Capítulo 7- Un merecido descanso (Tercera parte)

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El bullicio abofeteó mis oídos. Las tribunas estaban ocupadas en su mayor parte a pesar de que faltaban un par de minutos para que comenzara la charla. La habitación rectangular tenía las paredes cubiertas por una serie de graderías elevadas de madera, las cuales hacían que el cuarto pareciese la cornisa invertida de un edificio romano.

En el pequeño espacio que quedaba al fondo de la habitación había un escritorio con un control remoto. Me pregunté qué accionaría, lo cual descubrí al observar el techo: un proyector de última generación colgaba de él, apuntando hacia la pared.

Subí entre los cruzados hasta situarme al lado de la puerta, en las gradas superiores. Me preguntaba cuándo llegaría el encargado de explicarnos los planes de evacuación cuando la puerta volvió a abrirse. Una figura vestida con armadura blanca, la cual estaba moldeada para tener la forma de cada uno de los músculos del individuo, con un mandoble colgado a la espalda, ingresó a la habitación. La cabeza del cruzado estaba rapada, repleta de cicatrices. Continuó caminando hasta llegar al final de la sala, acallando automáticamente el murmullo de las voces de los demás efectivos. Llegó hasta el mueble de madera y tomó el alargado artefacto. Apuntó al proyector y tocó dos botones. Las luces se apagaron y el aparato iluminó la pared detrás de él. Sólo cuando habló descubrí que era mujer.

-Buenos días, damas y caballeros. Mi nombre es Gabriela D’Angelos y, como todos saben, nos encontramos aquí para repasar el nuevo plan de evacuación de civiles. Las preguntas irán al final, por lo que no admitiré interrupciones.-Dijo autoritaria. El brillo de sus severos ojos nos llegó a todos a pesar de la oscuridad.- ¿Se ha entendido?-El silencio se había cernido en la sala.-Perfecto.-sonrió antes de proseguir.- Estos últimos tiempos han sido un poco… agitados, por lo que no descartamos que más pronto que tarde debamos refugiar a los pueblos aledaños en nuestro humilde fuerte. La cantidad de edificios vacíos son relativamente pocos, tan sólo un séptimo de nuestros edificios, aproximadamente. Sin embargo, ese número ascendería en el caso de que recibiésemos visitantes, dado que necesitaríamos el doble de tropas vigilando día y noche, velando por la seguridad interna además de la externa. Será una tarea tediosa, dado que bastante tenemos con los seres del más allá como para preocuparnos por ladronzuelos, pero confío en que si pueden despachar un demonio podrán capturar a un amigo de lo ajeno.

Nuestros superiores han decretado que debería haber un toque de queda para facilitar las cosas, sin embargo éste no sería demasiado riguroso, tan sólo para asegurarnos que nadie corra peligro ni haga estupideces las veinticuatro horas del día.

A su vez, es importante resaltar el papel de cada compañía en esto: la evacuación sería efectuada por miembros de la novena y la tercera compañía. Como bien saben, podemos efectuar por aire, tierra y agua las tareas de rescate, aunque la última forma no es necesario que la repasemos. En el caso de una evacuación aérea, las escuadras en servicio de la novena compañía acudirán al completo a bordo de cañoneras Fire Star. Actualmente tenemos diez en servicio, capaces de albergar dos escuadras de diez efectivos cada una y el doble de refugiados, sin contar la tripulación, por lo que podríamos evacuar, sólo con cañoneras, a unas 400 personas aproximadamente. Sin embargo las cañoneras pueden realizar más de un vuelo y, si el rescate puede ser también por tierra, los Zarigüeyas y Mastodontes pueden hacer lo suyo, diez y veinte hombres respectivamente, pero si los compactamos un poquito podrían entrar el doble de refugiados. Como siempre, los Raveners y Motocicletas funcionarán de escolta. Para que no se sature el hangar con los nuevos habitantes del fuerte, las fuerzas deberán dividirse en cuatro: excepto las aeronaves, el resto de los vehículos dirigirá su rumbo a las puertas Sur, Este y Oeste. Llegado el momento organizaremos por radio qué transportes se orientarán a qué portal.

La tercera compañía se dirigirá junto a los transportes Phantom para escoltar a los civiles y asegurar la zona.

La organización dentro del…-su voz se vio interrumpida por una estridente sirena, similar a las alarmas de bombardeo.- ¿Qué rayos? -Exclamó sorprendida.- Se acabó la clase, caballeros.- gritó, al tiempo que corría hacia la puerta de la habitación, mandoble en mano.

Cruzados -El infierno en la Tierra- (EDITANDO)Where stories live. Discover now