Capítulo 27 : La caja de Pandora

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Son casi las ocho de la mañana y sigo con los ojos igual de abiertos que cuando me acosté. Ver a Aitor, ahí delante de mi, después de más de diez años, ha sido un shock tremendo. No me ha costado reconocerlo, esta prácticamente igual que cuando lo vi por última vez antes de irme a Londres. Sigue teniendo ese brillo en la mirada que te reconforta, que te da seguridad.

Habiendo tantos hombres en este planeta también tiene que ser casualidad que el novio, "amigo", o como quiera ella llamarlo, de Julia tenga que ser precisamente él, mi Aitor...

Ayer cuando llegamos al hotel Luci me preguntó varias veces qué me pasaba y de que conocía al " doctorcito" como ella le llama. Me fuí por la tangente y terminé diciéndole que prefería hablar con Julia y con ella a la vez. No insistió mucho la verdad, cosa que me sorprendió bastante, pero es que estaba más centrada en seguirle el juego a las provocaciones de Ángel, el amigo de Aítor, que en hacerme un tercer grado a mi.

Siento a Luci moverse en la cama supletoria que, pedimos anoche al hotel y la miro para comprobar si estaba despierta.

- Buenos días - dice con la voz pastosa y frotándose los ojos con las manos.
- Hola, ¿has dormido bien en esa cama?
- Siii, hombre no es una joya pero yo creó que yo sería capaz de dormir sobre una roca si hiciera falta. ¿Sábemos algo de Julia? ¿Te ha llamado o te ha enviado un whatsapp o algo? - me pregunta mientras se sienta en la cama.
- No yo no tengo nada.
- Que capulla, seguro que se ha pasado toda la noche "batiendo mayonesa"... - me dice con una sonrisa pícara.

Pensar en Julia con Aitor en una situación íntima me escuece, me incómoda. Sé que han pasado muchos años, y que la que se fue sin decir nada fuí yo. No pensaba que estuviera haciendo celibato hasta que un día nos volviéramos a encontrar, pero... es una sensación que no puedo evitar.

Me levanto y comienzo a recoger la ropa del día anterior y saco de la maleta unos shorts rosas y una camiseta básica blanca de tirantes.

- ¿Te apetece desayunar en el puerto? - dice Luci con voz cantarina
- Vale, donde quieras, me doy una ducha rápida, me visto y en cinco minutos estoy.
- Vale, yo ya estoy lista. - dice señalándose el bonito vestido azúl agua por encima de la rodilla y las cuñas de esparto en el mismo tono. Esta realmente guapa. - Si te parece yo voy a buscar al amigo de " doctorcito" conociendo a los hombres seguro que aún esta durmiendo como un tronco.
- Vale, como quieras. Nos vemos en quince minutos en recepción. - digo sin poder evitar una sonrisa. Sé que a Luci le atrae ese chico, son cosas que las mujeres notamos...
Me meto bajo el agua de la ducha y dejó mi mente en blanco, presagio que será un día muuuy largo.

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Me despierto con el sol que entra por las cortinas de la habitación, miró hacia mi lado y la veo ahí, relajada, dormida como un ángel. Me dedicó unos minutos a sólo observarla y me doy cuenta de lo mucho que deseo repetir esto todas las mañanas.
- Ummm... ¿Ya estas despierto? ¿Qué hora es? - dice tapándose los ojos con el brazo para evitar la claridad.
- Casi las nueve dormilona - y a continuación beso sus labios despacio y suavemente, como si quisiera alargar un beso que nunca se acabara. - Voy a llamar a las chicas, estarán preocupadas.
- Vale, aprovecharé para darme una ducha, si no te importa.
- Sí
- ¿Qué? - pregunto confuso.
- Que sí me importa, porque quiero que la ducha te la des conmigo campeón.

Sin poder evitarlo me avalanzo sobre ella y nos convertímos en un lío de piernas, brazos y sábanas, mientras nuestras besos llenan el silencio de la habitación.

Después de una ducha más que placentera nos vestimos muy a mi pesar... y mientras Julia habla con Luci por teléfono yo me tomó un vaso de leche fría apoyado en la meseta de la cocina.

Todo pero NadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora