24. Condones.

1.1K 80 2
                                    

Morgan.

Tenía que arreglar cosas con mi madre. Hablar sobre el departamento que quería para nosotros. También, sobre la sorpresa para Kylie.

¿Me había acostado con alguien?
Si, con tres chicas. Porque tenía ganas y bueno, eran chicas lindas.

Kylie había estado últimamente muy juguetona y alegre con Thomas. Lo cual me resultaba extraño y me provocaba celos. Aunque realmente no les prestaba atención por estar arreglando todo. Llevamos aquí 12 días. Para llegar e instalarnos en nuestro departamento.

Entre a la otra habitación, a la que tenía un sofá cama, sencillo e elegante. Como una habitación para una siesta, me senté en el sofá y vi el contenedor de basura. Un paquetito negro sobre salía, por curiosidad. Me puse de pie y me incliné, habían más de 8 paquetes de condones abiertos y...tres condones usados.

¿Me había engañado?
¿Más de ocho veces?

Entro a la habitación y me miró, dando una rápida mirada a la basura. Camino hacia el sofá y se inclinó, hacia abajo, sacando su iPhone y un reloj de oro rosado.

Se puso de pie frente a mi. Quería gritarle, regañarla. ¿Pero debía hacerlo? Ella podía hacer lo que quisiera cuando lo quisiera, con quien quiera siempre y cuando que nadie la viera.

—Tu...—Mi voz se corto, era incapaz de preguntarle.

—Si, aquí. ¿Hay algo de malo?—Hablo tranquilamente.

—¿Con quién?

—Thomas, con quien quiera.

—¿Con el?—Eleve mi voz, mi ira estaba apunto de salir.

—Si, es guapo.

—¡Por qué aquí!—Grite y ella dio tres pasos hacia atrás.

—No me grites.—Se dio la media vuelta, dispuesta a irse.

—¿Como pudiste?—Hable más tranquilo y algo dolido.

—Así como tú lo hiciste, me tengo que ir.—Y se fue.

Me cambie, poniéndome unos shorts para ir al gimnasio y una camisa blanca, con unos tenis deportivos NIKE. El gimnasio estaba en el tercer piso. Ya que el hotel es de 8 plantas. Al llegar, camine hacia el entrenador, Hans.

—¿Qué harás hoy?—Hablo alegre.

—Box.—El asintió y me entrego unos guantes de Box blancos. Vende mis nudillos y me puse los guantes. Y comencé a desquitar mi ira con el costal. Los golpes me dolían. No me podía controlar, mi respiración era agitada.

Gancho derecho,
gancho izquierdo
y patada.

Kylie

Era el turno de descanso de Thomas, iríamos a comer lejos del hotel. Estábamos afuera de mi habitación.

—Apúrate.—Me atrajo hacia él y beso mis labios. Entre y camine hacia la habitación donde había olvidado mi iPhone. Me di una rápida mirada en el gran espejo junto a la puerta. Me había vestido con un lindo top blanco y unos jeans negros ajustados, con unos tacones zancos blancos. Mi cabello estaba lacio.

Entre a la habitación y mire a Morgan junto al contenedor de basura, que tenía los condones que había usado con Tom. Era realmente incomodo, dando una rápida mirada a la basura. Camine hacia el sofá y me incline en la alfombra hacia abajo, sacando mi iPhone y un reloj de oro rosado.
Me puse de pie frente a él.

—Tu...—Murmuró evitando mirarme. No me arrepentía de nada, el también lo había hecho y no se veía culpable ni si quiera por habérmelo dicho.

—Si, aquí. ¿Hay algo de malo?—Hable tranquilamente.

—¿Con quién?—Apretó su mandíbula y me dio una rápida mirada. Llena de ira, estaba apunto de explotar.

—Thomas, con quien quiera.—Hable recordándole.

—¿Con el?—Elevo su voz, dispuesto a explotar en algún momento.

—Si, es guapo.

—¡Por qué aquí!—Grito y eso me asustó un poco, di tres pasos hacia atrás.

—No me grites.—Me di la media vuelta, dispuesta a irme.

—¿Como pudiste?—Hablo algo dolido.

—Así como tú lo hiciste, me tengo que ir.—Entre el silencio, solo se escuchó el sonido de los tacones. Salí y Tom me miró, preocupado.

—El...¿no sabe nada, verdad?

—Le dije que somos amigos, ya que no he socializado con nadie. Me creyó.—Acaricie su mejilla, intentando tranquilizarlo. El soltó un suspiro y sonrió.

—Hora de irnos.—Yo asentí y caminamos hacia el elevador.

Tom me hacía reír.
Me sentía como una chica de 15 años. Me sentía joven y más alegre que nunca a su lado.

One Year Where stories live. Discover now