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GEMMA'S POV


¿Qué diablos escondían? No me importaba si no me decían, lo averiguaría por mi cuenta.

—Gemma, tenemos una charla pendiente —dijo Nicolás, una vez que el timbre sonó. 

—Nicolás, no tenemos nada que hablar —le dije yo —. Eres feliz así, soy feliz así, el mundo es feliz así. Ahora desaparece —lo saludé con la mano. 

—Es sobre la apuesta, Gemma —Nicolás abrió los ojos, logrando convencerme. 

—¿Qué demonios quieres ahora, Nicolás? —le pregunté, suspirando —. Hemos repasado la apuesta millones y millones de veces. ¿Tan difícil es que entre en tu cerebro tan pocas cosas? 

—¡Gemma! —gritó él, lo más inexpresivo posible —. ¿No te das cuenta de lo cruel que es esta apuesta? ¡Es una de las apuestas más estúpidas en todo el planeta tierra! —abrí la boca, dispuesta a responderle.

—¿Acaso no te crees capaz de enamorarla? —le dije, haciendo una mueca. Reí con maldad —. Eres un débil más, Nico. 

—Pero es que... —comenzó a  decir —. No quiero enamorarla, y luego romperle el corazón. Ella no me ha hecho nada —dijo él, rascándose la nuca —. Además, ¿una apuesta para enamorarla, en serio? —preguntó, frunciendo el ceño. Sabía lo que iba a decir —. Jamás había escuchado algo tan cliché, Gemma. 

—Pero a mí sí me ha hecho algo, Nicolás —dije, cruzándome de brazos. ¿Quién se creía él para tratarme de esa manera? —. Y sí, es muy cliché, pero qué más da —hice un gesto con la mano —. Mientras pueda vengarme de ella, hasta lo más cliché sirve.

—¿Pero de qué te quieres vengar? —jamás respondería a eso. Y si lo hiciera... ¿qué le diría? ¿La verdad? Claro que no. Decir que me gusta Luke, y esa maldita me lo está robando, no sonaría convincente. 

—No lo sé. Tú sólo encárgate de lo tuyo —le solté de pronto, con la mayor brusquedad que se pueda pedir cuando se trata de mí. 

—Me suena a que lo sabes, pero no quieres contarme —él sonrió con burla —. Y no puedo encargarme de lo mío si no me dices por qué tengo que encargarme de lo mío.

—Adiós —le dije, sonríendo falsamente y con los ojos bien abiertos. Lo saludé con la mano, y él intentó detenerme, pero ya era demasiado tarde, pues ya estaba corriendo. Escuché que él corría detrás de mí. 

—¡LO SABRÉ ALGÚN DÍA, Y LO SABES! —gritó, aún corriendo detrás de mí. 

—¡CLARO QUE NO, IDIOTA! —grité yo esta vez, entre risas. Doblé hacia la izquierda, y unos segundos después, detrás de mí se escuchaban zapatillas rechinando.  

—NO PODRÁS CORRER POR SIEMPRE, GEMMA —¿quién se cree para cuestionarme?

—OH, SÍ PODRÉ —lástima que eso no fue realidad. Al mirar para atrás para poder observarlo, no me percaté de que, cuando volviera la cabeza hacia adelante, habría una pared esperando ser chocada por mí. 

 Y aquí Gemma Jones, con la mejor suerte del mundo. 

—Oh, Dios. ¿Qué te sucedió? —comencé a oír —. NO ME DIGAS QUE TÚ... —estalló en risa —. GEMMA, PON MÁS CUIDADO AL CAMINO, O TERMINARÁS COMO VOLDEMORT —rió aún más fuerte.

—Mal chiste, estúpido —le dije, agarrando mi nariz para que no sangrara —. ¿Me llevas a la enfermería, o tengo que obligarte? —amenacé. Él asintió, mientras me daba una mano para poder levantarme del suelo.

—Con gusto, señorita —dijo Nicolás, cargándome sobre su espalda. 

—No me digas así —le dije, mientras golpeaba la parte de atrás de su cabeza suavemente. 

—¿Sabes? —comenzó a decir —, te pareces un poco a T... —ahogué un grito, y lo golpeé otra vez, pero sin ser suave.

—Nunca vuelvas a decir eso, o juro que jamás volverás a ver la luz del sol —lo amenacé con un toque de exageración —. ¿Me oíste, o te lo tengo que escribir?

—A veces puedes asustarme, Gemma —dijo él, con ironía —. ¿Qué diferencia hay entre T y tú?

—Que yo soy mejor —dije, como si fuera obvio.

—Eres egocéntrica —¿acaso debería volver a golpearlo? —. Eso me gusta. 

—¿Acaso te estoy empezando a gustar? —no, por favor no. Eso no puede pasar —. A ti te tiene que gustar T, Nicolás.

—Creo que sí... —comenzó a decir él. Lo callé con un golpe. 

—Cállate —llegamos a la puerta de la enfermería, y él me bajó de sus espaldas —. Adiós —saludé con la mano. 

—Adiós, linda —dijo Nicolás, con su tono mujeriego. Aclaré mi garganta.

—¡No me digas así! ¡Tú no puedes decirme así! —le grité, completamente enfadada. Él puso su mejor sonrisa de idiota —. Aunque ya lo sé, Nicolas, lo soy —tal vez sea un poquito egocéntrica. Sólo un poco.

—Te digo como quiero —dijo él. Entré a la enfermería, y le cerré la puerta en la cara.

—Hola, señorita, ¿puedo ayudarla en algo? —me preguntó la enfermera, amablemente. Sonreí.

—Oh, sí. Me llevé una pared de frente, y pues, mi nariz me duele mucho —dije, como si fuera obvio. Ella hizo una mueca. 

—¿La razón? —preguntó, ya que no se puede correr en los pasillos de la escuela, y aún menos en horas de clase, así que no pensaba decirle eso —. Yo creo que fue por estar mirando tanto a tu novio. Hacen una linda pareja. 

—¿Novio? —pregunté, desconcertada. ¿Se refería a Luke?

—Sí, ese jóven, Nicolás. Es buen chico —ahogué un grito al escuchar sus estúpidas palabras. 

—¿Novios? Oh, Dios, no. Ahora, si me disculpa, me iré. Adiós —ella comenzó a decir algo, pero yo salí corriendo de allí. Odio que me digan que hago buena pareja con Nicolás, ya que sólo amigos.

 Llegué al baño de mujeres, y me quedué viendo mi reflejo. Agarré el lápiz labial color morado que siempre llevo en mi bolsillo, y comencé a escribir en el espejo.   

"Te odio por quererla a ella, pero te amo por ser tú. —Anónima." Fue lo que escribí. Irónico, a decir verdad; jamás lo leerá.

Me peiné un poco, y salí del baño justo cuando la campana sonó; el almuerzo.


N.A:

Holaaaaaaa :DD

OH, DIOS, MUCHÍSIMAS GRACIAS POR LOS 1.3K DE LEÍDOS, Y EL PUESTO #252 en Historia Corta ♥

También gracias por los 163 votos, y los 200 comentarios ♥



Verdad o Reto | #1 Where stories live. Discover now