Capítulo 55.

49.5K 1.8K 81
                                    

El auto frenó en frente de una casa. ¿Una casa? Bien, no entendía nada. Volví mi vista hacia ésta y la noté bastante grande y bonita. Parecía una casona antigua. Miré a Harry con chispas de curiosidad despidiéndose de mis ojos, pero él pareció no inmutarse. Sólo me sonrió y vi las ansias en su mirada. Ambos bajamos del auto casi al mismo tiempo y él activó la alarma de éste. Harry rodeó el auto y quedó a mi lado. Su mano bajó hasta la mía y las entrelazó. Me estremecí con el tacto. Caminamos en dirección a la casona antigua con un amplio y bien cuidado jardín y nos detuvimos en la puerta blanca. Con su mano restante sacó unas llaves de su bolsillo. ¿Se compró dos casas, acaso?
-Harry, ¿dónde estamos?-pregunté en un susurro no planeado.
Él me miró, sonrió y sus dedos tomaron mi mentón para elevar mi mirada hacia la suya. Sus labios besaron los míos lentamente. Entreabrí mi boca para poder saborear el exquisito sabor que era la lengua de Harry Styles. No era la respuesta que esperaba, pero me gustó. Se giró para abrir la puerta y entramos. Estábamos en un salón bastante amplio. Las paredes eran bancas, sin ninguna mancha, y tenía muchos cuadros de paisajes colgados. El piso era de madera y crujía un poco al caminar. Parecía ser construída en el siglo XIX. Mis ojos se centraron en un mueble de una esquina que tenía puertas de vidrio y dejaba a la vista un par de pequeños cuadros, jarrones y una colección de vinos. Sin dudarlo, me acerqué al mueble y comencé a recorrer las fotos con mis ojos. La mayoría eran de dos niños con unas gigantes sonrisas; reconocí una de ellas: era un pequeño Hazza con una chica un poco más grande que él. Sentí un escalofrío al momento en que una mano rodeó mi cintura y me atrajó a su cuerpo. Alcé mi vista y Harry sonrió.
-¿Eres tú?-apunté a las fotos. Él asintió algo incómodo.
-Ven, no veas estas cosas. Te quiero presentar a alguien.
Casi me arrastré junto consigo al momento en que nos dirigía a otra habitación. Mi corazón comenzó a latir con mayor intensidad. ¿Presentarme a alguien? Oh, no. Nos adentramos en otra salita con las paredes pintadas de amarillo claro. Habían un par de sillones, una mesita de centro y una televisión bastante, muy, moderna. El piso comenzó a crujir al momento en que una señora de unos cuarenta años, bastante delgada, de cabello largo y negro y bastante bonita se acercaba a nosotros. Harry soltó mi cintura rápidamente y se dejó abrazar por la señora. Me invadieron unos repentinos y ridículos celos. Ella soltó a Harry y me abrazó con la misma euforia. Miré a Harry por el hombro de ella y vi sus mejillas ruborizadas.
-¡Tú debes ser _____!-exclamó sonriente una vez que me soltó-. He oído mucho de ti. Eres más preciosa de lo que Harry describió.
-Gracias-atiné a decir, confundida aún más.
Harry volvió a acercarse a mí y rodeó mi cintura con su brazo una vez más, apegándome a su cuerpo. Sus labios se posaron en la parte superior de  mi cabeza.
-_____, ella es Anne: mi madre.
Santa mierda, ¡la madre de Harry!
Sólo sonreí y agité mi mano en forma de un cohibido saludo. Una presión inundó mi estómago y el brazo de Harry me afirmó fuertemente; quizás notó que flaqueé. Jamás fui buena para disimular.
-Oh, ¡pero qué mal anfitriona soy!-exclamó Anne-. En seguida les traigo algo de beber, ¿sí?
Se giró sobre sus talones y corrió de vuelta a lo que, al parecer, era la cocina. Caminé junto a Harry y nos tumbamos en el sillón.
-¿Por qué?-reí, aún nerviosa.
-¿Por qué, qué?
-¿Por qué me trajiste a conocer a tu madre? No me malinterpretes-exclamé de inmediato-: ella es muy simpática y linda, pero... ¿cómo nació la idea de hacerlo?
-Bueno, pues...-se encogió de hombros-. La semana pasada me dijiste que jamás te había hablado de mi familia, y eso me quedó dando vueltas, sinceramente.
-¿No te incomoda traerme aquí? ¿No habías traído a Jennifer antes?
-Una sola vez lo hice, y fue hace casi un año, ¿y sabes? No me atreví a presentarla como mi novia.
-¿Por qué?-fingí desinterés, pero la verdad es que la curiosidad me comía viva.
-Llegó a casa insultando el vestido de mi hermana, luego rompió una copa y se tomó una botella de vino sola. Se emborrachó y comenzó a hacer un par de ridiculeces. Claramente no quise traerla de nuevo.
-Oh-fue lo único que pronuncié.
Fruncí el ceño al imaginarme a una ebria morocha de pechos y trasero abundante siendo metida a la fuerza en el auto de Harry. Qué horror. Jamás fui gran fan del vino. Su sonrisa se hizo parte de sus hermosos y adictivos labios y sus manos tomaron mis mejillas, acercando nuestras bocas y sellándolas en un suave beso.
-No estés nerviosa, _____. Ya le caíste bien.
-¿Y si meto la pata?-mordí mi labio inferior.
-La meteré contigo, ¿sí? Ahora relájate; no será tan malo.
Sus labios volvieron a fruncirse hacia los míos, pero nada ocurrió, pues Anne carraspeó para hacerse notar. Ambos volteamos hacia ella y la vimos con sus manos entrelazadas sobre su pecho y una gran sonrisa en el rostro. No pude haberme ruborizado más.
-Mamá...-masculló Harry.
Volteé hacia él y sonreí. Parecía un adolescente recién puesto en vergüenza... o quizás eso era. No pude evitar reír ante sus mejillas coloradas y su ceño fruncido. ¡Era tan adorable!
-Ustedes son tan lindos...-suspiró ella.
-¿Y qué trajiste para tomar, mamá?-preguntó Harry de forma brusca, sin quitar esa pizca de nervios.
-Oh, sí. Me preguntaba si les gustaría almorzar. Tengo carne asada con puré.
-Suena bien-asintió Harry-. Vamos...
Nos pusimos de pie en el mismo instante y entrelazamos nuestras manos. Alcé mi vista hacia la suya. Él ya me estaba mirando. Lo amaba tanto, y no sé qué haría con eso. Todo me encantaba de él. Cada faceta que me había mostrado e intentado ocultar. Todo me fascinaba. Me encantaba saber que él estaba enamorado de mí.

La televisión estaba pasando uno de esos comerciales de toallas higiénicas que tanto me incomodaban y Harry no dejaba de reír por producto de mis mejillas rosadas. Golpeé su abdomen débilmente, a lo que él sólo rió más fuerte.
-Deja de reír, Styles-bufé.
-Jamás, jamás, jamás-negó como un pequeño niño.
-Eres tan irritante...-alcé la vista para observarlo.
-Pero me quieres.
Te amo.
-Lamentablemente-finjí dolor-. Iré a ayudar a tu mamá, ¿sí?
-Quédate aquí-ronroneó juguetón, mientras me apretaba con más fuerza entre sus brazos.
-Harry, quiero ayudarla, ¿sí? No tardo nada.
Hizo un mohín jodidamente tierno y no me resistí. Me acomodé a su altura y besé sus labios.
-Te quiero-susurró sin alejar nuestras bocas por completo.
-Estaremos en la misma casa, no es para tanto-reí.
-Aún así te quiero.
-Yo también te quiero.
Me puse de pie antes de quedar perdida en la mirada de Harry y caminé a la cocina. Era muy amplia. Las paredes estaban tapizadas con diseños de pequeñas flores lila; muy acogedor. La mesa en la que almorzamos ya estaba totalmente despejada y Anne se encontraba lavando los trastos, mientras tarareaba alguna canción que yo desconocía.
-¿La ayudo en algo, señora Styles?-murmuré.
-Oh, ____-dijo sin mirarme-. En primer lugar, dime Anne, por favor. En segundo, soy soltera, así que mi apellido no es Styles, sino Cox. En tercer lugar, ya he terminado de hacer todo, pero si quieres me puedes hacer compañía.
-Ok-musité.
Sin decir nada más, caminé hasta el comedor y me senté en una de las sillas, sin dejar de observar los movimientos de Anne.
-¿Dónde está la hermana de Harry?-me atreví a preguntar.
-Gemma está de viaje con su novio por Francia. Aprovecha sus vacaciones del trabajo.
-Supongo que es mayor que él.
-Claro, por dos años-se volteó hacia mí y se sentó a mi lado. Su cercanía me ponía incómoda. Ella era, prácticamente, mi suegra y lo acababa de notar-. Me alegra que lo hagas feliz.
-¿Ugh?
-Me alegra que hagas feliz a Harry, _____.
-¿Tú... tú crees que lo hago feliz?
-Yo sé que lo haces, cariño.
-Me gusta verlo sonreír-confesé.
-¿Cómo fue que se conocieron?
Mierda. ¿Cómo le iba a decir que era su alumna? Tampoco quería mentirle ni causarle mala impresión. Carraspeé nerviosa y clavé mi mirada en Anne. Su mirada era impenetrable. Debía decirle la verdad, sólo que sin muchos detalles.
-Mh, bueno, con Harry nos conocimos en la escuela.
-¿Sí? ¿Cuántos años tienes, corazón?-parecía levemente sorprendida.
-Diecisiete-musité.
-Una muy linda edad, ¿no crees?
-Sí, lo es-respondí algo confundida.
-Harry debería encargarse de que la pases muy bien. Ambos se ven muy lindos y felices juntos, sin importar la edad que tengan.
-¿No te molesta que... haya tanta diferencia?
-¡En lo absoluto, cariño!-se carcajeó-. Sólo quiero ver feliz a mi bebé.
-Me alegra que lo comprendas, Anne-sonreí libre de tensión por primera vez en esta casa.
-Me alegra que seas tú quien enamoró a mi hijo. No tienes idea de lo loco que lo tienes. Ese chico te ama en serio.
-¿Lo hace?-mi corazón se encogió por completo.
-¡Claro que lo hace! La forma en que te mira, cómo te sonríe, cómo me habla de ti. Es como si fueras todo lo que él ha estado buscando; y en efecto, lo eres. Si aún no te ha dicho que te ama, es porque es un tonto, porque en serio lo siente.
-¿Cómo puedes asegurarlo así?
-Es un hecho: ¿no has visto cómo sus manos tiemblan al tenerte cerca? Ese chico en serio te ama, y tarde o temprano tendrá que decírtelo.

La Filosofía De Amarte |styles|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora