cap.3

23.3K 1.3K 30
                                    

Ya eran más de las ocho de la noche y Dylan aun no llegaba, cuando se despidió de mi en el restaurant nunca pensé que tan tarde llegaría.

Las horas pasaban y la media noche llegó, no era la única noche que llegaba tarde, pero nunca faltó toda la noche, y si faltaba llamaba avisandome. Estaba muy preocupada, que tal y si algo le sucedió.

Decidí ir a dormir y esperaba encontrarlo mañana en casa, estaba muy cansada y el sueño me vencía.

Al amanecer ví que Dylan no había dormido aquí, solo yo, ví la hora en mi reloj y ya eran las 9:30, me levanté con la pijama puesta y bajé, ví a Brenda en la cocina,

— buenos días señora —, me saludó,

— buenos días. ¿Mi marido lo has visto? — le pregunté,

— no, señora —, me dijo, y yo asenti, — ¿va a desayunar? —

— si —, le dije y me fuí al comedor sin cambiarme de ropa, minutos después llego Brenda a dejarme el desayuno, — gracias —, le agradecí y se fue. Donde estaría Dylan, el nunca falta una noche sin avisarme, hoy es su día libre y nunca sale, y si algo le pasó...

Mi celular tenía muchas llamadas perdidas de Tira, así que le marqué,

— ¿Tira? —,

— amiga que bueno que hablas, te espero en la cafetería de siempre a las 12, por favor no faltes —, me pidió,

— esta bien te veo allá —, colgué y fuí a darme una ducha, solo esperaba y que Dylan estuviera bien.

Salí en bata de baño, para traer mi ropa, al llegar al closet ví el cesto con la ropa que traía ayer Dylan, había venido, por lo visto salió de nuevo, solo vino a cambiarse de ropa, eso me quitaba la preocupación, saque sus pertenencias que tenía sus pantalones y luego me dió curiosidad su camisa, la pegué a mi nariz y la olfatee, olía igual a ese perfume pero más impregnado, las dudas me rondaron la cabeza, era el mismo olor al perfume de aquella mujer, Juliane, ví el cuello de su camisa y tenia una mancha, era labial rojo, igual al labial de Juliane, mi respiración se aceleró y me negaba a pensar que mi marido tuviera algo con ella, se que mi abuela arregló este matrimonio, pero al fin y al cabo me enamoré de mi esposo, el fue detalloso con migo y me hacía reír cada momento, el prometió ganarse mi corazón y así lo hizo, pero yo, tal vez no me gané su corazón, tal vez no era lo suficientemente mujer para el, compararme con Juliane y yo, yo quedaría hasta bajo estando cerca de ella, ella es hermosa, una mujer que debería estar en mi posición, la esposa de Dylan Peterson, la señora Peterson, yo no merecía este papel.

Mientras pensaba, no me di cuenta de la presencia de Dylan detrás de mi, yo puse la camisa en el cesto disimulando y me dí la vuelta para verlo, vestía informal con unos pantalones negros de mezclilla y una camisa blanca,

— ¿por qué no me avisaste que no llegarías a dormir? —, le pregunté, — estaba muy preocupada por ti —, le dije agarrando su brazo un poco insegura,

— lo siento, cariño, la batería estaba agotada y aparte estaba cansado, nunca pensé que te preocuparías tanto —, su mano estaba tensan cuando la posó en mi cintura,

— ¿donde estabas? —,

—hice un pequeño viaje rápido de negocios y me hospede en un hotel —, no le creí, sus palabras eran falsas, suspire,

— esta bien —, le dije y solté su brazo, — saldré con Tira —, le dije, y el asintió, soltó mi cintura y agarré la muda, el seguía ahí parado, no sé que hacia, yo me puse mis bragas rojas y luego me saqué la bata dejando mis pechos desnudos, volteé y ví a Dylan con su mirada fija en mi cuerpo, mis mejillas se pusieron de un color carmesí, agarré mi sostén y me lo hiba a poner rápido pero Dylan no lo permitió, su respiración era acelerada y su mirada era profunda y oscura, el se acercó más a mí y me pegó a la pared así como pegó su cuerpo con el mío apretando mis senos con su pecho, me estremeci bajo la presión de su cuerpo y sentí un extraño calor recorrer mi cuerpo,

— Dylan —, dije casi en un gemido, mis manos se posaron en su pecho y su aliento mentolado chocó en mi cara, su nariz rosó la mía y pude sentir una electricidad recorrer mi cuerpo, sus labios bajaron hacia los mios y luego se sellaron en un increíble beso necesitado, sus manos apretaron mi cintura y me empujaba más a su cuerpo, yo enrede mis dedos en sus cabellos y profundizaba más el beso.

El me levantó a peso y yo enrrolle mis piernas alrededor de su cintura, podía sentir su ereccion en mi feminidad. Al separarnos del beso ví a Dylan,

tengo que verme con Tirasusurré — prometí hablar con ellacontinúe,

— dile que llegaras tarde, pero por favor no me dejes así —  dijo casi como una suplica y me fue difícil negarme,

— celular —, le dije y él lo sacó de sus bolsillos del pantalón su celular, por suerte tenía en contactos a Tira, le marqué y contesto,

— Tira, solo quería avisarte que no puedo ir ahora, estaré ahí en unas dos horas —, dije y Dylan enarco una ceja y depositó un beso en mi cuello,

— está bien Emma, pero en verdad necesitamos hablar —, dijo mi amiga,

— si Tira, estaré allá en dos horas —,

— vale —, dijo en un suspiro, y colgó.

Le dí el celular a Dylan y el lo aventó en un cajón abierto, y después me aventó a la cama, se deshizo de su ropa quedando completamente desnudo frente a mí y luego bajo mis bragas de un tirón, empezó a besar mi abdomen, mis senos, mi cuello, mi mandíbula, mi boca, cada parte de mi cuerpo recibían sus besos con esos labios que obviamente tenían experiencia.
Acarició mi feminidad con sus dedos y empezó a jugar con mi clitoris. Introdujo dos dedos en mí y un gemido salio de mi boca, el empezó a bombear sus dedos en mí y podía sentir lo mojada que estaba, con cada roce de el me excitaba enseguida.

— estas muy mojada, bebe —, dijo Dylan viéndome gemir una y otra vez por culpa de sus dedos. Cuando estaba a punto de correrme Dylan sacó sus dedos dejandome anonada, — te vas a correr conmigo dentro de ti —, dijo y enseguida me ruboricé, el se posicionó entre mis piernas y jugó con su miembro en mi feminidad, haciendo que lo ansiara más dentro de mí,

— Dylan —, me quejé y el me vió y sonrió complacido, no sé de donde saqué fuerzas pero lo tumbe en la cama y yo me puse a horcajadas sobre el, dirigí su miembro a mi entrada y al sentirlo dentro de mí gemi por la sensación al igual que el, empecé a moverme de arriba a abajo, el apretaba mis muslos y cerraba los ojos por la sensación placentera,

— ven aquí —, dijo y me dió la vuelta para quedar encima de mi, esta vez me embistió con fuerza haciéndome gemir más fuerte, sus movimientos fueron acelerados y al fin llegamos a nuestro climax, yo me corrí y el segundos después...

Su AmanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora