La Revolución Francesa

119 14 4
                                    

No dormí en toda la noche, estaba tan desesperado porque amaneciera, no podía esperar más, y dieron las 5 de la mañana y no me sentía cansado.


Estaba pensando en todo, en Irving, en Arwyn, en mis padres, en mis tíos, en Haruka y en Erika (su mejor amiga), en mí y en mis amigos...


También en las personas en las que no quería pensar mucho, Ismael, Oksana y Owlinda, Alissa y su mejor amiga (cuyo número siguió marcando hasta este día sin recibir respuesta).


Me imaginaba que el primer día sería así:


-¡Christian! –me saludarían cuando entrara al club.

-¡Hola, chicos! Los extrañé mucho. –los primeros en abrazarme serían Zail y Kyle, Hans no habría venido, siempre viene mucho después, a los 2 o 3 meses de entrar a clases.

-¡Nosotros también, bro! –dirían con una sonrisa, buscaría a Annette y a Vlad e iría a saludarlos.

-¡Los extrañé, a los dos! –gritaría abrazándolos.

-¡Yo también! –sonreiría Annette.

-Yo no. –gruñiría Vlad, y me reiría. No saludaría a los demás, no lo merecían.

-¡Bien, celebremos que todos estamos aquí, juntos! –anunciarían Amme y Zury al mismo tiempo, señalando al NOVOCAINE.


El NOVOCAINE era la razón por la que todos estarían felices, en especial porque la siguiente fase sería mi parte favorita de la historia:


La Revolución Francesa.


Y no porque fuera francés, sino por la oportunidad de que Ismael y los otros fueran los nobles y los demás y yo fuéramos el pueblo.


¿No has sentido la necesidad de cortarle la cabeza a alguien que te cae mal? Porque yo sí. Y esa mi oportunidad, vería su sangre regarse ante mis pies, su cabeza rodar y su cuerpo desplomarse delante de mí.


Tomaría su cabeza y la clavaría en una estaca, mostrándole al mundo que, si se meten conmigo, morirán.


El simple hecho de pensar en la sangre de Ismael, Ian y Marshall regarse ante mis pies me hizo sentir un escalofrío y quedarme dormido.


Me desperté asustado, no sabía muy bien por qué (una probable teoría era que desperté por Arwyn quien me había pateado en la cara), solamente había amanecido así. Fui solo a la escuela por bus, escuchando música, extrañaba que Irvin y yo fuéramos en su Ferrari negro escuchando música a todo volumen por las calles.


En el camino me encontré a Haruka y a Erika, las saludé y para molestar le hice una pedorreta en el cachete a Haruka. Gritó y me intentó pegar, pero valió la pena.


Pasaron mis clases lentamente (siempre estuve al pendiente del reloj) y corrí hasta el club, oí golpes y gritos, tenía preparado mi lápiz en la mano para escribir mi 'x' en el papel, pero en vez de eso lo tiré y abrí la puerta.


Todo lo que había imaginado se había esfumado...


Between Games! Onde as histórias ganham vida. Descobre agora