PRÓLOGO

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14 de octubre de 2042
En algún lugar del sistema solar

Un asteroide de 10 kilómetros de diámetro impactó contra la Tierra al oeste de Australia. El fuerte impacto originó tsunamis que alcanzaron los 600 metros de altura. Las gigantescas olas se expandieron hasta China, por el sur, y hasta la mitad del continente africano, por el oeste; todas las islas dentro del radio de propagación desaparecieron. Nadie logró sobrevivir ante tal desastre y la tasa de mortalidad era exorbitante: 15.000 millones de muertes. Sin embargo, lo peor aún estaba por llegar.

La gran colisión originó interminables lluvias de roca incandescente y ceniza que se esparcieron por todo el planeta. La flora, debido al enorme aumento de calor, comenzó a incendiarse y los polos comenzaron a derretirse rápidamente. Las personas que aún seguían con vida tras la destrucción masiva de Asia, África, Europa y Oceanía, ahora se enfrentaban al fuego abrasador y veían cómo, poco a poco, este carbonizaba todo a su paso. 5.000 millones de muertes más.

Las largas lluvias acumularon inmensas nubes de partículas de polvo que cubrieron al planeta por más de 10 meses e impidieron que los rayos solares penetraran la atmósfera. El planeta se tornó helado y hostil, una nueva era glaciar había comenzado, la más fría y oscura jamás antes vista. Los pocos sobrevivientes que aún permanecían agazapados en los más recónditos lugares, fueron muriendo uno por uno a causa de asfixia; otros, incinerados; e incluso muchas personas optaron por suicidarse con el fin de acabar con su propio sufrimiento. 3.500 millones de muertes más y fin de la humanidad.

Cuando la inmensa capa densa dio su fin y los rayos del Sol volvieron a penetrar la atmósfera, una línea de volcanes activos entraron en erupción provocando grandes terremotos y maremotos que se encargaron de erradicar cualquier clase de vida que aún subsistía en lo más profundo del planeta. La Tierra, antes considerada el planeta azul, ahora se había convertido en una bola roja y ardiente, desolada y sin rastro de agua o vida; nada, absolutamente nada sobrevivió frente a tal cataclismo y esto fue, sin duda alguna, lo más horrible que mis hombres y yo hemos visto.

Innumerables ingenieros y reconocidos científicos de China, Estados Unidos, Canadá y Suiza trabajaron sin descanso en dos grandes estructuras exoplanetarias: la monumental nave interplanetaria Prometeo y una bóveda llamada El Arca estelar del fin de los tiempos. Ambos complejos fueron construidos con la solidez para resistir hasta miles de bombas nucleares y con la capacidad de realizar viajes interestelares en pocos años luz.

En el interior del Arca permanecen guardadas millones de semillas de tantas especies vegetales como fue posible, así como un grupo de 5 mil hombres, sus esposas e hijos.

Ahora que la Catástrofe ha terminado y que hemos logrado salir de nuestro sistema solar, empieza nuestra misión: encontrar un nuevo hogar y repoblarlo.

En la constelación de acuario, a 40 años luz, se encuentra un sistema exoplanetario muy peculiar, TRAPPIST-1: gobernado por una estrella enana ultrafría y siete planetas similares a la Tierra que orbitan alrededor de ella, es la mejor opción en el universo visible para reconstruir los cimientos de nuestra sociedad; una sociedad que logró sobrevivir a la más temible ley de todas, la ley de Murphy.

Renombrados astrónomos a bordo de esta nave han podido representar artísticamente la superficie del planeta F, nuestro futuro hogar

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Renombrados astrónomos a bordo de esta nave han podido representar artísticamente la superficie del planeta F, nuestro futuro hogar.

Ahora, mis hombres y yo tomaremos una larga siesta

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Ahora, mis hombres y yo tomaremos una larga siesta. Seguiremos atentamente el protocolo que se estableció y edificaremos las bases inquebrantables de Utopía.


Jhon Wells

UTOPÍADonde viven las historias. Descúbrelo ahora