuesta; he investigado un poco y descubrí que más de una escuela del país ofrece planes de estudio por Internet; tendrías que conectarte todos los días, tomar tu clase, investigar en línea, y sanseacabó, según tu ritmo de estudio es como puedes avanzar.

Me quedé de a seis.

¿Papá?

¿Sí?

¿Confías en mi para estudiar un método no escolarizado?

Papá sonrió y luego volvió a revisar sus correos electrónicos, o cifras en la pantalla, olvidándose de mi otra vez. Pero siguió hablando.

Por un lado, Magda, el sistema es escolarizado, aunque no lo parezca. Por otro, sé cuál es tu capacidad. En tercer lugar (se detuvo mientras leía algo particularmente atractivo para él), en tercer lugar confío en ti, sin lugar a dudas. Tienes buenas bases educativas. Eso sin contar con que creo que la educación está evolucionando y me emociona que mi hija pueda ser parte de ese proceso. Pero hay algo más importante aún.

¿De qué se trata?

Pues que para mí sería mucho más sencillo seguir tus avances por medio de Internet, con tanta distancia entre los dos.

Tenía tantas ganas de reclamarle muchas cosas a papá que esta propuesta me sacó de onda. No estaba preparada para un papá comprensivo. Era estudiar en casa, y recuerdo que desde chica siempre me pregunté cómo sería estudiar así. Lo pensé durante unos segundos y mi cabeza vino a inventarse un recuerdo falso donde yo me iba a sentar al mirador por las mañanas, y sacaba mi computadora y me disponía a tomar clase de filosofía, con un té de hierbabuena a mi lado. ¡Podría viajar y al mismo tiempo seguir estudiando! ¿Ah?, ¿quién recibe la oportunidad de tomar vacaciones en mitad del curso escolar, y aún así no perder clases?

Me emocionó mucho la idea, pero no quería hacérselo ver a papá. Así que di un rodeo.

Déjame pensarlo, le dije, mándame un correo con la lista de escuelas que me propones, las visito y ya te diré si alguna me convence.

Papá dio un click y dijo listo, ya está. Mi bandeja de entrada hizo el ruido de tienes un correo nuevo. Papá sonrió al escucharlo, pero siguió en lo suyo. Maldita sea, para qué se lo activé. Odio que mis papás crean que soy tan predecible.

El hecho de que sea en línea no significa que sea sencillo, dijo papá, eso es un error común en la mayoría de los estudiantes que buscan ese sistema; al contrario, casi todos se basan en la educación por competencias, y... bueno, ya verás qué es eso.

Okey, le dije.

Magda, papá siguió leyendo cosas en la pantalla, moviendo las manos y tecleando mientras hablaba conmigo, ¿qué otra cosa querías decirme?

Pues que mamá no anda bien, me ha descuidado mucho.

¿Cómo te ha descuidado?

Pues no llena el refrigerador constantemente, además no está en casa, no ha cocinado una sola vez desde que llegamos, me voy a morir de inanición.

Bueno, continuó papá, ya te pedí que le tengas paciencia, ella ha tenido días malos y seguramente regresar a trabajar no es sencillo, pero va a superarlo, tu madre es una mujer inteligente en muchos sentidos, ya sucederá algún cambio, lo verás.

Si, papá, pero, ¿y mientras?

Y mientras, hija, en el mismo correo que te acabo de mandar verás los datos de una cuenta que he abierto a tu nombre. Ve a Toluca, visita el banco que te he anotado y pide a un dependiente que te entregue la tarjeta para disponer de efectivo y el dispensador de claves para que puedas ver el estado de cuenta en Internet. No es una tarjeta de crédito, así que tendrás tus límites, quiero que te alimentes bien. ¿Algo más?

Papá, ¿me quieres?

Papá no dejó de hacer eso que estaba haciendo.

Si, Magda, te quiero mucho. Eres mi hija, ¿no?

Es que no he sabido nada de ti, en... ¿qué será..?, ¿semanas?

Pero no has abierto tu Skype, hija.

Okey, okey, es culpa mía. Pero, es que las cosas aquí no andan bien, papá. Verás, ha pasado algo que...

Piensa en los días pasados, hija, piensa en eso. Ahora me tengo que despedir, me han citado a reunión.

Y se desconectó sin más ni más. ¿Que piense en los días pasados? ¿Qué carajos se cree el muy idiota? Con razón mamá se divorció de él, es un cretino.

Magdalena Salvatierra y el coven del Tecolote.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora