Cap. 10 Las estrellas aparecieron una vez más

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Utopía permaneció inerte durante varias horas. Los hombres de blanco, quienes llevaban consigo equipamiento especializado, se adentraron en cada rincón de la inmensa isla. Investigaban, analizaban y tenían órdenes para eliminar y erradicar cualquier cosa que saliera de los parámetros establecidos. Eran llamados los hombres de paz y eran los únicos a quienes se les permitía romper las reglas en ciertas ocasiones y según un protocolo preestablecido, ni si quiera se le podía llamar «romper las reglas», prácticamente seguían otras reglas.

La niebla era un fenómeno que los utopianos conocían como uno de los grandes misterios mortíferos que tenía el planeta. Su aparición era incierta, podía suceder en cualquier momento, sin embargo, Sebastian siempre sospechó que era más esperada de lo normal. Él había deducido años atrás que la niebla aparecía en el momento oportuno y se llevaba consigo secretos que se enterraban con ella.

Cuando la niebla desapareció casi por completo de la isla dejó a la vista un escenario atroz, cientos de personas yacían aparentemente sin vida en las calles. Innumerables grupos de hombres de paz circundaban por los alrededores de cada ciudad llevándose cuerpos y dejándolos, a la mayoría, en sus respectivas residencias. Al resto simplemente los dejaban caer dentro de un tubo succionador que sobresalía de la superficie. Seguían fielmente las indicaciones que contenía una tableta con todos los nombres de los utopianos y toda información relevante de cada uno de ellos.

El análisis y la actualización de la información empezó desde el capitolio y se extendió hasta los confines litorales de la isla. El lugar dónde yacía tirado Sebastian fue la tercera zona en revisar y en llevar a cabo el procedimiento. Los hombres comenzaron a penetrar cada casa de la residencia guiándose por los datos de la tableta y de los que aparecían en cada puerta. El departamento de Sebastian, a diferencia de los demás, tenía en su puerta la palabra Abortar, una señal grande y en rojo que titilaba cada ciertos segundos. Este fue el último en inspeccionar y atrajo la mirada de más de cinco hombres.

La morada residía en orden a simple vista, pero luego de una mirada más detallada se podían notar los salvajismo y ultrajes presentes en los botones de acceso a los sistemas de protección y seguridad. Los hombres revisaron cada habitación y, por último, llegaron a dónde se encontraba Sebastian.

A la puerta apareció la sombra de un hombre que se dirigió, sin denotar apresuro, a aquella habitación. Al llegar, ordenó a los otros hombres que lo pusieran al día con la situación. Uno de ellos tomó la palabra mientras agarraba la tableta y comenzó a leer la información que estaba en ella.

—Tenemos órdenes para abortar este ente, pero nos ha sorprendido que esté llevando puesto el traje cuando, según lo que dice acá, ningún sistema de protección respondió correctamente.
—No hubo respuesta ni por parte del cerrado hermético ni del traje de seguridad —añadió el hombre parado a la derecha de Sebastian.
—Pensábamos que el ultraje hacia los sistemas y la alarma habían sido causados por él mismo.
—No, esos daños fueron hechos con el propósito de que este ente no pudiera acceder a ellos —respondió el sujeto.
—¿Quién pudo haber sido?
—Alguien de Utopía indudablemente. Todos sabemos que esa niebla tóxica es una mentira y ni siquiera mata.
—Señor, ¿continuamos con el protocolo?
—Sí, pero necesitamos unos cambios.
—Bueno, cada protocolo tiene un número de identificación. El de este es el 122 y usted lo tiene en su etiqueta de nómina —dijo el hombre de la derecha.
—Inteligente. Debiste formar parte del escuadrón de investigaciones avanzadas, ¿no?
—No, señor, era jefe de inspección de la otra isla.
—Cuidado con lo que hablas —dijo el sujeto con tono amenazador.
—No hay novedad, señor.
—Información actualizada. Revisa tu tableta.

El hombre la cogió y comenzó a buscar las nuevas órdenes establecidas para el ente que tenía enfrente. Esperó a que cargara y luego leyó para sus compañeros.

—Protocolo Abortar: Ente 06 12D, Sebastian Patterson; anulada. Motivo: El individuo superó las expectativas de la fase uno. Nueva misión: Inyectar sedante A+. Motivo: borrar los recuerdos del último día. Autorización: Nivel superior, código 122. Bajo la dirección de Louis Sphinoza.

Aquellos hombres cumplieron las nuevas órdenes al pie de la letra y, al cabo de unos minutos, el protocolo había terminado.

Eran las veintidós horas y el sol aún brillaba en el cielo, luego este se apagó y dio lugar a la luna que apareció en el centro de aquel panorama sin estrellas ni planetas. Segundos después, la luna retrocedió y se puso en su lugar acompañada por luceros que ahuyentaban la oscuridad.

Las estrellas aparecieron una vez más.

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