Capítulo 31

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WOLFGANG

En cuanto volví a la mansión, me encontré con el anciano Leto. - ¿Han terminado los de Seguridad de examinar las grabaciones de vídeo? -pregunté.

-No, alfa. Pero tenemos otro problema. Acaban de informarme de que se han visto renegados merodeando. No han intentado acceder a la mansión, pero aún así resulta sospechoso.

Genial. No sólo tenía que investigar las acusaciones contra Aurora, sino que también tenía que lidiar con aquel tema de los pícaros.

***

Asintía a una reunión sobre los grupos de renegados que rondaban la manada, pero mi mente estaba fija en Aurora y en cuándo conseguiría mi beta las pruebas de que había sido acusada falsamente.

Seguía recordando las palabras de Remus.

-Si no quieres a esa chica, ¿por qué no la dejas en paz? Es joven y estoy seguro de que pronto encontrará a su pareja. Cuando llegue ese momento, ¿qué harás?

Pero había encontrado a su pareja: era yo.

Ella era un plebeya, una loba omega, una simple asistenta, mientras que yo descendía de una larga estirpe de adalides.

Si bien existía la posibilidad de que ella tuviese un vínculo directo con la divinidad.

Pero aquello era sólo lo que decía un libro. Todavía no contaba con ninguna prueba real de ello.

Ella no tenía fuerza ni otras cualidades que ofrecer a la manada en el papel de Luna, no como Tallulah, que era hija de un alfa de alto rango.

Sin embargo, Aurora ella era mi compañera. La Diosa de la Luna me la había otorgado, y yo solo me había dedicado a apártala de mí.

De repente, mi gamma llegó corriendo.

-¡alfa Wolfgang! Los renegados han atacado el hospital de la manada. ¡Han hecho prisioneros!

-¿Qué? ¿Cómo pudieron burlar a nuestra seguridad?

-¿Dónde está la Luna? Debemos mantener a Tallulah a salvo -exclamó uno de los ancianos.

Todos empezaron a hacer preguntas y a hablar  a la vez.

-¡Silencio! -gruñí. Todos se callaron.

-¿A quién se han llevado? -pregunté a Remus.

-Tallulah... -comenzó. Pero, antes de que pudiera continuar, todos empezaron a gritar de nuevo.

-Max, prepara un convoy -ordené-. Partiremos de inmediato. Remus, contacta con la manada de la Luna Azul y pide refuerzos. No sabemos cuántos de esos renegados andan por ahí.

Remus intentó hablar, pero la puerta se abrió de nuevo, dando paso a Tallulah.

-No tienes que preocuparte, Alfa Wolfgang. Tu Luna está a salvo -dijo.

Odiada Por Mi AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora