28. Te necesito.

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Escucho la puerta abrirse y algo caer al suelo. Me levanto de la cama y salgo de la habitación, acercándome a la puerta. Sin darme cuenta, estoy en los brazos de Morgan, que respira en el hueco de mi cuello y susurra mi nombre, como si no lo hubiese pronunciado en años. Correspondo a su abrazo, pasando mis manos por su cuello.

—No sabes cuánto te extrañe.—Murmura y se aparta de mí, mirándome a los ojos.

—No vuelvas a irte así. ¿Entiendes?—El suelta una carcajada y asiente con la cabeza.

—¿Y qué te parece el departamento?—Extiende sus brazos al aire.

—Es realmente genial. ¿Qué hay en la habitación con llave?—Pregunto frunciendo el ceño, sus ojos brillan y sonríe.

—Es para ti.—Sonríe tímido.

—¿Una habitación para mí?—El ríe y niega con la cabeza. Corre a la habitación mientras yo lo sigo. Se detiene en la puerta de madera y saca una llave, dorada. Obviamente no de oro. Mete la llave a la cerradura, escuchándose el click. Se abre y deja ver el piso de madera con una gran alfombra. Ambos entramos y siento mi corazón acelerarse. Mi vista se nubla y siento que me voy a desmayar. Hay repisas por todos lados, una pared completa de repisas llenas de libros hay un círculo en la ventana. De madera con un pequeño sofá pegado al marco, color azul. Incluso tiene una chimenea negra y un escritorio. Hay una escalera junta a la pared. Morgan mira la habitación sonriendo con orgullo. Me mira y de inmediato me lanzo a sus brazos, tomándolo de las mejillas y besando sus labios con dulzura.

—¿Esto es para mí?

—Solo para ti, K.

—Es lo mejor que me han dado, MO. No puedo demostrar lo agradecida que estoy.—Mis lagrimas bajaban por mis mejillas. Limpio mis lagrimas con sus pulgares para después besar mi frente.

—Estoy conforme con tu reacción.—Sonríe con diversión.—Tengo que desempacar.—Sale de la habitación y yo me acerco a ver los libros. Pasando las llenas de mis dedos por sus cubiertas.

Libros que he leído.
Libros que no.
Libros que he deseado toda mi laif.

Después de haber comenzado a leer un libro de cuentos selectos. De cubierta roja, con cuatro novelas. Una mujer y su hijo con problemas de asma, esposo ausente la mayor parte de el día y un vecino nuevo y guapo.

Huele a amantes, ouus.

Me acuesto en el sofá, con la mirada por la ventana. Viendo el tráfico de Los Angeles pasar. El atardecer es lindo, es naranja y amarillo, mezclándose.

Morgan

Después de haber desempacado, camine por todas las habitaciones. Vaya que elegí bien. Camine hacia la biblioteca de K. Estaba dormida, junto a la ventana. Se mira tan tranquila, como un ángel. Me acerqué a ella y la tome en brazos, llevándola a nuestra habitación. La recosté y la cubrí con una sabana.

Salí y camine a la sala, a ver películas. Mi celular vibro en mi bolsillo. Era Kendall.

—¡Brooo!—Chillo, aleje un poco el iPhone.

—¿Qué quieres?

—¡Quiero verte, bebe!—Suplico y yo comencé a reír.

—No se, mi amor.

—¡Pero te necesito!

—No lo sé.—Insisti, dejó salir un gemido.

—¡Te necesito!

—Ven a mi departamento, mi esposa está dormida.

—En unos minutos estoy ahí, mi amor.—Me mando un beso y colgó.

One Year Donde viven las historias. Descúbrelo ahora