Capítulo 12 : Noche de chicas...

50 1 0
                                    


− Vamos Julia, llevamos juntas más de dos horas y todavía no me has contado nada jugoso.
− Por Dios Luci, cómo te tengo que decir qué no hay nada "jugoso" como tu dices. Fuimos a comer y me lo pasé genial. No hay más, pesada...
− Vale, vale, no te insisto más. Pero te advierto, cómo pase algo verdaderamente importante y no sea la primera en enterarme, me enfadaré y mucho...
− Que siiiii.... Y ahora cuéntame, ¿tú que tal? Todo este tiempo hablando de mi y tú todavía no me has dicho nada.

El espectáculo que dábamos era una mezcla entre penoso y ridículo. Las dos tiradas en mi sofá. Con los morros con restos de helado de chocolate, un moño improvisado y mal hecho, y a cada cual más elegante. Yo con mi pijama de ositos, super sexy, y mi cuñada en chándal. ¿Quien me iba a decir a mi, que la vería alguna vez en chándal?

− Yo bien, ¿qué quieres que te cuente?
− No sé... ¿Todo bien con Santi?
− Sí, sí normal. Como siempre. ¿A que viene esa pregunta Julia?
− Bueno mujer no sé. Hace unas semanas me abordaste en medio de la noche, llorando porque creías que te era infiel. Solo me preocupo por ti.
− Ah, ya. Te hice caso nena. Tu hermano es un sol y nunca me ha dado motivos para desconfiar de él. Así que voy a dejar mis celos de lado. No se merece que le monte esos numeritos.

Mi estómago se hace un nudo. Diossss... me cago en la madre que parió a mi hermano, que "casualmente" es la mía, y que la pobre no tiene la culpa de nada .
Quiero contárselo, quiero decirle todo lo que oí esa noche. Pero me freno. No soy yo la que debe decirle nada. Pero no es justo. Además creo que primero debo enterarme bien de todo el asunto. Es en ese momento, cuando me hago una nota mental y decido que debo hablar con mi hermano. No pienso dejar que le siga tomando el pelo de esta manera.

Hoy es un día especial, mi hermana por fin vuelve a casa con el pequeño Noel, y todos desayunamos emocionados. Sonia y yo nos comportamos de forma natural, o al menos lo intentamos.
No voy a mentir, la charla de anoche no fue fácil.

Ha habido y todavía hay sentimientos entre nosotros y eso hace que la situación se enrarezca.

Mi cuñado y mi madre se preparan para ir al Hospital y Sonia insiste en acompañarlos.

− No sé hija, por mi encantada. Rosa tiene muchas ganas de conocerte y el pequeño te va a enamorar. - Mi madre me mira como buscando mi aprobación. Sabe que Sonia todavía se esta recuperando y no quiere que haga nada que la pueda perjudicar.

− Iremos en coche, y los Hospitales están llenos de ascensores, además si me encuentro mal que mejor sitio que ese... - Sonia me sonríe dulcemente, aunque en sus ojos se puede ver un sentimiento triste que hace que mi cabeza vuelva a atormentarme. Me siento culpable, pero necesitaba aclarar las cosas. No es justo que le prometa algo que ahora mismo sería incapaz de darle.

Me acerco despacio, le cojo la mano y con una caricia cariñosa en el dorso de esta, decido a animarla a que vaya. Le vendrá bien. Necesita distraerse.

− Venga, vete. Pero tomate las cosas con calma eh.
− Que siiii... - se ríe mientras pone los ojos en blanco.

Le doy un beso en la frente a mi madre, y me despido. Ya es tarde y Roberto me necesita.
− Aitor, hijo - me dice mi madre antes de que salga por la puerta.
− No vengas tarde a comer. A tu hermana le gustará que estemos todos.
− Sí mamá, tranquila. En cuanto lleguéis a casa llamarme al móvil y lo más pronto posible estaré aquí.
Cuando llego a la clínica Roberto ya esta en su despacho.

− Buenos días. Voy a cambiarme y a dejar las cosas en mi despacho. Luego hablamos, necesitamos un nuevo cirujano, si no queremos que la situación nos desborde. Y me gustaría hablarlo contigo. Quizás conozcas a alguien que nos puedas recomendar.

Todo pero NadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora