Cap. 4 La curiosidad mató al gato

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El día había transcurrido rápidamente. El Sol se desplazó por el cielo al ritmo de música house y se perdió en el occidente tras dar un espectáculo de inefables arreboles y tonos azafranados que lo rodearon desniveladamente. 

Sebastian se dirigió a su casa justo al terminar su trabajo e inmediatamente se propuso averiguar sobre qué se trataba aquel extraño documento. Pasó todo el día pensando en él y, como resultado, decenas de preguntas se pasaron por su cabeza, sin embargo, solo había una forma de responderlas.

Al llegar a su casa, colocó su teléfono en un lector inteligente y, seguidamente, en la pared se reflejó holográficamente un archivo con seis partes. Eligió el primer documento mediante sensores de movimientos y se proyectó frente a sus ojos. Era una carta.

Año 100 n.m.
Utopía, El Área

Estimado tipo 06:

La curiosidad mató al gato, pero ¿murió sabiendo o siguió de ignorante? Lastimosamente, murió y no nos dijo qué encontró. Sería una pérdida desperdiciar una vida por descubrir algo y que al final ese algo se vaya a la tumba contigo o incluso peor; morir y seguir como antes, sin saber nada.

Anónimo R. M.

Sebastian, confundido por lo que había leído y tratando de encontrar respuestas, trató de abrir el siguiente archivo.

«Error» salió en cada uno de ellos. Ninguno tuvo éxito al cargarse. Era de esperarse, pensó. Treinta segundos no eran suficientes para copiar todos los archivos, pero sí un segundo era propenso para que la inquietud y el desasosiego se apoderaran nuevamente de él.

Aunque la carta no hubiese sido muy clara, Sebastian sabía el mensaje que esta le estaba dando. Él tenía que elegir entre ser el gato o seguir con su vida tranquila, pero de incertidumbre. Era resolver el misterio y morir sabiéndolo, o lo mismo pero sin saberlo. ¿A qué lado de la balanza se inclinaría esta vez?

—Seré el gato. Negro, me gusta el negro —dijo él quitando su teléfono del lector.

Apagó el proyector. Se dejó caer sentado sobre el sofá e hizo girar su anillo ocasionando un pequeño destello al reflejarse una luz artificial en él. Dirigió su mirada hacia el lugar donde se encontraba aquel artefacto que originó la luminiscencia.

La curiosidad mató al gato.

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