Capítulo 7- Un merecido descanso (Cuarta parte)

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Por desgracia,-bueno, por desgracia para mí- los enemigos habían sido abatidos con rapidez, por lo que no disparé ni una sola bala de mi revólver contra los demonios. Tenía ansias de luchar nuevamente. Pedí hora a un cruzado que regresaba a su barracón con el rifle en la mano. –Son las…doce cincuenta y tres.

Agradecí la ayuda del buen hombre y me dirigí nuevamente al edificio central. Me terminaría aprendiendo de memoria cada hueco, pozo y melladura de mi trayecto si seguía yendo y viniendo como hasta ahora.

Caminé con paso apresurado en dirección a la mujer que anteriormente me había guiado a la charla de evacuación civil.

-          Creo que es la tercera vez que veo que vienes. Hay un cuarto de servicio al lado del despacho de Rah, te ahorraría bastante trayecto.-bromeó.-Bueno, dime, ¿qué necesitas?

-          Simplemente quería saber dónde está el taller del Sacerdote Magnus. Dudo mucho que tenga algo que ver con el taller mecánico de transportes.

-          Dudas bien. El taller se encuentra en el subsuelo. Pero lamento decirte que sólo pueden presentarse miembros veteranos, y por tus preguntas dudo que lo seas.-concluyó con una sonrisa.- ¿Cómo te has enterado? Dime un nombre al menos y quizás te deje pasar.

-          Karion. Yo…

Los ojos de la mujer se abrieron como platos.- ¿Karion? –su rostro me contemplaba extasiada.- ¿Qué te pasó? Sabía que habías tenido unos incidentes, unas heridas pero no que habías cambiado tanto, con amnesia incluida. No te recordaba así desde la última vez que…em…nos vimos.-Sus ojos dejaban translucir algo más, no quería saber qué era.

-No me has dejado terminar. Yo no soy Karion, vengo de su parte.

Automáticamente, la ilusión de la mujer se hizo añicos.-Oh. Disculpa. Bueno, ¿A qué esperas? Vete.

-¡Pero yo tengo que bajar al taller!

-No te llevaré yo.-exclamó furiosa.-Gerard,-inmediatamente, un corpulento Cruzado vestido íntegramente de negro a pesar del calor se apersonó en el lugar.- lleva al novato abajo, al taller de Magnus Chame.

-Sí, mi señora.-sus ojos me escrutaron desde la oscuridad de la capucha.- Sígame.

Luego de abrir los ocho cerrojos, descendimos al subsuelo de FoLS. En el fondo de mi mente, sospechaba que el subsuelo superaba con creces la superficie delimitada por los muros y la colina.

Caminamos por el interminable laberinto de pasillos de piedra y metal, cruzándonos constantemente con Cruzados que se desplazaban solos, de a dos o en grandes grupos. Aparentemente, no todos habían combatido la amenaza que se había abalanzado sobre los muros instantes antes.

Finalmente llegamos a una enorme puerta metálica, reforzada y repleta de remaches.

Mi acompañante tecleó un código, el cual no permitió que viese, en el panel que se encontraba a nuestra izquierda. Detrás de la puerta comenzaron a desplazarse varios objetos enormes, probablemente también metálicos, causando un estruendo que llenaba el pasillo y rebotaba en las paredes. Una vez que los ruidos cesaron, la puerta se abrió lenta y pesadamente para permitirme la entrada a un enorme recinto. Era rectangular, con techo de piedra sostenido por vigas entrelazadas en posiciones extrañas; paredes cubiertas con paneles repletos de herramientas dividían la habitación de la siguiente. Aquí y allá pude ver grúas, vehículos, armas y, por sobre todo, cajas, cientos de ellas. La puerta se cerró detrás de mí. Me encontraba solo en el recinto, tan solo que podía escuchar el eco de mis pasos y la respiración que brotaba de mis pulmones.

A mis espaldas se erguía la enorme puerta, trabada por tres gigantescos cerrojos de acero, cada uno del ancho de un hombre y tres veces esa medida de largo.

Cruzados -El infierno en la Tierra- (EDITANDO)Where stories live. Discover now