Cap. 6 El cielo nocturno se tornó negro y tenue

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La tarde apenas comenzaba y, con ella, la actividad de la ciudad. Otro rasgo que diferenciaba a El Área de los otros distritos era su constante movimiento. Las personas parecían vivir más deprisa y realizar más cosas.

Sebastian, Lourell y los dos hombres ejecutivos habían acordado reunirse en la plaza Estudio para comenzar a elaborar y codificar las primicias de lo que sería el plano del planetario.

La plaza Estudio, opacada tras el magistral Edificio Estatal de Educación, era un lugar recóndito e ideal para tratar temas sobre trabajos e investigaciones. Medía un poco más de dos kilómetros y era en su totalidad césped perfectamente alineado atravesado por vías peatonales que daban paso a cientos de bohíos y mesas que se encontraban inteligentemente ordenadas por toda la plaza. Grandes árboles se distribuían formando largas filas que daban sombra y fresco a toda el área y, al fondo, se encontraban varios pares de columpios que poco se usaban, habían pasado a ser más como una estatua que un medio de diversión colectivo. Rara vez se veían almas inocentes saltar, correr y deslizarse sobre ellos. Desde que la tecnología invade un lugar, todo lo tradicional se ve obligado a adaptarse a ella. En consecuencia, ahora resultaba más divertido deslizar un humanoide por un columpio que hacerlo uno mismo.

Una mesa con cinco sillas que recibía la sombra de un roble había sido el lugar escogido por Martín, el más maduro de los dos hombres ejecutivos, para discutir sobre la obra. Todos asintieron y se dirigieron hacia él. No obstante, Lourell había fijado su mirada en un bohío que quedaba cerca de un pequeño rosal y Sebastian, por otro lado, habría preferido uno que quedaba cerca de los columpios polvorientos. Ambos no tuvieron otra opción más que seguir a Martín.

Lourell fue la primera en tomar la palabra. Transmitía seguridad y amplio conocimiento sobre lo que hablaba y parecía haber repasado todo lo que decía con el motivo de sonar más inteligente al momento de hablar. Sebastian, que prestaba atención a cada palabra, sacó sus planos vacíos y comenzó a hacer magia con su lápiz mientras Martín y Bast trataban de plasmar todo en un portátil que habían llevado.

—El planetario debe tener unas bases muy sólidas y resistentes. Estamos hablando de una altura que nunca nadie se ha imaginado —dijo Lourell.
—Cinco columnas al centro, cuatro de cada lado y cinco más alejadas para finalizar la serie. Cemento de clase A atravesado por grandes y gruesas vigas de acero agrupadas en grupos de diez. Construirlas un kilómetro bajo tierra le daría más solidez —comentó Sebastian.
—Una altura de casi veinte kilómetros por encima del nivel del mar y con un radio de un kilómetro. El material que se debe usar debe ser resistente al peso, a la gravedad y a los rayos del sol.
—Metal, bloques clase A+ y agua, cada uno separado por placas de plástico fusionado con acero inoxidable.
—Se necesitarán ventanales altamente laborados, resistentes y de ocho pulgadas de grosor.
—Unidas y que formen una cámara cóncava con un piso de porcelana. Debajo de ella, se encontrará la cabina de control donde estarán los técnicos que manejarán el gran telescopio.
—Debe ser cóncava como la parte superior, pero hueca hacia su centro, de modo que permita el paso del ascensor.

Martín y Bast no mencionaron ni una sola palabra. Hicieron varios gestos de como si estuviesen entendiendo todo, pero en realidad no lo hacían. Martín había estudiado Ciencias Políticas y Bast, Publicitaria. Dos carreras completamente distintas y que no tenían nada que ver con la construcción de una megaestructura. Lo único que sí sirvió en ese momento fue el curso de taquigrafía que había hecho Bast unos pocos años atrás. Sebastian y Lourell hablaban tan rápido y sin querer dar permiso ni tiempo al otro, que tenía que escribir todo con claves, símbolos y abreviaturas para no perder el hilo.

—Novato, encárgate de conseguir a los obreros y la maquinaria. Llévate el plano que has hecho y dáselo a tus compañeros del edificio Oeste para que lo revisen.
—Tú, mandona, encárgate del telescopio, de la tecnología de los cristales y del mecanismo para ascender. En cuanto me terminen de codificar el plano, sacaré una copia y te la enviaré para que comiences con tu labor.

UTOPÍAWhere stories live. Discover now