Capítulo 2

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―Tome asiento― Stephen con el rostro adusto le tomó la palabra a la persona que tenía en frente.

Él era Reynolds Coombs, el dueño del burdel.

Luego de que se le había declarado ganador en la sala de fumadores, este hombre, quien había estado entre los presentes―callado y vigilante―se había parado, le había dado la mano y lo había mandado a pasar a su oficina para que cerraran el trato de llevarse la muchacha.

Y se imaginaba que también para que le pagara.

Así que ahora se encontraba en esta lúgubre estancia, que tenía las paredes revestidas de tapices espantosos y una decoración deplorable por todos esos cuadros de mujeres desnudas y esas cabezas de alces disecados.

Era tan asfixiante estar ahí que deseaba cerrar el trato y salir rápido con la diosa...

Mmm la diosa.

El solo pensar en ella le hizo quitar el asco por ese lugar.

Increíble.

―¿Así que usted es el ganador de mi diosa?―quiso iniciar la conversación Combs, sonriendo, cuando tomó asiento también, tras su escritorio, pero le salió mal el comentario porque a Stephen no sonrió con él.

―¿Su diosa?―le inquirió él de inmediato demostrándole que no le había gustado lo que había dicho.

Reynolds debió darse cuenta que había alterado a su cliente porque inmediatamente la compuso:

―Ee si, les digo así de cariño a todas... ¿Ya sabe? Tanto tiempo en este negocio que uno termina tomándole aprecio a las chicas.

―Mmm―contestó Stephen sin creerle ni cinco, así que decidió ser cortarte ― Y bien ¿dónde está ella? ya quiero llevármela.

―Tranquilo ya se la hago llamar―le contestó amable el viejo, pasándole unos papeles―Primero tenemos que ver el contrato.

Stephen agarró lo que le tendió y empezó a leer.

La primera hoja era una descripción escueta de la diosa que decía así:

La diosa del deseo
Edad: 21 años

Fecha de cumpleaños: 16 de febrero.

Nacionalidad: Desconocida

Rasgos físicos: cabello negro, ojos entre verde y gris; cara en forma de corazón, estatura media, tetas grandes y culo grande.

Stephen hizo una mueca al leer lo último y pasó a la segunda hoja:

Cosas que quiere empezar a practicar contigo: Chuparte hasta dejarte seco; postura a cuatro patas, sexo anal y sexo en grupo.

Quien habría escrito esa basura―pensó ahora Stephen yendo a la última hoja que había que firma, ahí decía lo siguiente:

Usted que ha sido el ganador de la subasta tiene derecho a llevarse a la diosa por 7 días, contando desde hoy.

Se prohíbe que dañe o marque la mercancía.

Se prohíbe que se quede con ella más tiempo del acordado.

Se prohíbe que se la robe.

Si llega a infligir alguna de las normas será demandado.

Cuando Stephen terminó de leer se sintió asqueado por la explicites del documento, así que para asegurarse preguntó:

―¿Ella está segura que se quiere prostituir?

Combs soltó una sonrisita

―Pues claro que sí. Le urge iniciar a trabajar. Según sus palabras: hace lo que sea por dinero.

La diosa del deseo, COMPLETAWhere stories live. Discover now