Capítulo 33.

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Antes que nada, quería pedir disculpas por tardarme tanto en escribir. Recién hoy me arreglaron el compu y, pues, aquí estoy♥.

Estaba harta de seguir dando vueltas en el infernal y caluroso gimnasio. Mi cuerpo dolía como la jodida mierda y aún no me recuperaba del todo del sexo de ayer. Odiaba con mi vida las clases de Educación Física. Odiaba tener que llevar un maldito buzo burdeo con una camiseta de mangas cortas que tenía bordada las siglas del colegio. Única clase en la que todos parecíamos unos militares uniformados. Ugh.
-Oh, vamos, _____-me incitaba Niall con la respiración entrecortada a causa del trote-. Tampoco es para tanto. Son sólo dos vueltas más y ya está.
-Lo dices tú porque tienes piernas largas-rodé los ojos y seguí trotando, siguiendo su ritmo.
-¡Hey, no sean lentos y corran!-gritó Louis un tanto alto pasando por un lado de nosotros velozmente.
-No entiendo cómo sigue teniendo tanta energía...-resoplé.
Niall no dijo nada y nos limitamos a seguir en busca de las dos vueltas faltantes. Habían pasado no más de treinta minutos desde que empezamos, pero para mí habían sido años. Bueno, al menos tenía mis pensamientos bastantes limitados y ni Harry ni Liam me hacían estresarme ahora. Sólo me preocupaba de mantener la velocidad al tanto y restarle importancia a mis dolores musculares.
-¡Señorita Merrick!-llamó la voz del profesor desde la puerta del gimnasio. Me detuve, Niall siguió y miré hacia el emisor de la voz grave-. ¡La busca el profesor Styles!
Mi sistema respiratorio se agitó el doble de lo que ya estaba. Mi estómago dio un vuelco y se estrujó al mismo tiempo. No esperaba topármelo hasta la hora del descanso. Y ni siquiera...
Asentí un tanto confundida y limpié las mínimas gotas de sudor de la frente con el dorso de mi mano. Mis piernas flaquearon con la simple pronunciación de tan preciado apellido. Harry me estaba buscando a mí. Y le debía una gran disculpa por el numerito que Liam se mandó anoche. Carraspeé mi garganta una vez llegué a la entrada y agradecí al profesor Anderson con la cabeza. Él sonrió y se alejó a gritarle a unos que no querían seguir corriendo. ¡Vaya mi suerte! Salí del gimnasio y el sol me pegó justo en los ojos, impidiéndome ver el rostro de Harry, pero sí reconocí su silueta, que le daba la espalda al causante de mi momentánea ceguera. Pude diferenciar una sonrisa en su rostro mientras se acercaba. Agradecía que el gimnasio se encontrara en un lugar del campus, por lo que nadie estaba cerca.
-Será mejor que vayamos a los vestidores-dijo con su ronca voz.
-Aquí estoy bien, Harry-musité y cerré los ojos, para volver a abrirlos luego y ver sus facciones tan perfectamente detalladas frente a mí. Sus pupilas estaban completamente dilatadas-.Me alegra que hayas venido. Te quería ofrecer una disculpa por el comportamiento de Liam. Fue un imbécil al hacer todo ese escándalo.
-Oh, no importa-sonrió alzándose de hombros-. Tiene razón en haberse preocupado por ti.
-Mh, pues, sigue siendo un imbécil-reí.
Bajé la vista en medio de nuestra risa compartida y me fije en sus brazos. Las mangas de su camisa blanca están dobladas hasta la articulación del codo, sus manos casualmente dentro de los bolsillos de sus ajustados jeans negros y sus muñecas se quedaban fuera. Me detuve a mirar las marcas rojas de éstas. Dios, Liam no podía ser más exagerado. Tenía unas fuertes ganas de abrazar a Harry, de decirle cuánto lo siento y cuán mal me ponía ver así sus muñecas, sin embargo el simple hecho de pensar que jamás he abrazado a Harry en una situación que no se base en sexo me hizo dar un paso atrás. No lo haría. Sacó una de sus manos de sus bolsillos y alzó mi mentón con ésta, obligando a nuestras miradas conectarse. Esbozó una muy bonita sonrisa de medio lado.
-Está bien. No me duelen-murmuró, como adivinando mis pensamientos.
No hubo mucho más qué pensar y me puse de puntillas para alcanzar sus labios con los míos. La conexión que realizan me hizo estremecer. Sus labios eran tan deseables y deliciosos, maldita sea. Rió ante mi acción.
-Wow-dijo-, no me esperaba eso.
-A veces sí sé cómo sorprender-guiñé un ojo.
-Oh, lo tengo más que claro-asintió con una pequeña risa de por medio.
Se inclinó a tomar mi cintura con ambas manos y siento ese excitante cosquilleo nuevamente. Cada gesto que tenía seguía volviéndome cada día más idiota. Pareció que fue una eternidad antes que nuestros labios se hicieran uno al fin. Su lengua deliciosa se hizo paso hasta alcanzar la mía. Dios, qué bien sabía hoy. Rodeé su cuello con mis brazos y alcancé los rizos inferiores de su cabeza, haciéndolo gemir en mis labios. Me separé antes de que esto no terminara como debía en una escuela llena de gente. Frunció sus labios y se quejó. Reí descaradamente. Lo había dejado con las ganas de más.
-¿A qué venías?-pregunté.
-¿Tienes algo que hacer hoy?
-No, la verdad. ¿Por qué la pregunta?
-¿Te parece si terminamos el proyecto? Tu jodido inspector me está molestando mucho.
Ambos reímos a carcajadas mientras que Harry finge una mala cara que, por cierto, sigue quedándole bastante atractiva. Asentí ante su pregunta.
-¿Tu casa o la mía?-volvió a preguntar.
-Prefiero que sea en mi casa, así nos ahorramos los policías-fruncí el ceño y arrugué la nariz.
Harry rió levemente. No dijo nada. Yo tampoco lo hice. No me dí cuenta de cómo ya estaba perdida en su mirada; en sus candentes ojos verde esperanza, en sus labios rozados y tan bien formados, en su nariz tan respingada y perfecta. Era hermoso. Me seguía mirando fijamente, recorriendo con esos ojos cada punto de mi rostro, y, sinceramente, ya me empezaba a incomodar.
-¿Qué?-reí-. ¿Qué tengo?
-Mh, nada-negó levemente, cerrando sus ojos con lentitud-. Nada aparte de tu belleza.
-¿Qué?-quizás no escuché bien...
-Eres hermosa, _____-susurró a mis labios-. ¿Acaso jamás te lo habían dicho?

La Filosofía De Amarte |styles|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora